OPINIÓN

Voces de Libertad: La historia desgarradora del coronel García Palomo

por Esteban Oria Esteban Oria

Coronel Oswaldo García Palomo

Mi mensaje es en nombre de mi familia, por mis hijos. Que yo deseo que a mi esposo lo destierren de Venezuela, lo manden a un país neutro, el que ellos elijan.

Queridos lectores, en mi labor de abogar por los presos políticos, he creado la sección «Voces de Libertad», donde comparto testimonios y relatos impactantes que buscan exponer las injusticias que ocurren en mi amado país.

Es importante señalar que, a veces, escribir sobre estos temas me llena de sentimientos encontrados. Sin embargo, mi motivación proviene de un genuino anhelo de ayudar a aquellos que han sido víctimas de la represión política.

En este momento, me embarco en el relato de una historia que ha conmovido mi corazón: la injusticia sufrida por el coronel Oswaldo García Palomo. Su esposa, actualmente en el exilio, compartirá con nosotros los detalles de esta trágica historia. Jamás imaginé en mis peores pesadillas que Venezuela se vería sumida en una situación como la actual, gobernada por criminales que detentan el poder.

Mi labor es indudablemente solitaria, pero lejos de agotarme, cada testimonio que llega a mis manos me infunde una energía renovada para continuar luchando incansablemente por mi país. En particular, la historia del coronel Oswaldo García Palomo ejemplifica de manera impactante la profunda injusticia que prevalece en Venezuela. En este esfuerzo, opto por reservar mis opiniones personales, ya que mi objetivo principal es servir como un canal que contribuya al restablecimiento de la libertad, especialmente para aquellos que han sido víctimas de la persecución política.

Reconozco que mi enfoque crítico hacia Maduro puede causar incomodidad a algunos compatriotas en el exilio, pero sostengo firmemente la creencia de que exponer la verdad es fundamental, y no debemos perder de vista nuestras raíces. Hago un llamado a mis compatriotas para que amen profundamente a su patria, enfrenten la realidad con responsabilidad y sean auténticos y honestos consigo mismos, incluso cuando se encuentran lejos. Sigamos perseverando en la lucha por la libertad de Venezuela.

A continuación, comparto el testimonio de la Sra. Sorbay Padilla, esposa del coronel García Palomo. Además, les brindaré acceso al video completo de nuestra conversación. Este es mi modesto aporte para que el mundo observe y comprenda la dura realidad que enfrentamos en Venezuela. Agradezco su compañía en este viaje.

-Hola, estoy en compañía de Sorbay Padilla, la esposa del coronel Oswaldo Garcia Palomo, Me encantaría conocer tu perspectiva sobre el estado actual de tu esposo. Sabemos bastante sobre cómo llegó el coronel a esta situación, pero me gustaría obtener una breve síntesis de su trayectoria y también comprender tu situación actual. ¿Podrías ofrecer una visión general de quién es el coronel? Es importante que la gente realmente conozca más sobre esto. ¡Bienvenida a mi columna en El Nacional!

-Muchísimas gracias por la invitación. Bueno, yo te voy a hablar de Oswaldo García Palomo, el hombre. Él es un hombre que nació en Puerto Ordaz, fue boy scout, un hombre muy estudioso, planificador, una persona realmente consciente y precisa en todo lo que quería hacer en su vida. Durante su carrera militar, fue una persona muy respetada a nivel militar; jamás ocupó cargos políticos en la llegada de Chávez.

Sus grandes problemas en su carrera militar comenzaron con la llegada de Chávez porque nunca creyó que Chávez pudiese ser algo bueno para la institución. Al estar adentro, pudo ver muchas cosas y siempre las manifestó, ya que Oswaldo es un hombre que no se queda callado; ese es uno de sus grandes errores o virtudes, nunca se queda sin expresar lo que piensa. Esto generó dentro de la Fuerza Armada cierta incomodidad contra su jefe, incluso a la hora de los ascensos.

Mi esposo no llegó a obtener el grado de general porque no era considerado una persona confiable para el régimen. Siempre ha sido llamado por su don de mando, por ser una persona a la que nadie puede tachar de corrupta o que se haya robado algo.

Jamás administró, nada hizo que lo pudiese vincular con malversación, de una u otra manera era bien visto por sus subalternos superiores que de repente estaban en la misma línea que él. Ganó muchos enemigos, por supuesto, por su manera de hablar, por su forma de decir las cosas, por su descontento por cómo veía estaban destruyendo la Fuerza Armada, viendo cómo estaban destruyendo algo que con tanto esfuerzo se había logrado; que la Guardia Nacional llegara a donde había llegado.

Cuando llegó Chávez al poder, lo que hizo fue destruirla, acabarla, porque no sé si usted sabe que dentro de la Fuerza Armada existía una rivalidad entre lo que es el Ejército y la Guardia, eso era algo que traía Chávez en su mente, destruir la guardia o toda la Fuerza Armada, eso es algo que da dolor.

Sí, él tuvo muchos enemigos, con mucho poder, muchísimo. Oswaldo no asciende a general, era algo que se sabía desde siempre, le decíamos, tú no eres una persona confiable para el régimen, a ti jamás te van a ascender a general.

Pero cuándo tú crees en la convicción de que has trabajado para ello, Allí seguía, , en algún momento de la vida, mi esposo me dijo: «Acuérdate que el enemigo se combate desde adentro», porque no todas las cosas me las podía contar. Yo sentía mucho temor porque veía que el enemigo era fuerte y él me decía: «Acuérdate de que el militar soy yo”. El tono de Oswaldo al hablar contra el régimen cada día era más agresivo y no le importaba decir que estaba en contra de ellos en cualquier lado. Entonces, eso era terrible.

Pues yo decía: «Te van a meter preso, te van a meter preso». A él lo citaron varias veces en lo que era la DIM y muchísimas veces lo llamaron a interrogar, siempre había alguien diciendo: «Este no es confiable, García Palomo murmura mucho».

A Oswaldo lo dejaron sin cargo durante aproximadamente dos años. Pero para él fue muy beneficioso, incluso mejor de esa manera. Solicitaba la baja, pero no se la otorgaban, dejándole sin cargo. En ese ínterin, insistió repetidamente, hasta que finalmente le concedieron la baja. Se fue de baja, y desde ese momento, empezó a cambiar.

Pienso que comenzó a mostrarse más agresivo hacia ellos. Era como si ya no tuviera nada que los uniera a ellos. Empezó a percibir el descontento. Además, lo que siempre menciona Oswaldo es que nunca participó en lo que ellos llaman conspiración, y la Constitución lo respalda. Es decir, hizo un juramento frente a la bandera donde se comprometió a hacer respetar las leyes y a no permitir injerencia extranjera, algo que claramente estaba sucediendo.

Era muy fuerte la injerencia.

-Usted se refiere a la presencia militar cubana en Venezuela

-Esa era una de las cosas que más le disgustaba; lo detestaba. Para él era algo terrible. En varias ocasiones lo escuché expresar su descontento al respecto, diciendo que nunca recibió órdenes de un estadounidense. Afirmaba que, si bien podían existir convenios y acuerdos de colaboración para ciertos aspectos y entrenamientos, nunca experimentó que un estadounidense le diera órdenes o lo pusiera en posición de atención. Esa era una línea que, según él, nunca se cruzó.

-Disculpe la interrupción, pero puedo dar fe de la presencia de los cubanos en la administración pública. Formé parte de dicha administración y los vi en numerosas ocasiones visitando la oficina y emitiendo órdenes de la misma manera que los funcionarios locales.

-Exacto. ¿Pero usted alguna vez vio a los estadounidenses haciendo eso? Nunca.

-Es parte de la propaganda cubana

-Claro, esa es la propaganda. Entonces, Oswaldo, siempre ha sido un hombre que ha expresado lo que siente, que ha dicho que le duele su país. Es un hombre que ama a su país, y la prueba está en que cuando nosotros salimos de Venezuela, mi marido tuvo la oportunidad de quedarse en Canadá, en Estados Unidos, donde quisiera, porque todos teníamos visa. Nosotros siempre, hemos tenido visa para entrar en Estados Unidos y en Canadá, y mi esposo nunca se quedó. No quiso hacerlo, por el simple hecho de pensar lo que podríamos perder. Lo único que teníamos era su país, y eso es algo que yo hasta el día de hoy logro entender, porque en su momento no lo comprendía. Es muy particular, porque yo puedo querer a Venezuela, pero no la querría tanto como para sacrificarme y morir por ella. Yo no lo haría, pero hay personas que piensan diferente, y se les respeta.

Cuando observo la situación actual de Venezuela, la veo tan destruida, tan carente de valores, tan indiferente a las necesidades de la gente. A veces me pregunto cómo es posible, con tantos presos, tanta gente sufriendo y tantas carencias.

-Ciertamente, la situación en Venezuela no ha cambiado desde los tiempos de Chávez, más bien ha empeorado con Maduro. ¿Cuál fue la experiencia que tuvo en el momento del arresto de su esposo?

-Aquí hay dos eventos. Un evento, en mi casa irrumpen 40 personas de la DGCIM el día 2 de febrero de 2018, fue horrible, entraron armados, por toda mi casa, agarraron a las niñas, a mí, a mi hijo. Cuando me di cuenta, yo estaba esposada, con las manos hacia atrás dentro de un carro blanco y con una capucha.

A mi hijo  recuerdo clarito que lo vi con sus shorts y unas cholitas esposado como si fuese un delincuente. Lo metieron en su propia camioneta y ahí lo que recuerdo es que bajamos, y llegamos a una urbanización. Era una urbanización porque abrieron un portón y se oía gente, abrieron otro portón y entramos a una casa, entré yo.

Más atrás entró él -su hijo- igual. Nos sentaron en un cuarto con aire acondicionado, helado, helado durante horas. Después, en la noche en noche llegó un jefe, me imagino. Y empieza a preguntarme ¿Dónde está tu esposo? Y yo le digo no sé, él se fue hoy a la finca. Realmente yo no sé dónde está. ¿Entonces bueno, dinos dónde está, de qué grupo es él? ¿Es del grupo de Oscar Pérez? Ellos ni siquiera sabían lo que estaban buscando. ¿Qué pasa ahora? Él me decía “tu hijo sí nos va a decir” y yo oía golpes, se oía, pero ellos prendían dentro de la casa como un secador y luego prendían la televisión a todo volumen.

A mí me llevan como al área de la lavandería de la casa y entonces era poco lo que podía oír, pero se escuchaban gritos. Era algo muy, muy feo. Y eso fue la primera noche, la segunda noche, el segundo día con ellos.

Yo estaba aislada. Y entonces venía una persona y me decía: “Tú tienes que decir dónde está tu esposo”. Ellos hablaban de un apartamento en tal lado, él debe estar allí y yo decía: ¿Pero qué voy a saber yo si él está allí o no? Así hasta que entró una mujer y me dijo: «Tú ahora me vas a decir».

Y fue cuando empezó, fue terrible, ella me colocaba la capucha y adentro me ponía gas lacrimógeno. Era asfixiante. Algo horrible. Las mujeres son terribles para torturar. A mí me mandaban dos mujeres, de hecho, yo perdí una prótesis dental que tenía en una muela en un forcejeo con una de ellas. Eso fue horrible.

Al otro día escucho la voz de una de mis sobrinas que estaban en mi casa, y yo preguntaba ¿qué hacen esas niñas aquí? Entonces ahí empezó la angustia, yo juraba que nos iban a matar.

Estaba muy preocupada por mi hijo, por las niñas que estaban adentro. Si me están haciendo a mí, qué le van a hacer ellas adentro. En una de esas viene el jefe. Me llevan a una oficina. Uno que se llama Santiago. Era su alias. Y Santiago dice:

¿Dónde está tu hija? Y yo le digo: Tú eres el que me vas a responder por mi hija, ella  estaba en la casa. «Tu hija se escapó”, dijo “Tu hija se escapó y está con tu esposo». Y yo le digo que cómo voy a saber dónde está mi hija.

Iban a cada rato a mi casa en una de eso que ellos van, se traen a todo, al ver que no sacaban información con nosotros dirían busquen a la hija que ahí va a aparecer él.

Ellos llevaron a todos los que quedaron en la casa. Las trajeron, las manosearon, les decían que las iban a violar, les decían que me iban a matar a mí y a los otros. Es algo que yo no estoy preparada para vivir. O sea, unas niñas de 19, 18 o 20 años no están preparadas para eso. También se llevaron a la novia de mi hijo porque ella fue a la casa a averiguar qué pasaba.

A todos nos llevaron a esa casa de tortura terrible. Ahí llevaban gente toda la noche y la torturaban.

Aplicaban descargas eléctricas. Había un aparatico que era como un bolígrafo que te lo colocaban y era una descarga eléctrica terrible. Ellos hacen lo que sea, para obtener la información. Oswaldo salió como cualquier día a la finca y en ese momento pasó todo el terror.

Lo de nosotros fue un secuestro, porque una detención es que tú tengas una orden, te llevan, te buscan, te toman una declaración, pero esto fue un secuestro. A mí me llevaron a una casa de tortura. Después nosotros salimos del país, yo llegué a Canadá. Como le comenté, todos teníamos visa y pudimos llegar a Canadá porque mi hija estudiaba allí, estuvimos por un tiempo, mi esposo también estuvo, pero él regresó a Venezuela, yo no sé por qué él lo hizo y ojo, yo no sabía, yo no sabía porque él era una persona que viajaba mucho y realmente salió a un viaje como cualquier otro. Cuando me llaman y me dicen «tenemos días que perdimos el contacto con mi coronel». Yo le había hecho jurarme mil veces que él no iba a regresar a Venezuela. Y bueno, después me entero. Eso fue el 27 de enero de 2019.

Hubo una comisión de la DGCIM que les caen a tiro. Mi esposo está vivo porque tiene alguna misión en esta vida, le rozó una bala la sien y se lo llevan con el coronel Acevedo, Montañez y otras personas más.

Los torturaron horrible durante seis días, horrorosamente y casi los matan, yo creo que querían matarlo y simular que hubo un enfrentamiento. Lo que pasa es que la gente de un caserío salió gritando y pidiendo ayuda, y entonces no lo pudieron matar.

Hubo mucha gente que vio lo que estaba pasando, y por eso no los mataron. Nos activamos muchísimo por las redes sociales, hicimos mucho escándalo. Y a los siete días apareció mi esposo en un video totalmente drogado diciendo cosas que el que lo conoce sabe que él no habla así. Después de ahí, la persecución ha sido terrible, las únicas personas que están en Venezuela son amigos, compadres, y los abogados.

Cada vez que las personas iban a llevarle comida, los reseñaban, les interceptaron los teléfonos. Bueno, una cuestión muy triste fue su abogado, su último abogado, el doctor Rafael Godoy, lo pusieron preso, hace dos semanas murió producto de un derrame cerebral. A él lo intimidaron muchísimas veces. La persecución contra mi familia ha sido horrible, hasta el día de hoy. Mi esposo ha sufrido muchos desmane. No sé por qué el ensañamiento con él.

¿Cuál es su perspectiva respecto a la posibilidad de que su esposo recupere su libertad?

Debe haber negociaciones donde todos tendrían que salir, y pienso que tendría que salir él también. Porque si estamos hablando de una liberación de todos los presos políticos, él tendría que ser beneficiado.

Yo veo el ensañamiento que tienen contra él. Fíjate, hasta el día de hoy, mi esposo tiene cinco meses sin recibir visitas, porque resulta que hicieron una resolución donde dice que solamente pueden recibir visita de esposas, hijos y padres, de los cuales ninguno está en Venezuela.

En estos días pasó un evento en la DGCIM, donde a mi esposo lo llevaron al piso cinco, lo maltrataron para decirle que bajara el tono. Mi esposo, Oswaldo, se encuentra dentro de la DGCIM, no te creas que él es un hombre que les va a pedir cacao. Él es un hombre que no se va a arrodillar ante ellos, y eso les da rabia.

Yo tengo miedo. Cada vez le permiten llamar dos veces por semana durante diez minutos, imagínate a lo que se ha reducido nuestra vida. Diez minutos que se van volando. A veces he temido por su vida. Una vez me dijo: «Por primera vez temo por mi vida. Si a mí me llega a pasar algo, ya sabes qué esperar tú después». Ayer, el viernes, llegaron encapuchados a la celda. Les robaron todo, les quitaron todo, los maltrataron. Entonces, exhorto a los organismos internacionales, a la Corte Penal Internacional, a todos los organismos de una u otra manera. No solamente es una negociación, es que tememos por la vida de ellos, por su salud mental, por todo. Porque nosotros no sabemos lo que les hacen.

Entonces, yo veo que hablan y dicen: «Qué bueno que ha sido un éxito», ¿cómo va a ser un éxito una negociación donde hay 300 presos políticos y simplemente han salido, no sé, 25 o 30? Me alegro por los que han salido, pero ¿y los otros? ¿O sea, quiere decir que hay presos políticos de primera, y otros de segunda? Yo veo a esos pobres viejos que están pendientes de sus hijos. Algunos han muerto en el camino. Todo esto es terrible, es una aberración. ¿Cómo pueden hacer tanto daño y salir así? Esto es un éxito. No lo entiendo.

-Sí, lamento todo lo que estoy escuchando Sorbey. La idea con este post es concientizar a la gente sobre lo que está sucediendo con los presos políticos y sensibilizar a las autoridades a nivel internacional, así como a quienes están en la mesa de negociación. Supuestamente están abogando por la liberación de los presos políticos, pero no se ha visto realmente que ese trabajo llegue a todos. Ha sido un grupo muy reducido el que se ha beneficiado de todo esto. Claro, porque el objetivo es que los países del mundo, Estados Unidos y la Unión Europea, conozcan que la situación en Venezuela ha cambiado poco a favor de los presos políticos. 

-Sí, mi llamado es a la Corte Penal Internacional, como le dije a todos los organismos internacionales y a todos los países que de una u otra manera están en esta negociación. No nos enfoquemos solo en lo que beneficia a Maduro, sino en cómo se puede sentar en una mesa de negociación para liberar a todos los presos políticos. Si tenemos 30 presos políticos. Si se profundiza en cada una de esas listas, se verá que no todos son presos políticos. No pueden meter en esa lista a los 10 estadounidenses que soltaron, porque eran rehenes. Incluso en la misma lista hay personas que estaban presas por otras cosas. Yo quiero hacer énfasis que debemos tomar referencia para negociar a la lista del Foro Penal y de la Coalición por los Derechos Humanos. Esa es la lista de los presos políticos. Estamos pidiendo ayuda después de tantos años. En el caso de mi esposo, son cinco años en una celda de dos por dos, respirando monóxido de carbono en los sótanos de la DGCIM, donde hasta el día de hoy, en este momento, está sufriendo torturas blancas. La luz está encendida todo el día, lleva cinco meses sin recibir visitas, le vulneran sus derechos humanos, no tiene atención médica, no puede ver a un médico ni tener una revisión de un urólogo. Es algo inhumano. Lo que estoy pidiendo es ayuda. que vean lo terrible que está siendo la situación en Venezuela. En este momento, una persona está siendo torturada. Pedimos ayuda para que se den cuenta de que lo que está sucediendo en Venezuela no es un hecho aislado.

Si queremos lograr una reconciliación en el país, avanzar y salir adelante, debemos liberar a los 300 presos políticos que están en esa celda. Esto no debería volver a suceder nunca más, porque es una situación terrible. Observen la migración de 8 millones de personas; esto indica que algo está muy mal en Venezuela. Es importante que se den cuenta de ello, ya que a veces las personas que viven en otras partes no lo comprenden.

No, Venezuela no está bien. Los venezolanos no están bien. Ahí están los trescientos presos políticos que sufren cada día. Pedimos por ellos, pedimos por su libertad, para poder reconciliarnos con nuestras familias. Sueño con el día en que puedan montar a mi esposo en un avión y enviarlo a cualquier lugar, ya sea Colombia o cualquier país donde pueda ir a verlo y buscarlo. Sé que no puede volar directamente aquí porque no tiene visa ni otros requisitos, pero podríamos encontrarnos en otro país y gestionar el proceso para traerlo.

Mis hijos y yo estamos en proceso de obtener la ciudadanía canadiense, y eso abriría muchas puertas. Pedimos ayuda, ya que son ustedes quienes pueden ayudarnos con estas negociaciones y permitirnos reunirnos con nuestras familias nuevamente. Mi mensaje es en nombre de mi familia, por mis hijos. Que yo deseo que a mi esposo lo destierren de Venezuela, lo manden a un país neutro, el que ellos elijan. Nosotros nos encargaremos de traerlo aquí, donde vivimos, para que podamos reunirnos como familia. Nosotros nos encargaremos de que mi esposo no regrese a Venezuela si es eso lo que quieren. Lo que buscamos es su libertad para poder reencontrarnos y estar juntos, porque es muy difícil vivir sin que mis hijos crezcan sin su papá. En verdad, como esposa, lo extraño muchísimo, y considero que es lo mejor para la familia en este momento.

Quiero expresar mi agradecimiento a la señora Sorbay Padilla por compartir su testimonio. Es realmente aterrador conocer los detalles de su secuestro a manos de funcionarios del régimen de Maduro. Las vivencias de terror en la casa de la tortura, la situación actual de su esposo sometido a insensatas torturas y la trágica muerte de su abogado por la presión ejercida en su contra, debido a un derrame cerebral, son hechos que revelan la brutalidad del régimen.

No puedo dejar de imaginar cuánto sufrió el abogado cumpliendo con su labor de defender a este ciudadano de su injusta prisión. La maldad ejercida desde el centro de poder en Miraflores, con Maduro como conductor de esta terrible represión contra los venezolanos, se refleja en cada historia de las víctimas de su régimen.

En el caso del coronel Oswaldo García Palomo, un hombre de moral inquebrantable, es lamentable ver cómo Maduro busca oprimir, reprimir y encarcelar a aquellos que podrían ser líderes admirables, especialmente en las fuerzas armadas. Su objetivo es claro: disuadir a los oficiales de cumplir con su deber constitucional de restaurar la democracia en Venezuela.

Bien hasta qui la conversación que sostuve con Sorbay Padilla, lamento profundamente que esta situación afecte a la familia venezolana. Espero que estas historias lleguen a manos de líderes como el fiscal Karim Khan en la CPI, el Sr. Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Sr. Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, y el responsable de la política exterior de la Unión Europea.

Es crucial que las naciones del mundo, especialmente las de América Latina, apoyen con las medidas necesarias para presionar a Maduro y lograr que se siente en una mesa de negociación que devuelva la libertad a los presos políticos. Coincido con la señora Sorbay en que una solución razonable sería el destierro de todos los presos políticos, como ha sucedido en Nicaragua con Noriega. Necesitamos verdaderos negociadores en la llamada oposición democrática que se sienten en la mesa y no cedan en su derecho a buscar la libertad para los presos políticos.

Nos seguimos leyendo en un próximo post en El Nacional.

@estebanoria