Hace falta tener canas para conocer con exactitud el significado del refrán español. El diccionario de dialogismos de Cervantes dice que “Éramos pocos y parió la abuela” es un dicho coloquial que se usa para reseñar situaciones en las que “cuando hay exceso de algo malo, algo llega para aumentar el perjuicio de uno”.
Y eso es lo que está ocurriendo en Colombia. La miríada de dificultades que ha tenido que abordar este gobierno se sigue acumulando para que la tarea de administrar el país se torne compleja a más no poder: deuda externa galopante, elevado déficit fiscal, desaceleración industrial severa e informalidad laboral creciente, baja productividad, rezago en el desarrollo de infraestructura, aumento de los cultivos para producción de cocaína, caída de la actividad petrolera, debilidad parlamentaria, son solo parte del difícil escenario.
La guinda de la torta ha sido que algunos de los antiguos jefes guerrilleros de las FARC no solo han comunicado su decisión de reactivarse en el ejercicio de sus viejas fechorías, sino además de hacer causa común con el ELN, otro sanguinario grupo guerrillero que nunca se ha dejado tentar seriamente por una negociación pacificadora, y lo que es más dramático aún, están recibiendo apoyo de parte del gobierno abyecto y criminal de Nicolás Maduro, y están armando sociedad comanditaria en negocios ilícitos con miembros de las Fuerzas Armadas del país vecino y otros grupos de antisociales.
Ya la situación era en extremo comprometida cuando Nicolás Maduro decidió, hace unos días, declarar “alerta naranja” en la zona fronteriza y, con una solemnidad y pompa circense, el Alto Mando Militar fue llamado a hacerse parte de la misma. Para ponerlo en palabras claras, de lo que se trata con esta declaratoria presidencial es de “poner en completo apresto operacional las unidades ubicadas en la frontera, Guardia Nacional Bolivariana, defensa aérea, aviación, buques disponibles, unidades de exploración, fuerzas especiales y unidades de comunicaciones”. Maduro denunció con fanfarria supuestos planes colombianos para provocar una confrontación que justifique la participación de las tropas estadounidenses estacionadas en las bases cercanas a las líneas limítrofes. Este “show barato” de Duque, según Maduro, sería articulado este mes de septiembre, lo que además justifica el despliegue de misiles antiaéreos venezolanos para hacer frente a cualquier agresión.
Este último episodio, unido a la posición asumida por el TIAR en cuanto al peligro que Venezuela representa para la región, está obligando al gobierno neogranadino a ubicar de nuevo su centro de atención estratégica no en los ingentes problemas internos colombianos sino en el escenario internacional y particularmente en uno con un alto componente bélico.
Dentro de lo positivo está el hecho de que desde la Casa Blanca se ha hecho saber, con clara e inteligible voz, de cuál lado se coloca Washington no solo en los temas relacionados con terrorismo y narcotráfico que afectan a su aliado colombiano, sino su compromiso en hacer posible el fin de la usurpación de Nicolás Maduro. “La caja de herramientas de Estados Unidos es vasta”, ha asegurado alguno de los asesores de Trump refiriéndose a lo que aún les queda por hacer. Un buen número de los países del continente igualmente han manifestado hacer causa común con Bogotá y se espera que haya un voto solidario cuando se celebre la próxima reunión de representantes en el más alto nivel del TIAR para la inevitable imposición de sanciones.
La cesta ya la tenían bien llena los hermanos colombianos cuando estos nuevos escenarios hacen necesario concientizar al resto del mundo de una eventual agresión criminal que se pudiera estar gestando más allá de su frontera y de obtener los apoyos necesarios a este fin. El próximo paso es acercarse a Europa. En la Unión Europea se concentra un comercio bilateral de 11.000 millones de dólares y allí se encuentran la mayor parte de sus inversionistas externos. El fin es conseguir otras solidaridades activas, lo que ya han estado gestionando desde Bogotá con buenos resultados.
Sí, parió la abuela…, pero en Bogotá lucen bien equipados para salir airosos de esta nueva afrenta.