OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Responsabilidad social (la tinta, lo digital y el manejo de la basura)

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Las políticas públicas ambientales deben aplicarse también a los procesos administrativos, cuyo mayor exponente suele ser la organización burocrática del Estado que contribuye a la contaminación a través de dos efectos principales:

La desmaterialización proviene de la digitalización, que convierte todo lo tangible, como una hoja de papel impresa por tinta, a un medio digital. Además de la seguridad y veracidad que conlleva este proceso, también genera un ahorro de costos y previene la contaminación ambiental. La desmaterialización surge con la digitalización y apoyado con Internet, que es uno de los inventos más disruptivos en la vida de las personas, sobre todo de las instituciones.

Hay dos dimensiones: la física y la virtual. El comercio digital, como todo lo que se deriva de este, es muy importante, por ejemplo, las compras en Amazon o Mercado Libre o las transacciones en criptomonedas.

Todo aquello que se convierta en algo físico automáticamente dispara los costos a la estratósfera; por lo tanto, se necesitará mejorar el ancho de banda para tener más comercios digitales. De lo contrario, estaríamos navegando en una tabla de surf mala.

En otro orden de ideas, la disposición final de la basura es la punta de lanza de cualquier estrategia ambiental del país. Se da en los rellenos sanitarios, en capas ordenadas para procesar los desechos orgánicos, separándolos de los desechos sólidos, como el metal, el plástico y el vidrio. Deben ser procesados por empresas profesionales de reciclaje y procesamiento.

En el otro extremo está la producción de basura (residencial, comercial e industrial), que debería organizarse según el tipo de utilización en los procesos de reciclaje. Podría llegarse a la paradoja de que las empresas de basura le paguen a las residencias, comercios e industrias, para que les “vendan” sus desechos.

Todo dependerá de la estrategia que la nueva etapa de Venezuela decida para el manejo de su basura, la cual ha ido degradándose en cantidad y en calidad de su composición; ha ido aumentando el componente orgánico (de uso limitado en reciclaje) en detrimento de lo sólido. Con el relanzamiento y expansión de la economía venezolana, esto último debería cambiar y convertirse en una oportunidad más de desarrollo económico.

Cuando se vive en un lugar alto de Caracas, o se tiene la oportunidad de volar sobre la ciudad en la mañana, se observa una capa negra sobre el valle, que es como un residuo del día anterior y al día siguiente la corriente de vientos la arrastrará, haciendo que nuestro pulmón vegetal, el Ávila, no nos funcione verdaderamente como tal.

Habría que pensar en el tema de la contaminación y terminar de sacar las plantas industriales de Caracas. Podemos pensar en impuestos ambientales, crear una institución que los cobre y alimente un fondo con propósito especializado ambiental. Tendría que existir toda una estrategia ambiental que termine aterrizando en lo económico.

La conciencia se crea como resultado del proceso castigo-incentivo. Y que el castigo pueda terminar siendo de prisión o económico. Los que no cumplen, no tienen un incentivo. Hasta que la educación los alcance, tiene que existir castigo incluso para los presidentes de las empresas. Es un tema mucho más importante de lo que parece, es con lo que tenemos que convivir todos los días, en un ambiente de confianza y civilización.

Todo lo anterior asume que el 10E habrá un cambio de gobierno con el respaldo popular que hará que, en este tipo de cosas que dependen de la gente y de rescatar una cultura que evite la depredación, sean posibles; porque la gente desde sus casas comenzará a torcer el rumbo de la historia y volver a ponerla en perspectiva de libertad, armonía y progreso.

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