OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Una digresión para poner en perspectiva

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Hay una cantidad de elementos cuya evaluación depende del momento en el tiempo en el que uno se pare y la capacidad de proyectar a partir de allí. Antes de la existencia de Napoleón no se podía pensar que iba a dominar Europa, y por supuesto, tampoco que iba a dominar España; y que el rey de España habilitaría una línea de pensamiento sobre las colonias que llevaron a la independencia americana.

Planificar antes o después de Napoleón hubiera dado resultados diametralmente opuestos; porque haberlo hecho antes no hubiera previsto la aparición de este personaje; y aun habiéndolo hecho después no hubiera sido fácil considerar la influencia sobre España y sobre las colonias; así como tampoco la participación decisiva de Inglaterra y la salida de este mapa del que ocasionó estos cambios, que fue Francia… Que se quedó fuera.

Para nuestro caso, la aparición de un personaje casi desconocido que, en muy poco tiempo, cohesiona una oposición dividida, consigue la alineación y respaldo irrestricto de Estados Unidos, quien a su vez arrastra a Latinoamérica y la Unión Europea, no estaba en el mapa estratégico del año 2022, sino como una opción sin nombre y, principalmente, como una expresión de deseo mágico.

Situaciones como las explicadas nos dan la idea de que la consistencia y sostenibilidad de una estrategia está amarrada a la capacidad de lectura prospectiva de las condiciones del entorno, cercano y no tan cercano.

¿En qué momento se volvió Napoleón disruptivo? ¿Al nacer, al entrar a la academia, al convertirse en un emperador, al invadir España o al alejarse a Elba? En el mismo orden de ideas, internet, el teléfono, el telégrafo, fueron capaces de cambiar la historia y darle un giro radical, el cual se contrapone a la percepción inercial de los hechos; o lo que es lo mismo que las cosas ocurran tal y como debería ocurrir.

Esto nace de los inventos tecnológicos que le dan un giro radical a la historia. Venezuela estaba en una bonanza hasta el fallecimiento de Hugo Chávez, momento en el cual cambia un conjunto de variables que permanecerán cambiadas durante un tiempo largo. Se pueden identificar siete elementos que cambian para enrumbar el país hacia un lugar distinto. Se produce un cambio con carácter casi estructural:

  1. Bajan los precios del petróleo
  2. La recesión en el país se vuelve estructural (se destruyeron los sectores productivos)
  3. El chavismo empieza a perder el apoyo popular (si las elecciones con Capriles hubiesen sido dos semanas después, la diferencia hubiera sido tan grande que no hubiera habido espacio para la duda, como ocurrió en la práctica)
  4. Se produce un cambio de tendencia, el chavismo a caer, y la oposición a subir
  5. La gobernabilidad afectada. Las órdenes no pueden ser cumplidas. Se da una orden y no hay manera humana que pueda cumplirse. Pueden dar un pequeño alivio, pero sabes que no va a funcionar
  6. Deterioro de infraestructura y servicios. Accidentes en refinerías, afectación en el Parque Eléctrico
  7. Reputación del país cada vez más comprometida. Se van los inversores en transporte y se empieza a comprometer más profundamente la reputación del país

Entramos a un declive que diez años después nos llevan a una turbulencia que hace que el chavismo se convierta en reactivo y comience una resistencia que eventualmente lo debe llevar en el tiempo a una salida del Gobierno.

Si bien todo parece estar bajo control, en el fondo hay una sensación de que todo es cada vez más desordenado, anárquico, con desconcierto; y si bien no se ven síntomas de agitación ni de violencia, también es cierto que se intuye que estamos encaminados a llegar a una crisis.

Por el momento hay una sensación solidaria de unidad, la cual, a partir del 28 de julio podría transformarse en decepción, y regresar al “sálvese quien pueda” cuya mayor expresión está en el que se va del país; porque están dejándolo todo y lanzándose a rescatar la esperanza de poder vivir mejor, y darles futuro a hijos y nietos. Porque desde el arranque del declive hasta la entrada de la turbulencia hemos estado cayendo en una inercia que refleja que “mañana siempre será peor que hoy”.

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