OPINIÓN

Vladimir Putin: el meteorito que acabaría con el planeta

por Gustavo Coronel Gustavo Coronel

Ucrania acaba de firmar la petición de membresía en la OTAN, como reacción frente a la invasión de Rusia y su ocupación de territorio ucraniano mediante referendos falsos. Esta acción ucraniana acerca más al planeta a una tercera guerra mundial.

Vladimir Putin y su ejército de mercenarios, apoyado por un pequeño grupo de países forajidos del planeta como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte, Irán y otros, está llevando a cabo una guerra abierta no declarada contra Occidente y amenaza al mundo con un conflicto nuclear. De cumplirse esta amenaza demencial ello probablemente marcaría el final de la especie humana, al menos como la hemos conocido hasta ahora.

Contemplamos impotentes el terrible espectáculo de un planeta rehén de un loco acomplejado, extremadamente peligroso por estar siendo derrotado en la guerra convencional. Solo parece quedarle como salida el sacrificio y parece evidente que no vacilará en llevarse consigo al resto de la especie.

Ya los sistemas de defensa de las grandes potencias se encuentran en estado de alerta. Cuando estas instancias aparecen se hace muy difícil, casi inevitable, detener su progresión, puesto que cada acción genera una reacción y se incrementan la desconfianza, el temor, el odio y el resentimiento, factores irracionales que van influyendo sobre el curso de los acontecimientos.

Una vez que los acontecimientos se precipiten –en ausencia de un árbitro que tenga ascendencia sobre el demente– se harán necesarias acciones por parte de Occidente. Entre las posibles acciones preventivas que pudiesen ser necesarias, dada la situación de crisis energética causada por el cierre del gas ruso a Occidente, estaría una acción militar para terminar con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, el cual se ha convertido en un agente declarado de Vladimir Putin en las Américas.

Una acción militar de las fuerzas democráticas de Occidente para desalojar a Nicolás Maduro y a su pandilla del poder en Venezuela, se justificaría con el objetivo de celebrar elecciones libres e instaurar en Venezuela la democracia arrebatada por dictadores crueles e ignorantes, quienes han arruinado al país y causado la pérdida de nuestro patrimonio petrolero y de nuestra dignidad como país. Una acción profiláctica de esta naturaleza le negaría a Vladimir Putin acceso a los recursos minerales venezolanos.

En el filme de Stanley Kubrick Dr. Strangelove, 1964, un paranoico general estadounidense ordena un ataque atómico contra la Unión Soviética. Hoy, el largometraje parecería ser premonitorio pero la dirección del ataque es opuesta, de Rusia a Occidente. La cinta causó mucho temor porque llegó en los años de la crisis de los misiles rusos en Cuba. 65 años después el peligro resurge con aún mayor intensidad y los protagonistas, los malos y los buenos, siguen siendo casi los mismos. Una de las pocas diferencias es que el gobierno de Venezuela es hoy aliado del villano.