OPINIÓN

Vitrina Venezuela: ¿Tiempo de reducción?

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Cortar costos es como presionar sobre un resorte. Cuando se aprieta se reduce, pero cuando se suelta alcanza niveles más altos que antes de hacerlo. Reducir costos es algo diferente.

Reducir costos podría perfectamente reemplazarse por “alcanzar los costos necesarios para llevar a cabo el negocio”. Ni más costos que ésos ni menos costos que ésos. Cuando se “cortan” costos se corre el riesgo de dejar algunos que no se debe y cortar otros que no se debe, y si el corte es lineal es más peligroso, pues puede desbalancear la estructura operativa.

Para la reducción de costos se puede seguir un enfoque de aplicación general, que es el de la adición de valor, ya sea al producto o servicio como centro de acumulación, o al cliente como destino final de todos los esfuerzos. Todo aquello que no adiciona valor directamente, debe pasar a un análisis que identifique con claridad si adiciona algún valor indirecto y, si no lo hace, entonces hay que buscar la manera de reducirlo hasta que desaparezca. En ese sentido, deben identificarse las fuentes de reducción de costos y para eso, entre otra, hay algunas pistas que pueden orientar por dónde comenzar a buscar.

El estímulo para trabajar sobre los costos, en general, no proviene de un acto espontáneo de la gerencia, sino que es externo.

– Problemas de competitividad, los cuales volverán a ser poco frecuentes por la recartelización de la economía en el último tiempo. Pero durante el período en el cual comenzamos a competir fue, sin duda, una de las causas principales para pensar en reducir costos.

– Problemas con el impacto de recesión, que llevan a reducir al mínimo posible el costo de operar en la escala actual

Como consultor gerencial puedo monitorear las tendencias a través de las solicitudes de servicios y de contactos con el mercado, así como identificar las motivaciones para solicitar propuestas de estos servicios.

Como se habrá notado, para llevar a cabo cualquiera de los conceptos tratados hace falta información. Pero no información basada en una “operación cayapa” cada vez que se necesita, pues generalmente la información así obtenida no es confiable, no es precisa y casi siempre es extemporánea.

La información para decisiones mayores debe ser todo lo contrario, además de ser consistente, o lo que es lo mismo, que durante varios períodos se haya basado en las mismas fuentes con la misma frecuencia.

En cuanto a la información histórica, cuando la gerencia se entera de algo a través de la contabilidad es porque ya pasó y, por consiguiente, es poco lo que se pueda hacer por eso, salvo prevenir para que no vuelva a ocurrir. La anticipación es mucho más efectiva en este tipo de estrategia de cambios en las estructuras de negocio que conduzcan a reducción de costos y gastos.

En términos de gerencia:

El objetivo es que la empresa esté en “buena forma”, lo cual quiere decir sin “kilos” de más. Cada parte operando como debe ser y sin lastres que la atrasen y le impidan moverse con soltura, agilidad y flexibilidad. Se habla de eliminar la grasa y dejar el músculo bien entrenado. Grasa, lastre, sobrepeso: allí está el exceso de costos y gastos.

Sobrereducción y down-sizing

El nivel costos y gastos es función de la escala de la operación y alcanza su valor óptimo para esa escala cuando la empresa puede competir exitosamente. Cuando hay un exceso de costos, la actitud natural es la de reducirlos. Pero si se reducen más allá del óptimo para la escala, necesariamente le inducirán rigideces a la operación que la puedan hacer colapsar; es una zona de alto riesgo y de mucha pericia gerencial, es como navegar visualmente en una zona llena de corales.

Esta situación de riesgo se presenta cuando se tiene confianza de que la retracción del mercado es transitoria y de que hay que sostener el tamaño pensado en el futuro. Ese período se caracteriza por muy bajo flujo de caja, con capital de trabajo negativo; además del cuidado de un apalancamiento mayor del que seguramente ya se tiene. Hace falta una sólida cultura para llevar a cada rincón de la empresa el mensaje de sostener los costos y los gastos por debajo del mínimo.

Cuando este caso de sobrereducción de costos va mucho más allá del óptimo para la escala, puede forzar, sin desearlo, una verdadera  reducción de la escala (punto de no retorno) de la cual se haga difícil volver al tamaño anterior y, por el contrario, colapse y fuerce una reducción (downsizing) no deseada, hacia un tamaño inferior.

Si finalmente la decisión es la reducir la escala de operación, el ejercicio previo debe servir como indicador de propiedades, pues de la toma de decisión de reducir la escala de operación hasta que se logra va a pasar un tiempo importante, el cual se debe monitorear como si fuera un proyecto, con un límite definido por la capacidad de financiamiento que tenga la empresa.

Si es un caso mixto de sobre reducción de costos y posterior downsizing, de este tiempo debe deducirse el que ya se utilizó (si se hizo) mientras se trataba de sostener la escala anterior, pues el consumo de capital de trabajo es uno solo, y es parte del que se requiere en la transición para reducir la escala de operación.

Seguramente luego del downsizing habrá como una bonanza en la manera de hacer las cosas; se sentirán “sobrados”. Pero será una empresa con características diferentes a las que tenía antes de reducir la escala. Y eso seguramente indicará que también tenemos un ambiente de negocios diferente.

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