OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Transformar la cultura para alinearla con la imagen país

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

En estos últimos años, los símbolos han vuelto a ganar un espacio como factor de integración y guía del sentido de dirección. Desde los símbolos patrios, hasta los emblemas del chavismo, nuestra sociedad deberá encontrar uno o varios elementos que le den cohesión, y en lo posible, más orientados al futuro deseado y sin controversia, que a un pasado de confrontación y tristeza.

Las culturas no se decretan, sino que son el resultado de un conjunto de comportamientos comunes involuntarios, que terminan convirtiéndose en un patrón consistente que identifica al país o la región. La apariencia física, color de piel, peinado, vestimenta, colores, música, comida y comportamientos rutinarios, son entre otros los elementos de caracterización que deben identificarse para llegar a lo que se llama imagen país.

En esta etapa de cambios y transformaciones políticas, habrá que identificar aquellos elementos de arraigo cultural negativo que puedan significar un lastre en el proceso de alineación con las sociedades globales. Cómo se puede esperar que alguien no acostumbrado a pagar por los servicios que recibe, porque los considera un derecho, ahora comience a entender que esas cosas no se regalan, sino que cuestan y se ganan.

Identificar cuál es la cultura del venezolano es un paso importante hacia la identificación de la imagen país: qué es Venezuela, quiénes son los venezolanos, cuáles son los elementos de reconocimiento y diferenciación, son algunas de las preguntas que habrá que responder a partir de la combinación del comportamiento social actual y del que se espera para lograr una mejor sociedad, próspera y solidaria.

No hay que olvidar que, aunque se cambie de Gobierno, la cultura no cambia, a menos que sea más que un cambio de gobierno y se convierta en un cambio de modelo, a veces natural y a veces -como en nuestro caso- por la fuerza y la opresión; que al principio era solo de extorsión y chantaje velado, pero que naturalmente derivó en el baño de sangre con el que amenazó Maduro, y con la guerra civil que aun o puede descartarse que pueda ocurrir.

El chavismo intentó cambiar la historia a su conveniencia como si hubiera habido un salto fantástico desde Bolívar hasta Chávez, hablando mal de próceres como Páez, por solo nombrar uno que hicieron desaparecer… Igual fue el cambio de la figura física de Bolívar convirtiendo en zambo a un español, y tratando de entronizar la figura de Chávez para que, al igual que lo intentaron con Néstor Kirchner en Argentina, convertirlos en próceres con los cuerpos aun calientes.

La misma sociedad que vio con asombro, pero con resignación basada en la ignorancia, levantar estatuas de Chávez, fue la misma que en la semana del 29J se ocupó de destruirlas… y no fue la “derecha” la que lo hizo, sino que fue el mismo pueblo que entendió que estaban sometidos a un proceso de anti cultura resultante de un síndrome de Estocolmo cultural del que, GaD, estamos despertando.

Por ejemplo, nos hicieron creer que éramos socialistas cuando por generaciones nos caracterizamos por ser capitalistas, meritocráticos y trabajadores; trataron de lavarnos el cerebro y no lo consiguieron.

Estamos rescatando la cultura de ser venezolanos la cual, una vez más GaD, estaba dormida, pero presente. Se acabó la victimización, el imperialismo y tantas otras cosas que este proyecto de revolución que nos dañó la autoestima y nos sacó de ser la tercera economía de la región, hasta ponernos en una tabla más cercana a Haití.

Bueno… pero tenemos material humano como para salir de la jaula y comenzar nuevamente a ser libres. No será fácil… de hecho no está resultando fácil, pero saldremos de los escombros donde nos pusieron, para reconstruir la patria que por derecho nos ganaremos.

Y a partir de allí es que podremos pensar seriamente en el proyecto de Imagen País… que por los vientos que soplan, posiblemente se parezca al Ave Fénix.

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