OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Seguridad y defensa

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

La alineación geopolítica con Cuba, China, Irán y Rusia ha influido en el parque de armamento, dispositivos, tecnología, organización y doctrina militar, que nos alejó de nuestro entorno geopolítico/militar que tiene que ver con nuestros países vecinos, con Estados Unidos y con la Unión Europea e Israel.

Debemos regresar hacia un entorno donde podamos sentirnos acompañados y validados en vez del rechazo, temor y opacidad que les generamos. Las fuerzas armadas deben entrar en un proceso de transformación, sustituyendo y adaptando. Nuestros oficiales volverán a sentirse cómodos en las reuniones internacionales, así como en las reuniones internas, con la tranquilidad de saber que los servicios de inteligencia no los están “cazando” a ellos y sus familias.

Tal como se verá más adelante, dependiendo del grado de penetración ideológica que tenga la fuerza, estará también su capacidad de adaptación y reinserción vs una posibilidad real de su eliminación y sustitución y ser sustituidos por instituciones que favorezcan la gobernabilidad.

Hay que salir del militarismo como primer paso para que vuelvan a las funciones que se les atribuyen. El problema del poder militar es que no se sabe si surge por debilidad de la clase política, o como herencia de las revoluciones libertadoras, donde solo con la mano fuerte y firme se puede gobernar para llegar a tener resultados concretos.

A partir de la caída de Pérez Jiménez, no había ocurrido una participación activa, pero si se había mantenido con mucha presencia. El militarismo termina en 1958 pero reaparece en 1992. Aunque el alto mando militar fue siempre importante, dejó de serlo hasta que un militar llegó al poder, como el caso de Hugo Chávez.

El neo militarismo entra en una nueva fase: lo que tradicionalmente eran militares de derecha que pasaron a ser de izquierda, donde la derecha reconocía la preeminencia del civil en el conocimiento, pero que en la izquierda no ocurría. Así fue como quedó la enseñanza del militar multifuncional que se suponía que podía hacer todo lo que un especialista civil podía.

Inclusive sustituirlo en la presidencia de la República, sin estudios y sin la preparación correspondiente, pues consideraban que la disciplina era más importante que el conocimiento profesional.

La capacidad civil de la creatividad, la flexibilidad, la imaginación y la disrupción, está por diseño fuera del alcance de la estructura de formación militar. La disciplina, si bien tiene un valor organizativo y de consistencia, nunca puede ser el factor que inhiba el pensamiento libre, fuente de la solución de todos los problemas que puedan presentarse.

El ejemplo más claro de militarismo, o mejor dicho, de mala utilización del recurso militar, ocurrió con las dictaduras en el sur, cuyos militares asumieron todas las funcionalidades que debían estar en manos de civiles, distorsionándolas y produciendo un gran retroceso en la vida ciudadana.

Cuando un profesional civil no obedecía, como si fuera un militar, era castigado y segregado con el consiguiente impacto negativo en la disciplina de la que se tratara.  Este exceso de poder se extendió a todas las áreas de la vida ciudadana, llegando a afectar los derechos humanos a niveles cercanos al genocidio.

Cuando terminó la etapa militar (porque siempre terminan), el concepto de militar y de fuerza armada se desprestigió de tal manera que, hasta echó por tierra, el prestigio ganado en la gesta libertadora y, pasado los años hasta esta fecha, un militar venezolano, difícilmente, puede andar por la calle vestido de uniforme sin provocar una reacción negativa en los ciudadanos.

La guerra contra la subversión que se dio en Argentina, se originó en un decreto “de exterminio” firmado por la presidenta Perón y ejecutado por unas Fuerzas Armadas dependientes del poder civil que, legal y legítimamente, condujeron operaciones de contrainsurgencia contra las guerrillas comunistas alimentadas desde Cuba.

La legitimidad la perdieron cuando se hicieron cargo del poder civil y extendieron su accionar más allá de lo netamente antisubversivo, entrando en conflicto con los conceptos de lesa humanidad y derechos humanos.

La fuerza armada venezolana, altamente politizada, repitiendo cada día al toque de diana que son “profundamente chavistas”, hoy, que el chavismo perdió la legitimidad, las arrastra a un campo en el cual van perdiendo la razón de su existir; porque hoy el chavismo ya no representa ni al pueblo ni a la patria venezolana… se han quedado solos y aislados.

Como institución deberían darle un segundo pensamiento a esta posición tan limitante, y buscar un nuevo enfoque en favor de su propia supervivencia.

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