OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Seguridad ciudadana

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

La seguridad es inseparable del sistema jurídico. Si la policía encarcela al delincuente y el sistema judicial lo deja en libertad, nada se hizo. La cultura nace de la exigencia. Que se tenga terror de caer preso por un delito real, no un delito inventado. Que la gente tenga miedo de delinquir porque la justicia le caerá encima con dureza. Como dice el presidente Milei: “El que las hace, las paga”.

Como ya hemos dicho, para salir de la situación en la que estamos tiene que haber muchas políticas de Estado. Entre ellas limpiar a los corruptos que han afectado al país. Los oficiales de policía deberán estudiar durante cuatro años y tener buenas calificaciones antes de entrar al campo laboral como efectivo de seguridad. En su programa de estudio no debería haber nada que tenga que ver con ideologías, sino técnicas referentes en su área.

Por otro lado, los centros penitenciarios deberán ser administrados por empresas privadas desde las gobernaciones y las alcaldías. Hay que considerar los escuadrones de cacería, como el caso de Brasil en sus favelas que tan buenos resultados dio. Y no olvidar el caso actual de la ciudad de Rosario en argentina que estaba en manos del narco y que en menos de 10 meses de gobierno de Milei se convirtió en un lugar más seguro.

Nuestro país está fuera de los tableros de guerra del mundo. No tenemos hipótesis de conflictos reales porque nuestros roces con Colombia nunca escalarán de una gran escaramuza. No tenemos equipamiento para pelear con Guyana y estamos muy lejos de ser un peligro importante para Brasil.

La otra hipótesis de conflicto puede erigirse sobre Estados Unidos, pero no tenemos ni una remota capacidad de enfrentarnos con ellos, ni siquiera porque hubiese una razón.

Las guerras sobre petróleo ocurren en los países donde la extracción es sencilla y sale un líquido liviano. En nuestro caso, sale una pasta gruesa. La hipótesis de conflicto de que van a atacarnos para quitarnos el petróleo no resulta muy creíble. A partir de estas hipótesis de ridiculización, tenemos que reorientar el uso de las Fuerzas Armadas que tenemos en una nueva etapa. Las guerras tendríamos que lucharlas desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Cantv, y no desde Fuerte Tiuna.

Las guerras de cuarta generación son psicológicas y giran alrededor de la información. Ahora se tienen que dedicar a luchar contra la droga, solamente contra la droga. El equipamiento cada vez más complicado de guerra física y lucha engagement se da solo contra la droga. Nosotros no somos Medio Oriente, no somos Palestina. Ya eso desapareció en Latinoamérica.

Seguir con la lógica del Sukhoi y el tanque ya no es funcional. El enemigo para los siguientes 20 años seguirá siendo la droga y el narcotráfico. Los carteles del narcotráfico, con infiltración en el gobierno y en nuestras fuerzas militares. El primer paso para la reorientación de la lucha antinarcóticos debería ser una limpieza de la fuerza armada. Hay que hacer una limpieza trasversal y a partir de eso hacer una reconversión para convertirla, básicamente, en una fuerza antinarcóticos.

Al desaparecer la revolución bolivariana, las hipótesis de conflicto con nuestros vecinos tienden a desaparecer: no tenemos en los siguientes 20 ó 30 años, hipótesis de conflictos ni con Colombia, Brasil, Guyana o Estados Unidos.

El ángulo que queda descubierto en la etapa posterior al chavismo es si realmente se podrá contar con una Fuerza Armada leal a la Constitución (en vez de ser “profundamente chavista”), y si esa realidad no nos debería llevar a considerar su disolución (dar de baja a todo el estamento militar y disponer de los bienes especializados) y trabajar en una opción, desde cero, que reconozca que el daño que el chavismo le hizo a la Fuerza Armada fue profundo e irreversible y les resultó letal.

Ah… y en cuanto a la amenaza de terrorismo por Herzbollá, Farc y alguna nueva que pueda aparecer con resabios de extremistas bolivarianos rezagados, pues habrá que considerarlos delincuentes comunes y atacarlos y suprimirlos como tales. Porque la posibilidad que hoy existe de ser terroristas se da solo por el apoyo del estado y sus vínculos con Irán… y el nuevo gobierno de Edmundo está lejos de esa posibilidad.

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