Un país es una sociedad organizada que tiene sus propias reglas y es capaz de defender su territorio, esto es lo que configura un Estado moderno. Entre esas reglas que se imponen está el permitir o no el acceso a un determinado grupo de personas, es decir, discriminar a quien o a quienes desean que ingresen a su país.
Este derecho a la discriminación a la entrada de los nacionales de otros países es pacífico, es aceptado por los demás Estados. Es más sencillo impedir el ingreso de un extranjero indeseable que tener que compartir el sistema de seguridad social, el empleo, la vivienda o la fuerza policial. En definitiva, tener que integrarlos a sus sociedades.
La excusa para limitar el ingreso de extranjeros puede ser ordenar la casa, sentido común, la preferencia de los nacionales en los puestos de trabajo, y un largo etcétera. En todo caso, quieren a los mejores, a los que tienen recursos económicos, a los intelectuales, a los artistas y a todo aquel que se destaque, no importa que lo pongan a trabajar en negro o en empleos muy por debajo de sus capacidades. Si usted es pobre y sin estudios tiene la partida perdida antes de empezar.
La inmigración legal es el nombre que se le coloca a las barreras, impedimentos, dificultades para el ingreso a otro país. Solicitar una visa de turista o inmigrante, llámese: B1 para los turistas o de inmigrante (Estados Unidos), de responsabilidad democrática (Chile), de residente temporario para ciudadanos Mercosur y sus estados asociados (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), Residencia Precaria o Residencia Temporal (Argentina), visa humanitaria (Perú), conlleva trámites, papeles, costos.
Emigrar no es para limpios o insolventes. Los costos de la visa dependen del tipo que se solicita, para Estados Unidos empieza con 160 dólares, no rembolsables, 30 dólares Argentina y Perú, 72 dólares Uruguay para la visa de residente temporal, 50 dólares la solicitud y dependiendo de la visa puede llegar a 400 dólares si es otorgada por Ecuador. Hay otros requisitos, como la prueba suficiente de medios económicos a fin de demostrar capacidad económica para mantenerse en el país, o la apostilla de documentos.
Lo malo no es que los países aumenten las exigencias a los venezolanos para permitirles el ingreso, sino que se vayan los mejores recursos humanos por culpa de la dictadura que se roba los recursos, persigue a la juventud y la deja sin futuro.
Emigrar es una forma de adaptarse a la crisis venezolana, si la cosa va mal me voy, pero no resuelve el problema de fondo, que es la mala dirección del gobierno, que en vez de satisfacer el bien común se dedica a expoliar a los venezolanos, a quitarles la comida. Es como hacer arepas con yuca, que no son arepas son otra cosa, o cáscara de plátano como carne mechada, que no es carne.
Tengo esperanzas en el Congreso para la transición en Venezuela “Ideas para Venezuela”, que desde el lunes 24 de junio hasta el miércoles 26 de junio se celebra en Santiago de Chile, organizado por el gobierno de Sebastián Piñera. Allá se están reuniendo los dirigentes expulsados, los perseguidos, los que tuvieron que escapar antes de que le hicieran daño en las mazmorras de los presos políticos. Chile, por una parte, limita el ingreso de los venezolanos y, por la otra, los insta a ponerse de acuerdo en la manera de salir del gobierno usurpador. La única manera de resolver la emigración de venezolanos es atacando la causa de su salida.
Para colmo, si los venezolanos logran legalizar su estadía en otro país y hasta obtienen la nacionalidad se enfrentarán con otro problema, el artículo 7 de la Ley de Nacionalidad y Ciudadanía del primero de julio de 2004, establece que “los venezolanos y venezolanas que posean otra nacionalidad deberán hacer uso de la nacionalidad venezolana para su ingreso, permanencia y salida del territorio de la República (…)”. Sin pasaportes, sin oficinas consulares, con unos trámites lentísimos en el Saime, o el secular matraqueo bolivariano. Casi que es una invitación a no regresar hasta que caiga esta gente.
Salir del país puede ser una solución, aunque la solución es salir del gobierno. Así que no hay salida fácil.
@rangelrachadell