La razón o sinrazón para votar en el proceso electoral regional ha sido esgrimido públicamente por connotados personajes que actúan como potenciales influenciadores de la opinión pública. Hay de todo, prestigiosos abogados, políticos disidentes, opinadores y articulistas sistemáticos, políticos en campaña y, obviamente, militantes del régimen. Cada cita, comentario o planteamiento con relación a las elecciones inducen a la convocatoria a votar a pesar de que están en pleno conocimiento de la ilegalidad del proceso. Usan mediáticamente argumentos para justificar lo injustificable, por ejemplo, parafraseando oportunamente al famoso Winston Churchill cuando en otro contexto expresó: “Cuando me doy cuenta de que estoy equivocado cambio de opinión”.
Con vehemencia anuncian que votar es un derecho ciudadano, razonan que tienen motivos patrióticos y expresan la necesidad de estimular la desconcentración del poder en gobernaciones y alcaldías, especialmente en estas últimas, cuando afirman que no se puede perder el espacio municipal y defienden el poder vecinal porque el alcalde local es de oposición y protegerá la parroquia de malas influencias, actuando como si no existiera la dependencia de un Concejo Municipal, de un protector comunal, o de un consejo comunal de chavistas, incluso de una ley comunal que los neutralizará. Destacan que el deber ciudadano de votar es imprescindible y no quieren que el sistema de votación muera haciendo abstracción de que está podrido, lo cual se parece mucho a dormir con un muerto, y que a pesar del hedor siembran la esperanza de que la oposición es mayoría, bueno, a la entelequia se le ve la costura.
Los eruditos asumiendo un pensamiento mágico esperan un milagro el 21 de noviembre asumiendo que ese día se celebra la presentación de la Virgen María y les ayudará a convencer a la población de que votar es un derecho a pesar de las condiciones fraudulentas ampliamente demostradas y, además, convencer que la acción electoral es lícita, que es falso que la misma legitime al régimen. Asumen con desparpajo que el fraude se evita votando y que tendremos asegurada la mayoría de gobernadores y alcaldes, y que, aunque parezca mentira, esa es la mejor manera para que el régimen entienda que somos mayoría y que ha desgobernado tanto que tiene que irse.
Todas estas argumentaciones ratifican una ilusión ante la magnitud del hecho que pone de manifiesto una frase muy elocuente: “Ninguna esclavitud es tan vergonzosa como la voluntaria” y emparentan tal actitud con la negación de la verdad que les resulta contraria a sus prédicas y que en la práctica se reducen a asumir complicidad con quienes participan en el juego disfrazados de oposición, los cuales realmente han negociado ciertos cargos con un régimen cuestionado que los tiene en sus manos sujetos con expedientes ocultos.
Estos argumentos ponen de relieve el tema de la ética al asumir la afirmación falsa de estar actuando dentro de un proceso legítimo, cuando en realidad se rechaza lo correcto y no es precisamente por ignorancia, lo cual es reprochable cuando se viola la ley y se emiten opiniones que van contra ella, como es el caso repetido infinitamente de que las elecciones que llevaron a los dirigentes socialistas procubanos al poder fueron ilícitas, lo que dio origen a la usurpación
Los juicios llevados por el Tribunal Supremo de Justicia emitieron sentencias que fueron acogidas nacional e internacionalmente, dieron origen a un gobierno de transición ampliamente reconocido y permitieron que se establecieran políticas internacionales que condujeron a fijar responsabilidades penales, órdenes de captura, restricciones financieras y a un potencial juicio por violación de los derechos humanos, lo que ha hecho que sobre sus cabezas penda una espada de Damocles.
Las sentencias emitidas fueron adoptadas con toda formalidad, fueron oficializadas, refrendadas y apoyadas con medidas de prohibición de uso del sistema electoral, formularon cargos penales a las autoridades electorales y comprometieron decisiones de muchos organismos internacionales, pero se ignoran y violan por el simple hecho de anotarse en los formularios electorales participando en un proceso ilegitimo y, usurpador contribuyendo con la permanencia y reconocimiento de un poder corrompido.
Se cometen ilícitos al ignorar la ley, son cómplices del régimen y como si fuera poco se defiende lo indefendible, es algo así como cuando se comete una infracción legal o reglamentaria, se nos advierte bajo la demostración del hecho y lo negamos inútilmente ante la verdadera justicia que debe sancionar la falta. Indudablemente, quien así piense y actúa asume su propia responsabilidad, y podrá ser sancionado o no, moralmente o con desprecio, por tanto, cada quien haga lo que tiene hacer o lo que no debemos hacer en beneficio de una causa justa como lo es la búsqueda de la libertad.
A propósito de este planteamiento, debo usar una frase traída a la modernidad por Alberto Bellorín en su artículo del Octavo pecado capital, en el cual cita a Dante que dice: «A continuación el poeta se encuentra en un gran vestíbulo donde son castigados los indiferentes, los que en vida nunca tomaron partido por nada, los eternos neutros. De todos los condenados del Infierno, ellos están entre los que Dante más desprecia, y aun cuando reconoce a algunos, no nombra a nadie, porque todos ellos, envidiosos de cualquier otra suerte, deben quedar en el olvido».