OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Reputación: La vuelta del “boca en boca”

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

La vuelta del “boca en boca”. Para trazar una estrategia exitosa, no se puede perder de vista la reputación, que se verá influenciada por las características nacionales e internacionales, definiendo el rumbo y comportamiento según la valoración que se tenga de la sociedad. En este apartado no basta responder solo a la pregunta quién soy, sino cómo soy percibido y por quién.

Con la vuelta del “boca en boca” en este mundo cada vez más globalizado, a través de las redes sociales y la digitalización de la noticia escrita –amparada en la inmediatez– se termina siendo lo que el entorno dice que uno es. La reputación en línea (online reputation) es un alto puntaje de la reputación total, pareciéndose cada vez más a la realidad, y convertida en un factor importante que no se puede ignorar porque podría conducir a una estrategia equivocada.

Es el reflejo de la estima o prestigio que arrojan los primeros diez resultados de Google y que se genera desde los climas de la opinión pública. Si se tiene reputación de culpable, aun siendo inocente, es muy probable terminar condenado.

Los pensamientos se exteriorizan con palabras, las palabras se convierten en acciones y estas en hechos que acarrean consecuencias. Esto no solo se aplica a las personas y las empresas, sino también a los países. Por ejemplo, las redes y los medios –vehículos conductores de reputación– propagan contenidos que afectan la imagen de Venezuela en el resto del mundo: percepción del default, totalitarismo, narcotráfico, violación de los derechos humanos e inseguridad. Pero, ¿cuál es la brecha entre percepción y realidad?, ¿entre reputación y entorno? Precisamente, la tan perseguida “verdad” no es más que un juego entre la realidad percibida, la mediática y la real.

Los elementos que conforman el prestigio son cada vez más importantes, especialmente, con el advenimiento de las redes sociales, en donde no se puede seguir pensando que las grandes corporaciones mediáticas tienen el control de la información. El grave error de los gobiernos totalitarios es no aceptar la importancia de la prensa, donde –a diferencia de los países capitalistas que conviven en armonía– se les considera enemigos.

Pierden el control tratando de administrar la realidad, pero sin capacidad real de condicionarla. Democracia y hegemonía no van de la mano.

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