OPINIÓN

¿Y si le exigimos que se vaya?

por Ana María Matute Ana María Matute

I

El cerebro funciona así, tiene cosas aprendidas que hace automáticamente. No hay una orden previa, ni un pensamiento. La mente está en blanco y uno automáticamente gira la llave del lavamanos. El sonido del aire circulando por la tubería es lo que hace que el cerebro despierte y diga “A, coño. Es verdad que no hay agua”.

Para mí fueron unos buenos 20 años de costumbres y automatismos. Me da demasiada arrechera pensar que el cerebro de mi hija no tiene grabados los mismos automatismos que yo, porque toda su vida la ha pasado en chavismo.

No queda nada de la ciudad en la que crecí y comencé a ejercer la profesión. El periodismo ni siquiera puede ejercerse con libertad. Y por todo eso sigo teniendo arrechera.

II

Lo mismo le pasa la mayoría. No importa si tienes profesión, si eres emprendedor o empleado, asalariado o no. Todos tenemos mucha ira contenida y todos sabemos quién es el culpable de que no podamos ejercer nuestros derechos. De que no podamos darnos la vida que nos merecemos, carajo.

No hay muchas vueltas que darle, porque además sabemos que la solución es una sola: la salida del país (ya ni siquiera del poder) de los que nos han maltratado por 20 años. Y tenemos muy claro que el maltrato ha sido igual para todos. No hay distingos con la maldad de este régimen. Los queremos fuera.

III

Va esto como desahogo, pero también como crítica. Si enfermeras, educadores, médicos, bomberos, empleados públicos, estudiantes, jubilados, enfermos, choferes, empresarios, periodistas, barrenderos, trabajadores de la Misión Venezuela Bella, si todos sabemos que el culpable es Nicolás y su combo, ¿por qué no le exigimos claramente que se vaya?

Sí, claro, pedimos mejores salarios, seguridad, agua, electricidad, libertad de expresión, infraestructura, garantías, respeto a los derechos humanos. Motivos para armar una, dos y hasta tres marchas diarias tenemos. Pero la causa de todo malestar es una sola: los que están en el poder.

Lo otro es salir a marchar, escuchar unos discursitos y devolvernos a la casa con el mismo peso en el corazón. No tenemos propósito, perdemos el tiempo en discusiones y debates idiotas  sobre vías y procedimientos.

Eso es lo que nos diferencia de Bolivia, y no otra cosa, porque las circunstancias son eso, circunstancias. Los bolivianos salieron primero a protestar por lo que a todas luces era un fraude electoral. Luego las protestas escalaron para exigir la segunda vuelta. Pero al final, se amarraron los pantalones y dijeron “Evo tiene que irse”.

El objetivo es claro, directo, sin lugar a malas interpretaciones. Cuando el mensaje es así, y la arrechera es tanta, algún resultado se debe obtener.

Lo otro es seguir 20 años más, protestando como quien ve llover.

@anammatute