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Vitrina Venezuela: Privatización como Política de Estado

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A medida que se deterioran las empresas que, de una u otra forma están en manos del estado, y que el dinero público ya no alcanza para sostenerlas, es mandatorio volver a poner sobre la mesa el tema de la privatización.

Habría que trabajarlas como una cartera (en vez de empresas por goteo) y como un flujo continuo, con una cierta tasa de retorno económico y social de esa cartera. Asegurándose que lo producido sea aplicado al rescate de deuda, de la mejor manera posible.

Ya dentro de la cartera, cada privatización debería encararse caso a caso, con un criterio amplio y flexible que permita métodos diferentes y propios, aproximándose al mercado de cada empresa en particular, así como definiendo un destino específico para los ingresos provenientes de cada venta, versus el tradicional “pote” del rescate de la deuda o de cualquier otro tipo.

El análisis de la cartera debe ser exhaustivo para no crear falsas expectativas sobre la valoración de los activos a negociar, y por consiguiente fijar el precio posible; el cual no me cabe duda que en algunos casos deberá ser tan bajo que el solo hecho de que algún operador internacional lo tome ya sería un buen negocio.

Todo debe ser parte de una estrategia que considere la situación de los mercados, la oportunidad, el riesgo país, las ventajas y diferenciaciones competitivas de industria, y por supuesto, la competitividad de la empresa a ser privatizada (tecnología, situación geográfica, productos y potencialidades). En ese mismo orden de ideas, los métodos para negociar y aceptar pagos deberían ser en cada caso diferentes. La experiencia en otros países ha mostrado que en algunos casos se paga con dinero, en otros con deuda, y en otros simplemente se entrega la empresa, pues no hay quien pague por ella.

Privatizar no ha sido fácil en ningún país; pero si se da en el marco de una política de Estado, el componente político interfiere menos, y los procesos técnicos pasan a tener más peso. Entonces es posible que la fijación de precios sea la adecuada, que la elaboración de los pliegos contenga los elementos realmente posibles de cumplir, que el destino de los fondos sea el estratégicamente necesario, y que en general el proceso sea conducido profesionalmente, y cubriendo estándares de transparencia y control.

En definitiva, existiendo la voluntad, y teniendo un proceso abierto internacionalmente en forma transparente y controlada, la privatización no debería fracasar. Creo que hemos aprendido que los dogmatismos a ultranza son malos.  En la vida real, los blancos y negros absolutos no existen; en general nos movemos en escalas de grises.  Y en lo referente a la participación del Estado en actividades comerciales tampoco debe haber posiciones dogmáticas; cada gobierno puede optar por una combinación adecuada de privatizar/no privatizar, según las condiciones de su proyecto de país.

Como referencia, en Venezuela tenemos un amplio espectro de actividades comerciales e industriales en manos del Estado, casi todas con problemas, y algunas, así estén funcionando, están técnicamente quebradas; con problemas de organización y gobernabilidad que, cuando logran resultados, lo hacen en un ambiente de crisis permanente y de asignación de culpas y responsabilidades, que a su vez los inhibe de salir de un círculo vicioso, donde coexisten armoniosamente, la corrupción y la ineptitud.

Si se me permite una digresión, creo que en los últimos cuarenta años hubo tanto de corrupción como de ineptitud, las cuales actuando simultáneamente en un modelo distorsionante público/privado, dieron como resultado un rompecabezas desarmado en el cual cada pieza cambió de lugar y hasta de forma, haciendo difícil su reconstrucción e impulsando al “borrón y cuenta nueva” en el que nos encontramos ahora.

Para el país no es nueva la discusión sobre la necesidad de privatizar; y la realidad es que aún hay oposición fuerte en los ambientes de decisión, sobre si hacerlo o no; cómo hacerlo, qué privatizar y que no; y de las que sí, cuáles privatizar primero.  No obstante, parece que el primer lote de la cartera lo debería constituir el sector eléctrico, y detrás las empresas electro intensivas, seguidas por aquellas de alto impacto en el uso intensivo de recursos humanos.

La resistencia no siempre será explícita, sino que se reflejará a través del entrabamiento del proceso y de las dilaciones y posposiciones Lo que se dio en llamar:  ”La máquina de impedir”.

Una empresa pública privatizada, ya no pesa sobre el presupuesto de gastos, sino que por el contrario será parte del presupuesto de ingresos a través de la tributación. Y en cuanto a lo del desempleo, en casi todos los casos lo único que se hizo fue soltar el lastre del clientelismo político manteniendo empleados solamente aquellos trabajadores que realmente aportaban valor a la empresa.

El caso de la deuda externa si tiene más relación, pues gran parte de los déficit acumulados por las empresas del Estado, se financiaron vía el endeudamiento que terminó en default; por lo cual una primera aplicación de los ingresos por privatización sería para pagar la alícuota de la deuda que cada empresa causó. Y la diferencia, si la hay, debería ir a programas sociales que ayuden a manejar la transición y transformación del recurso humano en su tránsito hacia la productividad y su reinserción en el sector privado.

En cuanto al marco regulatorio, tenemos la oportunidad de crear uno nuevo, pues el que había, con la excepción de algunos decretos aislados, se diluyó con la desaparición del Fondo de Inversiones de Venezuela.  Esto nos da la oportunidad de desarrollar un ambiente que reconozca el aprendizaje, innovando para lograr medidas más expeditivas, orientadas a resultados, y que privilegien la eficacia versus la eficiencia, y los resultados versus los procedimientos. Debe cuidarse de desburocratizar el proceso y establecer un conjunto de pasos rápidos (aunque no por eso menos seguros) que demuestren la verdadera voluntad privatizadora.

Temas tales como declarar a la empresa en situación especial de intervenida por tiempo determinado, y sustituir al presidente y la junta directiva por un interventor/privatizador, cuya misión sea la negociación y transferencia/asociación al sector privado, en las mejores condiciones y a través de los medios más convenientes para la Nación, no solamente desde un punto de vista fiscal (ingresos por la venta), sino desde un punto de vista integral que involucre la continuidad a largo plazo, el impacto social, la situación del mercado de esa industria en particular, y la situación específica de esa empresa en particular.

El ente tutelar (en cada caso) debería desarrollar el proceso de concurso para la contratación del privatizador, actualización del material y situación de la empresa, estado de la permisología, y condiciones de referencia para evaluar el concurso del privatizador

Una vez designados los privatizadores, el esfuerzo por parte del Estado consistirá en administrar contratos con privatizadores y allanarles el camino para que se logren resultados.

Debe ser una acción coordinada en la cual cada privatizador tenga un modelo a la medida de cada empresa, de forma tal que sea buen negocio para él, para el comprador, para el Estado (vendedor) y para la comunidad como un todo. Es lo que llamo privatizar la privatización.

Para los procesos de privatización la transparencia será uno de los factores de mayor peso, la cual se logrará evitando las cajas negras de información, y promoviendo el acceso libre a la información no clasificada por el data room. Además, la participación institucional de la Asamblea Nacional y de la Contraloría General de la República (como control externo) y de la Superintendencia de Auditoría Interna y los contralores/auditores internos de los entes y de las empresas (como control interno), en los puntos clave del proceso, le dará la amplitud de información que mantenga en niveles adecuados la ansiedad que este tipo de procesos causa

No hay una extensa experiencia en el país sobre cómo enfocar una auditoria del proceso (no de la empresa) de privatización, por lo que deberían formarse recursos humanos en esa área de control.

Pese a que la privatización tiene sabor a política, no hay que olvidar que es un proceso eminentemente técnico, y que como tal debe ser manejado por técnicos, los cuales se desenvuelvan bajo el paraguas de los lineamientos políticos.

Debe crearse un ente que dé el soporte técnico y operacional al proceso, y cubra el vacío que dejó el Fondo de Inversiones de Venezuela, único ente en la historia de Venezuela que manejó procesos de privatización, y del cual me tocó ser asesor, y, adema´s participar en algunos procesos de privatización como el de Sidor y el del Banco de Venezuela.

También sería conveniente rescatar la experiencia de FOGADE, teniendo en cuenta los resultados de los proyectos emprendidos, tanto a nivel de venta de activos, como de venta de empresas. También puede considerarse entregar en outsourcing la coordinación del proceso, a firmas de consultoría gerencial o a bancos de inversión.

Si el sector eléctrico va primero, debe crearse la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (ente regulador)  para el control y seguimiento que asegure el cumplimiento de los términos de los contratos de privatización por una parte, y de las expectativas precio/calidad de los usuarios y clientes. Deben crearse los entes reguladores correspondientes a otros servicios.

En cuanto a la metodología, hay que manejar en forma independiente (así sea con la misma empresa) la alianza estratégica para la operación técnica por un lado, y la obtención del capital o financiamiento, por el otro.

En cuanto a la parte técnica, licitar la operación entre las operadoras reconocidas, invitándolas directamente con nombre y apellido; en vez del aviso tradicional abierto que busca empresas o consorcios que precalifiquen. Allí veo una gran participación de la inteligencia de información que puede aportar o bien el ente privatizador o bien una firma consultora.

Es bueno considerar la colocación de acciones o deuda (total o parcial) en el mercado de capitales (local, regional y global), incluyendo los fondos necesarios para la actualización tecnológica (hay una experiencia boliviana con pensiones de los trabajadores que vale la pena revisar). Esto incentivará no solo la repatriación de capitales, sino que nos colocará nuevamente en los mercados globales, mejorando nuestra imagen y los indicadores económicos asociados.

Como estamos sujetos a sanciones de la OFAC, hay que emprender un proceso de “desintoxicación” para poder llevar las empresas al mercado de valores y allí hacer los movimientos accionarios que alejen a la empresa sujeto de la privatización del alcance de las sanciones. Y, en su momento, hacer la consulta a la OFAC para asegurarse de que se logró el objetivo.

Tanto los bancos de inversión en la primera etapa de ensamblado del negocio, como los entes reguladores, en la etapa de operación, deben asegurarse de la viabilidad de la recuperación de la inversión, pues de otra manera, ni la colocación será exitosa, ni la operación efectiva.

El país necesita más que nunca que el proceso comience, sea exitoso, y produzca resultados que nos ayuden a terminar de despegar. Lo cual sin duda representa un proceso de cambio que hay que gerenciar a través de una estrategia de comunicación, divulgación e información, sobre los beneficios (y los riesgos) de la privatización; la cual contribuya a que el oficialismo, la oposición, los trabajadores, los gremios y mercados, y en general la población y las entidades vinculadas al proceso, comprendan su urgencia y necesidad.

Y de esa manera, convertirse en un elemento de presión sobre los tomadores de decisiones los cuales hasta ahora solo han recibido presión por parte de los sectores que ven en la privatización la pérdida de privilegios y ventajas individuales, frente al bienestar colectivo.

Propongo desarrollar charlas, talleres y foros impulsados por el gobierno, la Asamblea Nacional, el sector privado, y los entes tutelares de los activos a privatizar, para clarificar la situación real de las privatizaciones, y poner en perspectiva las resistencias (naturales y forzadas) que todo proceso de cambio genera. Entre los beneficios que se pueden mencionar están:

  • Mejora en las áreas del producto o servicio a privatizar
  • Disminución del déficit fiscal
  • Aumento en la recaudación fiscal
  • Aumento de la inversión extranjera
  • Recalificación del recurso humano
  • Mejora en la imagen país
  • Mejora en la calificación de la deuda
  • Baja en los intereses del servicio de la deuda (aunque casi toda está en default)
  • Disminución del aparato estatal
  • Disminución de la corrupción estructural
  • Reorientación de los esfuerzos del Estado hacia áreas de su competencia

La imagen y el mensaje positivos que dará una clara orientación privatizadora producirá, prácticamente de inmediato, un impacto sobre otras variables reflejo tales como inflación, tipo de cambio e inversión extranjera.

En cuanto al desempleo, pueden estar tranquilos pues hasta ahora no se ha demostrado que las privatizaciones lo produzcan; más bien logran una reasignación de recursos que inducen mayor empleo y más oportunidades.

La política de privatizar, será siempre acertada por aquello de zapatero a tus zapatos; el Estado en general y el gobierno en particular (nuestro gobierno o cualquier gobierno, ayer, hoy y mañana), deben concentrarse en aquello por lo cual serán medidos: un mejor nivel de vida para todos, en un marco estratégico de crecimiento competitivo y oportunidades de inversión (bidireccional) con seguridad jurídica para las personas y las propiedades. Por esto, el costo de oportunidad de mantener empresas en manos del Estado es muy alto.

Algunas áreas de privatización con y sin fines de lucro:

  • Aeropuertos
  • Mantenimiento de edificios públicos
  • Hogares infantiles y de ancianos
  • Prisiones y correccionales
  • Servicios de salud y de emergencias
  • Hipódromos y centros de recreación
  • Bomberos
  • Flota de vehículos (aire, tierra, mar)
  • Centros deportivos
  • Bibliotecas
  • Servicios de tecnología de Información
  • Manejo del tránsito
  • Basura y reciclaje
  • Paisajismo
  • Servicios de agua
  • Seguridad social
  • Mantenimiento de vías y carreteras
  • Educación

Mientras escribo esta página tomo conciencia de la cantidad de veces que he insistido sobre este tema; pero creo que cuantos más ángulos y propuestas se puedan mostrar sobre estas posibilidades, y cuanto más alternativas se puedan presentar, más fácil será poder emprender el camino de reorientar la inversión pública hacia áreas que realmente son necesarias. Repito: “Zapatero a tus zapatos”.

Noticias destacadas

  • Casi 40 pacientes están a la espera de trasplantes en el J. M. de los Ríos (¡por Dios… Hay que hacer algo urgente!).
  • Maduro arremetió contra Capriles, tildándolo de “fantasma”, “demagogo” y “vago” (una vez más tratando de posicionarlo… llevan años en eso, y “no levanta”).
  • Luis Ratti (?)desde el TSJ: «Vamos a arreciar una campaña contra las primarias».
  • Diosdado Cabello asegura que Luis Ratti es un desconocido para el chavismo (bueno… ya no).
  • Delcy Rodríguez en Conindustria: No lleven la economía a la batalla política, no ganarán (tiene razón… no tienen que caer en la trampa de politizarse; ni para un lado, ni para el otro; porque, como ella les dice: “no ganarán”).
  • Presidencia de Fedecámaras en pugna: candidatos miden su cercanía con la vicepresidenta Delcy Rodríguez.
  • Cumbre de Vilnius:
    • El secretario general de la OTAN acoge con satisfacción la decisión de Türkiye de enviar los protocolos de adhesión de Suecia al parlamento
    • Da la bienvenida a la profundización de la asociación de la OTAN con Corea del Sur
    • Nueva Zelanda es un socio muy valioso de la OTAN
    • Joe Biden: “No creo que Ucrania esté preparada para entrar en la OTAN” (seguramente presentarán una hoja de ruta para prepararla)

Lo que no fue noticia (y debería serlo)

  • Que, hacía mucho tiempo que la agenda mediática había quedado en manos del chavismo bajo todas sus formas. Ahora, en las últimas semanas, la oposición, especialmente María Corina, está recuperando la presencia y marcando la agenda de los medios. Todavía no llegó a los niveles de Guaidó cuando recién arrancó, pero para allá va.
  • O que, vis a vis, pareciera que el poder de Putin disminuye, y el de Prigozhin aumenta. Si Putin mantuviera el poder por el que es conocido, a Prigozhin ya lo hubieran fusilado. Y no… anda libre y con su ejército a disposición. Y, todo indica que se está negociando el poder.
  • Ni que con el aumento de las sanciones a Cuba se aprecia que la dictadura cubana se consolida más aún, con el criterio de “qué le hace una raya más a un tigre”. Pero sin sanciones, también se fortalece porque obtiene los recursos para que la dictadura se financie aumentando la corrupción. O sea que ninguna de las dos opciones, los sacará del poder; pero las sanciones les dificultan sostenerse. Y el pueblo, bueno el pueblo sufre igual con o sin sanciones porque se trata de una dictadura, y siempre lo pondrán a sufrir más. Solo el pueblo cubano podrá sacarlos del poder; eso si realmente tuvieran la vocación de luchar y recuperar su libertad… que todo muestra que no la tienen.
  • Tampoco que parte del espacio de medios y redes que gana la oposición, se debe al vacío que deja el gobierno en temas económicos; porque en temas políticos se está repitiendo a sí mismo, y de lo social, “de eso no se habla”. El “enfriamiento” de la economía no trae buenas noticias en cuanto al descenso de la inflación; y por supuesto tampoco para detener la recesión, la cual con este fenómeno se profundiza. La única opción es dejar fluir la economía y que cada variable alcance sus propios equilibrios; y todo lo que esta decisión trae aparejado.

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