OPINIÓN

¿Y la oposición? Extraviada

por Fernando Pinilla Fernando Pinilla

El andar de la oposición sigue siendo sospechosamente errático, repetitivo y estéril. En los últimos diez años la política venezolana se ha convertido en un eterno espiral, en una rueda que gira llevándonos siempre a la misma situación y a los mismos escenarios una y otra vez: partidos y políticos dispersos, supuestos planes electorales entrampados, aspiraciones divergentes y unas ansias de figurar casi obsesivas por parte de un grupo de políticos cuyas carreras y papel en el juego que ha planteado el régimen, carecen cada vez más de credibilidad y de muestras de un deseo real e intenciones claras, contundentes y concisas de buscar una manera de salir de la revolución; causa central de toda nuestra crisis, drama humanitario y única e imperativa manera para poder pensar en una mejora nacional en todos los ámbitos.

Aunque Albert Einstein nunca pronunció la frase tantas veces vista en redes sociales y la web que reza: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”, ya que no existen registros que sostengan que la haya expresado en un contexto público, ni escrito en alguno de sus artículos científicos, libros o cartas; es una realidad que la máxima que encierra dicha frase es contundente, real, pragmática y aplica de manera objetiva a las intenciones y acciones de la, supuesta, oposición a este régimen dictatorial. Y digo supuesta porque no se puede entender cómo pueden existir tantas incoherencias argumentativas, inconsecuencia en lo que se ha expresado en algún punto de este andar y una maña de repetir equivocadamente una y otra vez las mismas estrategias fracasadas; sobre todo en la actualidad, en un contexto mucho más complejo y poco favorable para concretar, con esas acciones flácidas, el deseo profundo que millones llevamos en nuestro corazón: salir de este régimen dictatorial.

No se puede ser tan torpe en política, tan previsible, tan inofensivo, cuando, realmente, buscamos lograr un objetivo. No se puede ser tan displicente con el drama de miles de personas, por ejemplo, agonizando por causa de un sector de la salud que no asegura atención médica adecuada para casi ningún caso, en un país en el que nuestros infantes tienen los niveles más altos de desnutrición del continente; donde nuestros jóvenes reciben una educación mediocre en medio de penurias, en el que los pensionados son humillados y condenados a una muerte prematura en la inopia; la hiperinflación se roba nuestro trabajo, salario, planes, sueños y sencillamente vemos escurrirse el tiempo (lo único que no podemos recuperar en esta vida) en medio de diatribas, contradicciones, ataques entre políticos y partidos descalificándose y mostrando que los intereses económicos, personales y partidistas son más importantes que el país. Venezuela, no es prioridad. Nunca lo ha sido.

Hoy, la oposición causa una suerte de urticaria en muchas personas que ven con desconfianza los nombres de políticos, algunos en modo Matusalén, otros no tan jurásicos en edad, pero igualmente faltos de credibilidad ante tantos fracasos y otros con escándalos ligados hasta con la prostitución que los preceden y hacen casi imposible darles un voto de confianza. Por otro lado, hay unos menos conocidos quienes medianamente aprovechan los espacios disponibles por la carencia de nombres, la mayoría de políticos de cierta fama están por fuera del país, pero son tan incompetentes, inoperantes, llenos de contradicciones y de una escasez de entendimiento del contexto político que viven y como deben enfrentarlo, que terminan diluidos, dando vueltas en círculos como lo otros, repitiendo una y otra vez los patrones erráticos y ya fracasados en el pasado de sus antecesores.

Aun así, casi toda la oposición espera lealtad ciega, gratitud, compromiso y confianza de parte del pueblo venezolano y hasta esperan trabajo político de calle, en su nombre y gratis. Se enfurecen e indignan y tienen la desfachatez de culparnos de sus fracasos, de su falta de estrategia y madurez, de la carencia de acciones propicias para trazar un plan y una estrategia sustentable efectiva, de su poca firmeza en campañas electorales que no terminaran en un revés, o en hechos que no hayan ayudado a cimentar estos eternos veintitrés años de victorias y fortalecimiento de un régimen con todos los poderes secuestrados, con una maquinaria electoral favorable en todo escenario y el dinero suficiente para lograr atornillarse en el poder, cada día más.

¿Y la oposición? Extraviada. Finalmente, los capos de los partidos, sus liderazgos viven la buena vida, todos reciben algo y no padecen lo mismo que el ciudadano de a pie, no miran el futuro con esa incertidumbre de preguntarse si tendrán algo qué comer la mañana siguiente, o si podrán recibir la atención médica que les asegure un día más de vida y de una posible recuperación. Pequeñas diferencias, entre ellos y usted. Y esto no es cuestión de resentimiento, negatividad o radicalismo; es la realidad diaria de un país que padece ininterrumpidamente desde hace más de dos décadas de la misma historia triste, humillante y desesperante.

Tw y IG @fmpinilla