OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Nuevo ciclo político para Argentina

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

OK… ya las PASO argentinas terminaron …y les enseñaron muchas cosas a los argentinos; entre ellas, que el kirchnerismo mantiene su fuerza como para sostener a Massa y a Grabois, y, tal como habíamos anticipado, mantienen su 27,27% -21,40% para Massa y 5,87% para Grabois-, número que es posible que sostengan para octubre; porque si los de Grabois no quieren votar por Massa, no los veo votando por JxC. Hasta ahí, nada nuevo, aunque sigue sorprendiendo la resiliencia de esta gente que siguen apostando a la continuidad, a la pobreza, y la mala calidad de vida; porque hay que estar claros en que ninguno de esos votos es de clase media… son todos pobres.

Otra cosa que nos enseñaron, es que JxC no tenía el poder que se creía que tenía, porque la expectativa, si bien estaba alrededor de esos números, 28,27% (Bullrich 16,98% y Larreta 11,3%) se esperaba que fuera la primera fuerza del país, y no lo fue. También nos enseñaron que, entre su gente, los moderados de Larreta, con su “más de lo mismo”, no lograron imponerse a los radicales de Bullrich, que los superaron.

Y la madre de las enseñanzas, es que una gran parte del país, 30,04% de los votos, se fue para Javier Milei; de quien se esperaba un 25%, y superó a los otros dos equipos… se impuso como candidato individual, y como fuerza política. Ahora le tocará administrar esa victoria, y sostenerla y hacerla crecer para ganar la presidencia el 22 de octubre.

El segundo individual más votado fue Massa, y la tercera fue Patricia Bullrich. Pero bueno… en los cambios y las transiciones, hay algunos que entran al cambio, y otros que se rezagan.  47,02% (Milei y Bullrich) del país apostó por el cambio radical, mientras que 32,70% (Massa y Larreta), apostó por el rezago… la resistencia al cambio es muy fuerte, y algunos, nunca cambiarán.

Todos los números anteriores son los proporcionados por las autoridades argentinas hasta el momento, y podrán cambiar un poco, pero nada sustancial.

Ya hay comentaristas que trivializan el voto de Milei, como “voto bronca”, esencialmente emocional, y que, cuando para octubre lo piensen mejor, pues cambiarán y votarán por Bullrich. Sin duda, es un escenario posible.

Pero el otro escenario, el del “voto racional”, que no solo consolidaría a Milei, sino que le trasladaría los votos de Bullrich, también es posible, pero, principalmente, también es probable… muy probable. Más que nada, porque Milei fue el único candidato que explicó el “qué”, el “cuándo” y el “cómo”; y quién, además de despertar emocionalidad, también incluyó raciocinio… porque explicó todo. Es probable entonces que sus argumentos hayan tenido un peso importante, además de la emocionalidad que despertó como rock star económico.

Y ante el argumento, que yo también sostenía, de que sería riesgoso como presidente, le antepongo la certeza negativa que hubieran dado Massa o Larreta; y Massa, sería la certeza de que todo iría peor. En lo personal, me gusta Bullrich, pero si gana Milei, creo que podría hacerlo bien… más que nada porque no estaría solo, sino que, siguiendo su propia predicción, “si gano es porque la gente quiere que haga lo que me comprometí a hacer”.

Y posiblemente, JxC podría apoyarlo desde el Congreso.

Tampoco creo que haya sido izquierda contra derecha. Yo más bien lo veo como estado descomunalmente grande, versus un tamaño racional; también veo el peso en el mercado y la empresa privada y no en el gasto público; veo que los pobres tienen la oportunidad –por primera vez- de dejar de serlo, y que sean acompañados por el estado en esa transición, que no debería durar mucho tiempo. En fin… es todo lo que prometió Milei, contra todo lo que vemos que pasa ahora, y que seguiría pasando si hubiera ganado Massa, o un poco menos, si lo hubiera hecho Larreta… pero no pasó… ninguno de los dos ganó.

Porque lo que tenemos ahora gobernando, no es izquierda, y lo que propone Milei, no es derecha.

Ya sea que gane Milei o que la gane Bullrich, lo cierto es que el país que se viene es de esperanza. Y cuando la gente se pone en “modo esperanza” todo se hace posible. Como tucumano siempre me gustó la constante referencia de Milei a Juan Bautista Alberdi, autor intelectual de la Primera Constitución, y autor de las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, que fue el borrador de la Constitución liberal argentina de 1853.

Entonces, el golpe de péndulo no es de izquierda a derecha, sino de populismo a mercado, de pobreza a bienestar, y de pasar de un estado permanente de supervivencia, a retornar a los principios que nos hicieron ser, a inicios del siglo XX, una tierra de prosperidad y oportunidades.

Y para lograrlo, hacen falta líderes con visiones de largo plazo… si en octubre gana Milei, estará bien… pero si ganara Bullrich, pues también estaría bien… por primera vez, pareciera que estamos bien encaminados.

El reflejo del caso argentino sobre Venezuela, no es tan directo, porque aquí tenemos un tipo de democracia cuestionable… Por lo que, para tomar algunos paralelismos, y por razones diferentes (aquí estamos sancionados por Estados Unidos y en Argentina no), por ejemplo, debería manejarse la pobreza con criterio de que los pobres dejen de serlo, y no, como ha venido pasando, asegurándose de que sigan siendo pobres para que no abandonen la revolución (Rodríguez dixit).

Nuestra María Corina no es su Milei; allá él gozó de todas las garantías de una institucionalidad que es imposible que sea manejada por un gobierno… el voto no solo es un derecho, sino que es también una obligación. Mientras que aquí, todo lo que pasa electoralmente depende la voluntad de un par de personas en el gobierno. Y esa, es una diferencia profunda que hace incomparables que los dos casos, sean incomparables.

También debería reducirse en tamaño y en presencia la participación del estado en la vida económica, porque la distorsiona e impide el despliegue de todas las fuerzas creadoras del mercado. Ya hemos comprobado durante un par de años que el mercado organiza de manera más eficiente los recursos, que una burocracia dirigista, que hasta ahora, en 23 años de, no ha funcionado bien.

Aunque sí podría ser directo el impacto en cuanto a la relación entre la revolución y el nuevo gobierno que vaya a asumir el próximo 10 de diciembre. Lo cual solo podrá ser mitigado si se fortalecen las relaciones entre los sectores empresarios de aquí y de allá; sin gobiernos de por medio; porque no puede ser que el péndulo político sea el que condicione la ejecución de las complementariedades tan claras y evidentes de las dos economías.

Ojalá (y cuando uno apela al ojalá es porque estamos en problemas) que esta nueva etapa de conflicto, que se viene entre los dos países -porque casi con seguridad lo habrá- mantenga al sector privado al margen, y permita el libre flujo de bienes y servicios, en términos de mercado, de oferta y de demanda.

Quiero creer que eso es posible, y que se pueden mantener esas dos dimensiones sin que necesariamente una afecte negativamente a la otra. Si desde los dos países nos preocupamos por mantener ese equilibrio, creo que podremos lograrlo.

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