En más de una oportunidad hemos criticado y censurado la conducta de muchos gobiernos y lideres políticos y sociales que se hacen los distraídos con respecto a lo que pasa en Venezuela. Se desentienden.
Pero a veces, ciertamente, como que a uno lo atrapa la desilusión y se le aflojan las ganas de denunciar la dictadura chavista-militar. Si no fuera por lo que padecen los venezolanos quizás más de uno ya, cansado, hubiera tirado la toalla.
Es un hecho que desde hace 22 años, desde el comandante Hugo Chávez y hasta ahora con el dictador testaferro Nicolás Maduro, el mayor aliado del chavismo ha sido la oposición venezolana. Una oposición dividida e infestada de oportunistas y debilitada en su accionar y en su credibilidad por la presencia de “funcionales” cuyo proceder siempre deriva en la legitimación del régimen.
Hay que reconocerle al chavismo cierta habilidad para minar las filas de la oposición, para generarle confusión, ponerle picas y alimentar las disidencias y ambiciones internas y con ello facilitar la tarea de los “funcionales” a la dictadura.
Han pasado tantos años de represión, de persecuciones, muertes, tortura y calabozo, ¿cómo es posible que la oposición venezolana no haya aprendido nada?
Parecía que sí. Que se había logrado la unidad contra Maduro, la que notoriamente día a día iba debilitando a la dictadura. Pero, aparentemente, no este tan así. La dictadura tiene recursos y aún colea. ¡Qué pena!
Maduro acaba de indultar a 110 presos políticos (diputados, exiliados, dirigentes opositores, actores sociales, periodistas). A instancias del gobierno de Turquía. ¡Es de locos!
¡Qué bueno es Maduro! Y que se sepa: si se requieren nuevos indultos, no hay problema. Se realiza una redada, para lo cual están muy prácticos, y a los pocos días Maduro los indulta.
Por supuesto, la medida fue saludada por el argentino Alberto Fernández y otros socios –españoles, del Vaticano, el exiliado Evo Morales, Ortega, el mexicano AMLO– que si no aparecieron, ya aparecerán con su aplauso. Esto es: son los que apoyan a Venezuela y dicen que no es una dictadura, y ahora sin ningún tipo de reparo señalan como un acto noble, casi, que se libere o indulte a presos y exiliados políticos.
¿Pero cómo, no es una dictadura pero hay presos políticos? Es ocioso insistir en ello y señalarle los hechos. Son todos de la misma tribu.
Lo que sí llama la atención es que esta nueva maniobra de la dictadura chavista resquebraje la oposición y aparezcan grietas. ¿Otra vez las ambiciones personales? ¿Otra vez los oportunistas? ¿Otra vez los “funcionales”, los cómplices disimulados?
Maduro indulta presos políticos y opositores cuestionan a Juan Guaidó. ¡Es de locos!
Toma fuerza el diálogo y la tesis de no desechar la “oportunidad” electoral. Oportunidad que les ofrece Maduro con un Consejo Nacional Electoral títere y con los partidos opositores intervenidos. Hay que ser muy “funcional” para someterse a ello.
Chávez fue un invento para arrasar con la clase política y lo que hizo fue arrasar con Venezuela, con sus libertades, con sus riquezas.
Con tamaño dato uno pensaba que la clase política había aprendido. Quizás buena parte si, pero no ha extirpado aún aquellas partes infectadas.
Frente a las dictaduras no hay que resignarse nunca. En el caso de Venezuela, sin embargo, a veces hay que admitir que algo de razón tienen aquellos que advierten que no se puede hacer por los venezolanos lo que ellos no son capaces de hacer por sí mismos.