El mundo de hoy ha sido contagiado por una pandemia que alteró los patrones de vida, producción y consumo de millones de seres humanos. Corresponde profundizar los esfuerzos de comprensión de esta hora de la humanidad en la que se desenvuelve nuestro diario transcurrir.
Situados en la realidad país caemos en cuenta que, aparte de la pandemia, estamos sumergidos en la tragedia causada por la dominación de un narcorrégimen que destruyó hasta los tuétanos el tejido social de una nación decente, a la que intenta poner de rodillas y envolverla en los modos de coexistencia del crimen organizado. En fin, soportamos una carga al cuadrado.
El sistema educativo no aguanta otro año de clases a distancia, agravado en su fracaso por el peor Internet. Ya van 400 días sin clases. La falta de diésel afecta la llegada de las cisternas con el gas doméstico a los hogares. “Los quiero a todos, espero que sean felices”, dejó escrito en una nota el activista de los derechos humanos Alejandro Urdaneta de Maracaibo, antes de suicidarse.
El gobernador chavista de Yaracuy reconoció el fraude electoral del 6D al denunciar la no procedencia de la investidura tardía del “alacrán” Luis Parra como diputado. Rechazó, igualmente, al alcalde que marcó las viviendas de los presuntos contagiados de covid. Es un signo evidente de que las gallinas comienzan a cantar como gallos.
En la cárcel de Tocorón se inauguró un estadio con el nombre “Tren de Aragua”, lo que revela la inversión de valores auspiciada por la corporación criminal.
La emigración forzada ha convertido a las abuelas nuevamente en madres, demostración de los “años dorados” que tocan a nuestros mayores.
La transgresión de todos los límites del Estado de Derecho amenaza a la región y a los valores occidentales. El que tenga ojos que vea. Hay que plantear un embargo de armas. Rusia asesora a fuerzas de combate, en la conformación de grupos híbridos en la frontera. La “Robolución” trabaja abiertamente para desestabilizar a Colombia. Se hace mandatorio el control de armas y atacar las causas de los despropósitos que más allá de Venezuela asolan a la región.
La comunidad internacional es la que presiona con mayor efectividad al régimen, se hace imprescindible el acompañamiento sinérgico de la presión interna y alcanzar la unidad de la oposición. Alinear la presión externa e interna es el trabajo por hacer.
Iluminemos nuestro entendimiento con la luz que destella la verdad y sepamos interpretar los signos de los tiempos. La esperanza es inquebrantable. Los estúpidos no entienden que reconocer las elecciones, sin garantías, es reconocer a Maduro. Carecemos de liderazgos intelectuales sólidos. No hemos logrado proteger los derechos humanos ni restaurar la democracia.
El oscurantismo carga sobre sus hombros cinco quinquenios haciendo gala del abandono de la condición humana. Demolieron todo y ejercen la maldad como política. Los impostores nunca dirán la verdad.
Debemos rescatar la representación política que se ha perdido. Te anularon la vida y te dejan limitado a la precaria existencia biológica, este es el vacío causado por la desaparición de la representación política. Tenemos un binomio explosivo en la “biodominación” sumada al vacío. No se ha logrado liberar el país y resolverle los problemas a nadie.
Ahora surge la preconización del adefesio del mal menor, que es transitar el camino del mal en tren o en burro. El mal menor no es sanador del mal, más bien lo potencia. Existe una conexión interna entre ellos. No se trata de revocar a Maduro sino de revocar el sistema. Hay que deslastrarse del liderazgo centrado en la biopolitica, conforme con que le sean satisfechos sus deseos y necesidades.
Solo con una voluntad de sacrificio podremos alcanzar la libertad. Venceremos el dragón que simboliza el mal, que oprime al pueblo que lucha por ser libre. Conducir a Venezuela de las tinieblas a la luz.
La luz y la comprensión iluminan para que volvamos al camino de la verdad. Sinceridad en las palabras y lealtad en las acciones, descartando a los falsos caminos.
La “Ruta por Venezuela” generará un impacto en la necesaria agitación social para enfrentar a la caótica situación que nos avasalla, en visibilizar las situaciones que viven los venezolanos. Es un movimiento social de todos los sectores que nace desde nuestras capacidades. La presión interna se hace indispensable para la transición a la democracia.
Los usurpadores no creen en el honor y las posibilidades de una vida luminosa que deje huellas. Algunos pretendemos trascender del simple gozo para dejar un mundo mejor.
Desmontar el totalitarismo exige derribar, piedra por piedra, el pavoroso entramado del mal.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
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