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Y llegó el lobo

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Hace 21 años que vivimos en revolución socialista, solo que cuando comenzó la revolución sus autores no le decían socialista sino bolivariana para que la gente no se asustara y tampoco se espantara con el terminajo al cual se asocian con brutales y abominables pogromos y represiones colectivas o exterminios al ralentí.

Hace un poco más de dos décadas los que idearon el holocausto colectivista tuvieron cuidado de colocar en el texto constitucional la trampa cazabobos del estado social de derecho y de justicia social. En realidad era la píldora dorada del caramelo de cianuro que preparaban los comunistas para no despertar aprehensiones y suspicacias en la población en torno al proyecto distópico de creación de una ínsula barataria en esta triste y destartalada ínsula obsidional que hoy conocemos con el infame remoquete de república bolivariana. A quienes denunciaban la destrucción del sistema nacional de salud que desde 1958 hasta 1998 construyó la democracia representativa pluripartidista los aparatos ideológicos de adoctrinamiento y propaganda del Estado marxista los tildó de apátridas, terroristas, fomentadores del odio social, antinacionales, cipayos del imperialismo norteamericano y de un sinnúmero de canallescos adjetivos descalificadores que servían y sirven para elaborarle expedientes obviamente falsos y forjados con el fin de criminalizarlos y judicializarlos como traidores a la patria.

Tal pareciera que el lema de toda revolución, y la venezolana no es la excepción obviamente, es: si te opones a la revolución te revoco y anulo la nacionalidad y te obligo a abandonar el país por tierra, mar y aire. Exactamente eso es que significaba lo que blandían como amenazante consigna los difuntos Chávez y Lina Ron con aquello de: dentro de la revolución todo; fuera de la revolución nada. Así como la revolución castrista en la Cuba comunista tildó de gusanos batisteros (Fulgencio Batista, 1901-1973) a todos los que osaron manifestar su desacuerdo con el modelo político instaurado en la isla antillana en 1959 calificándolos de gusanos; así mismo la revolución bolivariana anatematiza a los opositores del socialismo con expresiones non sanctas como escorias poco menos que humanas.

Es evidente que cuando se ha presentado una calamidad nacional como la ocurrida con el tristemente deslave de Vargas, de inmediato se ponen el disfraz de mansos corderitos y llaman a la reconciliación nacional y la unión familiar entre venezolanos. Tal es el caso de la amenaza que se cierne sobre sociedad con la reciente incorporación de Venezuela a las estadísticas de la pandemia global del covid-19 conocida con el nombre de coronavirus o neumonía de Wuhan. Si en verdad fueran sinceros y honraran la verdad apartaran sus odios a un lado y decretaran una amnistía general para todos los prisioneros políticos y presos de conciencia que están muriendo lentamente en las cárceles y ergástulas de dictadura del proletariado en toda Venezuela.

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