OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Política Exterior e Integración

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

La base de la política exterior se encuentra en el desarrollo del mapa de relaciones y poder e influencia geopolítica, en el cual la integración juega un papel relevante. Hay que realinearse con el concepto de intereses compartidos y complementariedades para maximizar las ventajas comparativas y convertirlas en competitivas. El criterio marcador debe ser “el país más importante es el más cercano”.

Las relaciones establecidas en coincidencias conceptuales transitorias son efímeras y vulnerables. Las simpatías y amistades duran mientras una fuerza está en el poder. La fortaleza político institucional y la gobernabilidad -mencionadas anteriormente- darán las bases para lo que se llama “Política de Estado”, que genere estabilidad a largo plazo, versus una “Política del Gobierno” que, como su nombre lo indica, cambiará al terminar el mandato.

Cada país interactúa permanentemente con su entorno. Esta dinámica se llama asimetría mutua, y es todo lo que se relaciona por ser similar y que es muy importante para el manejo de las relaciones internacionales. Por ejemplo, Venezuela con Colombia son simétricos, mientras Estados Unidos no porque tiene características diferentes, a lo que llamaríamos asimetría negativa.

Tenemos que asociarnos con nuestros vecinos primero. Enfocarse en lo regional y apoyarse en lo multilateral que consiste en incluir a todos los países, especialmente Latinoamérica con sus organizaciones tradicionales tales como la Organización de Estados Americanos (OEA). También pertenece al Movimiento de los Países No Alineados y el G-77 más China. En lo económico, se encuentran el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la necesidad de adherirse a la Alianza del Pacífico.

Estas relaciones de integración tienen como objetivo alinear políticas macroeconómicas, fiscales y monetarias, así como estrategias presupuestarias que permitan controlar elementos como la inflación, los aranceles y tributos, las balanzas comerciales equilibradas, la flexibilización del tipo de cambio y, en general, la estabilización de aquellas variables que facilitan el bien común regional por encima de un aislamiento que, a la larga, nos ha resultado perjudicial a la calidad de vida del venezolano.

Sin embargo, cuando un país como el nuestro quiere presentar algo diferente ante los demás, casi siempre, está asociado con una ideología, se tiende a distorsionar y desalinear las variables mencionadas anteriormente, las cuales al final se convierten en una mala idea. Esto suele articularse a través de la sustitución de las políticas de Estado por políticas de Gobierno, las cuales son coyunturales y perjudican en el largo plazo los intereses del país.

Apuntar a la neutralidad geopolítica:

-Asimetrías mutuas: Si bien lo geopolítico nunca es neutro, hay que intentar que lo sea. Si se reconocen las asimetrías se puede negociar con sensatez. Todo lo mencionado anteriormente sobre Políticas y Gobernabilidad les da legitimidad a las decisiones de Estado. Para cualquier tipo de relación, ya sea comercial, de inversión o política, hoy en día los DDHH son el factor que más se evalúa, y que puede romper cualquier alianza de neutralidad si no se cumple. Los DDHH pueden derribar hasta los intereses más fuertes que pudieran unir a los países.

-Captar inversiones para el desarrollo: Los inversionistas buscan oportunidades en un país que goce de un marco institucional estable, y que todas las decisiones que tome el Estado provengan de la legitimidad. Sin embargo, una de las costumbres de América Latina es aproximarse desde la “lástima” tercermundista, y de las asignaciones de culpas, por los fracasos sucesivos, siempre a algún imperio o “buitre” y nunca asumir la responsabilidad, quitándose de esa forma la oportunidad de corregir y ajustar el rumbo.

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