Si bien la tendencia mundial es hacia las energías renovables, en nuestro caso serán consideradas, en una etapa posterior, a que se hayan solucionado los problemas básicos y se haya estabilizado la economía del país. De alguna manera, las energías alternativas podrían ser hasta un lujo en un país petrolero y con una fuente hidráulica como el río Caroní.
Sin energía eléctrica no hay PIB, por lo que hay que generar una matriz energética autosustentable en el tiempo, donde la inversión privada sea el motor de desarrollo. Si se tiene un río como el Caroní, que fue capaz de haber alimentado 64% del PIB en las épocas de máxima producción, entonces hay que aprovecharlo al máximo y desarrollarlo aguas arriba (tomando el Caroní Medio y Caroní Alto y colocar nuevas plantas), considerando que se puede invertir con cierta tranquilidad ya que es un río noble que no se va a quedar sin agua en muchísimo tiempo.
El tema está en definir la matriz energética: decidir si queremos que lo hidroeléctrico se mantenga en el 60%, y mejorar y repotenciar las plantas que ya existen y construir al menos dos nuevas. El resto del desarrollo deberá ser térmico (principalmente gas y, lo menos posible, gasoil).
El Caroní no se va a mover, y eso significa que hay que transportar la energía hacia los centros. La hidráulica es una energía muy barata y se encarece por el transporte. Mientras que la térmica es mucho más cara, pero se compensa con bajo costo de transporte porque se construye cerca de los centros de consumo (centros de carga). Los nuevos desarrollos deben ir asociados a optimizar los costos de transporte, acercándolo a los centros productivos.
Toda la energía de los grandes productores va a un sistema único que se llama “interconectado” y que se soporta en la potencia de los sistemas de transmisión. Grandes masas de electrones se transportan en una red troncal, y van bajando mediante transformadores en baja para pasar a sistemas de subtransporte y distribución mayorista y minorista.
El más caro es el sistema interconectado, por lo que hay que desarrollar sistemas de generación regional y local. Para que funcione, esa grilla eléctrica tiene que tener incentivos económicos, ya que cada planta de generación funciona con unos costos: las plantas muy mal mantenidas tendrán costos muy altos, porque para la misma capacidad instalada tendrá consumos más caros; contrario a lo que ocurre con las más nuevas y mejor mantenidas.
Quienes manejan el despacho de energía deciden qué plantas se despachan primero: al principio la de menos costo y luego las más caras. Es decir, en Venezuela, se despachan primero las plantas hidráulicas y luego las térmicas -desde la más eficiente a la más deteriorada-, a medida que se vaya incrementando la carga –que es la demanda-, el centro de ejecución las va despachando. Todo es instantáneo, el transporte ocurre en micronésimas de segundos.
A una empresa privada, a diferencia del Estado, le interesa que la despachen porque de ahí provienen sus ingresos. Por lo cual tienen que tener costos bajos, lo que significa, o bien una mejor tecnología, o bien un buen mantenimiento, o ambas simultáneamente. Por eso, el capital privado le induce automáticamente eficiencia al sistema, a diferencia que, cuando son del Estado, no hay un doliente al que le importe.
Las tarifas son los montos que deben pagar los clientes y usuarios a las empresas prestadoras del servicio eléctrico. Con esos ingresos, la compañía debe cubrir, no solamente el costo de operar, sino también el mantenimiento, actualizaciones tecnológicas y nuevas inversiones; además de la retribución al capital invertido.
Las tarifas no serán iguales para todos los clientes y estarán segmentadas por zonas, por niveles de ingreso y, por supuesto, por la utilización entendida de la energía, ya sea residencial, comercial, industrial y especializada.
El costo del transporte debería estar claramente reconocido en el perfil de la tarifa, de forma tal que, en un ambiente de competencia entre proveedores de servicio eléctrico, el cliente privilegie a aquella que tenga una mezcla óptima de generación, transmisión y distribución. No hay que perder de vista el concepto de subsidios, que acompañen a las personas en situación de pobreza en su tránsito hacia una mejor calidad de vida. Este concepto de subsidio puede ser extensivo a las empresas en el caso de sectores que requieran apoyo e incentivos.
Desde el lado de la empresa, la eficiencia en costos será una fuente adicional de beneficios, que se logrará siendo despachada como la planta de más bajo costo. Al tratarse de un servicio público, el rol del Estado debe estar asociado a la máxima regulación posible, tratando de evitar el conflicto de ser regulador y regulado cuando el estado es propietario de una empresa eléctrica. Por consiguiente, la Ley Eléctrica debe modificarse reformulando la institucionalidad y generando los incentivos a la calidad y la eficiencia.
Noticias destacadas
- El Pitazo. Embajador Francisco Palmieri: vamos a continuar imponiendo más sanciones individuales en los momentos apropiados. El embajador estadounidense afirmó que el gobernante Nicolás Maduro perdió la elección presidencial del 28 de julio y lo más importante en este momento es que Maduro lo reconozca y así avanzar en un proceso de negociación antes del 10 de enero para establecer acuerdos políticos por una transición democrática.
- El Tiempo (reportaje): Colombia no se baja del tren de la transición democrática en Venezuela: así se mueve el gobierno de Petro para presentar una propuesta al chavismo y la oposición. Con asesoría de expertos, se trabaja por aterrizar un plan de cohabitación. Cancillería no descarta involucrar al Consejo de Seguridad de la ONU, China, Rusia y Cuba para que apoyen la iniciativa.
- EFE: Un año del 7-O | 53 % de los israelíes apoya poner fin a la guerra en Gaza, según una encuesta. Entre los árabes israelíes, 93% dijo que es el momento de poner fin al conflicto, en comparación con 45% de los judíos, según la encuesta. Otra de las cuestiones planteadas es si la población palestina “tiene derecho a un Estado propio”, a lo que 61% de los judíos respondió que no, mientras que 89% de los árabes israelíes dijo que “ciertamente sí”.
- The Washington Post: «Israel atacará a Irán en las próximas 48 horas».
- El Economista: La OPEP puede cubrir la desaparición del crudo iraní… salvo que se cierre Ormuz.
Lo que no fue noticia (y debería serlo)
- Que el 10E sigue siendo una fecha importante para el cambio en Venezuela. Si Maduro se niega a entregar el cambio será para peor; pero si lo entrega todo tenderá a mejorar… a pasos acelerados, con todo el impulso del pueblo venezolano, y con el apoyo de la comunidad internacional relevante.
- O que toda esta historia del chavismo para aferrarse al poder “a cualquier costo” está llevando al convencimiento de que la ayuda internacional –nuestro propio Plan Marshall– llegará de una manera importante y producirá crecimientos antes nunca vistos.
- Ni que la potencialidad del petróleo de Venezuela solo será ejecutable si el chavismo sale del poder… nadie invertirá en un país en el que la ley –y el sistema de justicia– es una plastilina que el poder maneja y formatea a su antojo. Tienen que irse, ya nadie los quiere ni adentro ni afuera… y hasta son una molestia para aliados como Brasil y Colombia.
- Tampoco que la baja en la inflación está 100% apalancada en la política monetaria y anclada al dólar; mientras hay una recesión creciente, es como la alegría del tísico, en el fondo se está muriendo… nos hacemos cada vez más pequeños y más dependientes.
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