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Xi saca una solución de su sombrero

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Como si fuera un diestro prestidigitador, el presidente de China ha sacado de su sombrero un nuevo proyecto que intenta matar más de un pájaro con un solo tiro: otorgarle una mayor participación a lo público en el sector inmobiliario, hoy dominado por el sector privado; subsidiar viviendas para familias de medianos y bajos ingresos; resolver el problema de gigantesco endeudamiento de las regiones y, por último, expandir el control del partido en el manejo de la economía como ya lo viene haciendo con el sector tecnológico.

Para ello el gobierno va a tener que meterse la mano en el bolsillo y asumir grandes riesgos.  Quienes manejan los números del proyecto consideran que su costo podría alcanzar 280 billones de dólares anuales durante el próximo quinquenio o la friolera de 1.400 millones en ese período de tiempo. Esta estrategia contempla, en una primera instancia, la adquisición de viviendas frías a los constructores con la idea de alquilarlas o de revenderlas a los particulares y, en una segunda instancia, se orientaría a convertir al sector público en un gran constructor de viviendas subsidiadas hasta controlar casi un tercio de la oferta de alojamientos de bajo costo. Se habla de poner en el mercado hasta 6 millones de viviendas de estas características en el siguiente lustro.

Dentro del ideario del mandatario ha estado tomando cuerpo la convicción de que la evolución de un sector de tanto impacto popular como la construcción lo que ha provocado es una mayor desigualdad social. Sería preciso, por ello, regresar sobre los pasos históricos y hacer que lo público domine sobre lo privado para evitar las distorsiones, controlar la desmesura que se ha causado en los últimos años a favor de los inversionistas y desarrollar un nuevo modelo en el que el Estado se ocupe de subsidiar la vivienda a sus nacionales de ingresos bajos. En definitiva, se trata de reestructurar enteramente esta vertiente de la economía y de hacerla encajar mejor con los objetivos socialistas del partido.

Un mayor control estatal tendría como objetivo, además, absorber el surplus de viviendas que es crítico en la actualidad, podría detener la caída de los precios de las unidades y proteger a las entidades financieras afectadas por los préstamos impagados. Los analistas consideran que un muy cuidadoso equilibrio debe ser tenido en consideración por las autoridades para generar confianza mientras se ponen en marcha medidas para detener la descolgada de los precios de la vivienda. Es que 90% de los hogares son propietarios de sus viviendas.

Además, no es un secreto que en los últimos meses los valores chinos han estado transándose de manera frenética en las bolsas mundiales por desconfianza en la capacidad de corregir el rumbo de la segunda potencia mundial. Este Xi de nuevo cuño lo que plantea es que no corresponde a lo inmobiliario y constructivo ser el motor del crecimiento sino más bien a la manufactura y a las más avanzadas tecnologías. Un derrotero como este ubicaría a China en mejor capacidad de competir en eficiencia con su rival estadounidense, según el timonel que despacha en Pekín.

Pero esta nueva visión del desarrollo que se ha estado asentando en el ánimo del gobernante inquieta a los inversionistas internacionales. Un viraje de este calibre abundará a favor de la tormenta y no de la calma en los mercados, e impactará frontalmente la propensión extranjera y nacional a invertir.

 

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