OPINIÓN

Y mañana… ¡Ay mañana!

por Adolfo P. Salgueiro Adolfo P. Salgueiro

Amigo, lector sabatino, por exigencias de entrega al periódico estas líneas se escriben al atardecer del jueves 25. Se hace esta aclaratoria porque de aquí al domingo 28J no sabe uno qué sorpresas y novedades se pudieran presentar de cara al acto electoral inminente. Oficialmente acaba de concluir el período oficial de la campaña y parecería que hasta el domingo solo se podrá hablar del sexo de los ángeles o del peligro de extinción de la ballenas.

Quien escribe es nada más que uno de los 4,5 millones de electores calificados para votar, pero que no podrán hacerlo. En nuestro caso, por estar en Estados Unidos, donde somos ya casi medio millón los venezolanos, no existen relaciones diplomáticas ni consulares y muchos -incluyéndonos- no disponemos de pasaporte válido, ya sea por vencimiento o por cancelación arbitraria de tan indispensable documento.

La situación anterior -que compartimos con miles de compatriotas- nos acongoja de manera mayúscula, tanto más cuanto con ella se nos arrebata el derecho de poder ser artífices del amanecer de una Venezuela diferente después de un cuarto de siglo de frustraciones.

Mañana, pues, es el día en el que cada ciudadano tendrá en sus manos la más valiosa de las herramientas de la democracia: el voto. No hay razón alguna para mantenernos ajenos, sea cual sea la preferencia política.

Teniendo, como tenemos, suficiente experiencia en cuanto a campañas y elecciones, no podemos sino recordar las habidas en el período democrático 1958-1998, incluyendo la que ganó Chávez.

En esa época -hoy denostada por quienes gobiernan- uno iba a votar, regresaba a la casa, seguía tal vez una parrilla con familia y amigos, unas cervecitas y luego esperar los boletines de la televisión sin cuentos de “tendencias irreversibles” ni otras muletillas. Quien ganaba, ganó y quien perdía lo felicitaba y se iba para su casa, presto a asumir su rol de opositor republicano y democrático.

En las elecciones de diciembre de 1968, cuando Rafael Caldera se impuso a Gonzalo Barrios, la diferencia fue de tan solo 330.000 votos, equivalentes apenas a 2,7% de los 4 millones de sufragios emitidos. Se demoraron unos pocos días y se terminó la inquietud con el triunfo -por primera vez- de Caldera, que no era el candidato del gobierno.

Hoy día el cuadro se presenta muy diferente. La falta de transparencia, la no confiabilidad en el árbitro (CNE), los casi seguros abusos y amedrentamientos que se presentarán cerca de los centros de votación, etc., configuran un  clima de incertidumbre y posible violencia. De allí el temor a un “baño de sangre” y otras manifestaciones violentas que anuncia el candidato oficial si no consigue el triunfo.

¿Cómo será de  precaria la observación internacional cuando instituciones y personas de la mayor credibilidad han sido invitadas por el CNE y luego desinvitadas ante el desagrado por alguna observación que no haya sido del gusto del gobernante (Unión Europea, Alberto Fernández, etc.), o por el desliz de expresar que en una elección transparente “el que gana gana y el que pierde se va para su casa” o la manifestación de desagrado del oficialismo ante el dicho del presidente de Brasil sugiriendo a su aliado Maduro que perder también es una posibilidad en la democracia. También cuenta la decisión de la Cancillería colombiana de cancelar la misión que ya tenían organizada.

Quien esto escribe recuerda haber participado como veedor de la OEA en la crucial elección de Nicaragua en febrero de 1989 cuando Daniel Ortega perdió ante Violeta Chamorro. En esa oportunidad se nos permitió total libertad de movimiento e información. Hoy Ortega ha regresado al gobierno olvidando su gesto democrático original.

Mañana la opción democrática seguramente ganará por nocaut pero lo importante no es solo ganar, sino cobrar. Allí es donde la ciudadanía, además de los  candidatos, testigos y activistas políticos deberán jugar un rol determinante ante posibles actos de violencia, “blackout” informativo, apagones, limitaciones al internet y posibles actos vandálicos. Allí será cuando la indispensable “Radio Bemba” reaparecerá y jugará el rol estelar que antaño la caracterizó.

Por eso hoy nos viene a la memoria aquella simpática expresión del legendario locutor futbolístico Lázaro “Papaíto” Candal, quien hace años familiarizó el comodín “…y mañana…ay mañana…” como anticipo de lo que pudiera pasar en el siguiente juego.

@apsalgueiro1