Cuba elegirá nuevo gobierno
Foto: AFP / Cubadebate

Se pone otra vez de moda el ya viejo asunto del Territorio Esequibo. Tema relevante que involucra a Venezuela, Guyana y Cuba en una compleja componenda geopolítica. La disputa es recurrente, en particular, lo que se discute son más de 100.000 km2 entre Venezuela y la hoy Guyana, antes Guyana Británica, que los ingleses robaron, despojaron y sustrajeron a aquella nación remota, sin carreteras, de alpargatas y revueltas.

A lo largo de la historia, los gobiernos venezolanos, incluyendo militares como Juan Vicente Gómez, Isaías Medina, Marcos Pérez Jiménez, y lideres civiles como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera y los que siguieron hasta las defraudantes elecciones de diciembre de 1998, han coincidido en lo mismo. El Territorio Esequibo es venezolano. Y no se discute. Ha sido la posición unísona de las administraciones, independientemente de la orientación política de sus líderes. La afirmación se presenta como un consenso incuestionable.

Sin embargo, a pesar de la unanimidad histórica, en la era castro-chavista, su fundador sorprende adoptando una actitud amistosa, que no sólo miró con simpatía y se inclinó hacia Guyana y sus pretensiones antivenezolanas, sino que incluso los visitó afectivo, quitó importancia al asunto y minimizó la disputa territorial. Aspiraba a ganarse la admiración de los países del Caribe angloparlante, repleto de paisitos, antiguas colonias británicas que los ingleses dejaron desperdigados, delirando con la impresión que causaría en la región cuya sintonía esperaba. Su posición causó asombro y desacuerdo, en especial, aquellos que defendían con firmeza y sin ambigüedades la soberanía de Venezuela sobre el área cuestionada.

Pero inconforme, no quería ser sólo dueño de Venezuela, sino sucesor mundial de Fidel Castro, asunto que no le gustó a Raúl Castro ni a quienes, como Díaz-Canel, tenían sueños propios. Ganarse el afecto de Guyana era un paso de avance para arroparse con la admiración del Caribe. Para Hugo Chávez el litigio por un territorio y su mar era molesto, fastidioso, un obstáculo para su ambición de ser figura influyente. Soñaba con la fama internacional.

Murió en manos cubanas tras ser estultamente necio y suicida como para creer en la medicina milagrosa de un país con décadas de miseria, y por la misma instigación castro-cubana pidió a los venezolanos que, si algo le pasaba a él, votaran no por alguno de los dirigentes destacados del chavismo, sino por el hombre formado y sugerido por La Habana, seguidor sin resabios, sindicalista reposero y canciller sin brillo, heredó la política exterior de acercamiento con Guyana, a pesar de las críticas y desacuerdos previos.

Ahora el asunto ha vuelto a la luz pública, pero en una posición embarazosa debido a la presencia de colosos petroleros con importantes intereses e interesados. A pesar de su pasado en la resolución del conflicto a favor de Guyana y con la diferencia de opinión sin cambios, trata de presentarse, hacerse ver como defensor de la soberanía venezolana, generando cierta ironía, ya que durante el tiempo de Chávez fue funcionario diplomático, cuando se buscó la manera de zanjar el diferendo, cediendo ante las órdenes del tirano Fidel y su propia equivocada codicia de popularidad mundial.

La evolución de la política venezolana respecto al Territorio Esequibo destaca contradicciones y cambios en la postura oficial, y plantea preguntas sobre las motivaciones detrás de las acciones actuales del gobierno. Lo que obliga una consulta retórica sobre por qué se convoca un referéndum para medir la opinión pública sobre un asunto en el que solo puede haber una respuesta: el Esequibo es venezolano. La interrogante final se refiere al dictador cubano, Díaz-Canel, sin duda, con influencia en la decisión.

@ArmandoMartini


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