En las salas situacionales del régimen -incluso la de los REDI y los ZODI- se calculó milimétricamente que todos los estados del país podían ser controlados y neutralizados militar y policialmente en casos de manifestaciones y protestas ante un resultado fraudulento perpetrado por el régimen o el desconocimiento por vía fáctica de los mismos, abiertamente adversos a Nicolás Maduro.
Solo quedaba -como una variable inmanejable- la protesta que podía presentarse en las zonas populares de Caracas. Previeron fabricar una ventaja de 0,5%, que al final trocó en más, y en un acto que envidiaría el mismísimo David Copperfield, desaparecieron a ese efecto más de 4 millones de votos opositores, solo en 73% de las actas escrutadas, que le dieron una muy abultada ventaja al presidente realmente electo Edmundo González, a quien le dieron un golpe que encabezó su principal beneficiario, en complicidad con una claque militar ajena a los preceptos constitucionales, prevalida en la fuerza de las armas.
Ciertamente bajaron los cerros, lo hicieron con mucha determinación para votar contra este régimen; esos mismos que no conocen de miedo y amedrentamiento, acudieron masivamente demostrando que también con sus votos sale la dictadura; son ellos los que hoy dejan sentado que defenderán y harán valer su decisión a como dé lugar. No hay golpe que los detenga.
La elección en esta ocasión fue distinta a las anteriores, ganamos abiertamente y el resultado de esto tiene una gran repercusión. En anteriores ocasiones no hubo entonces ninguna posibilidad de ganar y en muchos casos la abstención demostraba que era necio intentarlo una y otra vez; parecía que el pensamiento de Einstein al señalar que la “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”, se imponía como la receta dogmática de que dictadura no salía con votos. La política, como ciencia social, no se parece a ninguna otra cosa, es muchas veces ilógica, impredecible y tan compleja que no se le pueden aplicar cartabones. Hoy precisamente son esos votos los que en definitiva aventarán a este régimen dictatorial. La comunidad internacional, ya en conocimiento de este autogolpe, tendrá las pruebas escritas de la fechoría cometida contra el pueblo venezolano. Sin los votos no pudiéramos reclamar y obtener la victoria.
Estas elecciones fueron absolutamente atípicas y entre las diferencias apareció un votante inédito que nos dio el triunfo, que ahora exigía libertad, democracia, liberación de presos políticos, cese a la tortura y persecución y que regrese su familia del exterior. Son demandas que solidificaron el nuevo perfil del contestatario venezolano. Ese elector que ya consignó su voto se constituye en un factor potencialmente reactivo a cualquier desconocimiento de su decisión, por lo que defenderá su voto con coraje y valentía a cualquier costo.
Al día de hoy, creo que ganamos mucho más con lo que hicimos que con lo que dejamos de hacer; quedarnos de brazos cruzados, contemplativos o congelados ante los desafueros de una atroz dictadura que hoy está sentada sobre un barril de pólvora no era una opción.
Tendrán que pensar sus próximos pasos porque de seguir por esta via del autogolpe, esto los desaparecería de una vez por todas como referentes políticos en la nueva historia que se está forjando el país; como dice María Corina, es hasta el final.
@vabolivar
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