OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Momento I de los militares

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Desde que llegó Hugo Chávez a la presidencia, los militares comenzaron a asumir cargos civiles, abandonando su rol institucional e incorporándose a la política partidista activa, asumiéndose “profundamente” chavistas. Y lo siguieron haciendo hasta el presente como si el chavismo siguiera siendo una representación de la mayoría de la sociedad y no una minoría decreciente que, en definitiva, aleja a la Fuerza Armada, no solo de su rol institucional, sino de la mayoría del pueblo venezolano.

Convirtiéndose, de esa forma, en un apoyo armado de la revolución. A los daños reputacionales que mencionábamos en informes anteriores, va a haber que sumarle este último por haberse partidizado. Al momento de escribir este informe, la cúpula de la Fuerza Armada se manifestaba abiertamente chavista y enemiga de la oposición política… sin que aun esté claro cuál es la posición de la suma de los militares, pues se ha convertido en una zona ciega, a la que el liderazgo no se anima a preguntar por temor a la respuesta.

La distorsión institucional que arrastró a la Fuerza Armada Nacional llegó al punto en que resultó que era más importante ser comandante en jefe, que Presidente. Los cientos de militares en puestos de la administración pública durante los últimos 20 años serán el marcador reputacional que tendrán que arrastrar en los años por venir.

-Acuerdos: En la primera etapa de reconstrucción, en el pacto de compromiso de la gobernabilidad, la redefinición del rol de la Fuerza Armada será fundamental, así como una firma donde ellos renuncian a su rol político, abandonan los ministerios, se subordinan al poder civil y retornan a los cuarteles a realizar sus actividades específicas, según el nuevo diseño operacional

-Transición: Entendiendo que el poder militar es el que está sosteniendo a la arquitectura civil del partido y de la revolución, y que el país está sometido a sanciones económicas y políticas, a instituciones y personas por parte de EEUU y otros países relevantes; y que, inclusive, existe una amenaza de invasión militar por parte de una fuerza militar muy superior, la cual predefine el resultado, sería deseable reconocer esa superioridad y permitirle al país político, solucionar sus diferencias sin su intervención, que no solo implicaría su aniquilación militar, sino que llevaría al pueblo a un sin sentido de sufrimiento extremo que no ha pedido, que no se merece y con lo que no está de acuerdo

La redefinición del rol de la FAN vendrá del poder civil, pero tendrá que basarse en iniciativas de ellos, tanto en sus funciones como en el papel que jueguen en la sociedad. Deben volver a ser apolíticas y no deliberantes, pues el experimento anterior salió mal.

 

Es posible que luego del retorno a la normalidad democrática, lo que quede de la revolución bolivariana desarrolle un brazo militar que se convierta en una guerrilla venezolana basada en el chavismo extremo y dispuesta al combate y la clandestinidad.

Hay un inventario de armas fuera de control, suficientes como para equipar esa nueva versión de la revolución bolivariana que, en minoría, no sabe trabajar en democracia. La alianza nunca ocultada entre el Ejército venezolano y herzbollá y la guerrilla colombiana, más la incorporación de esta nueva guerrilla venezolana, pondrá en entredicho la idoneidad de la Fuerza Armada venezolana, en esta nueva etapa, para lidiar con el problema; considerando que uno de los nuevos roles que se le asignarán será, justamente, la lucha antiterrorista.

Nuestra Venezuela del futuro tiene en este tema del terrorismo, un problema de difícil solución, que tal vez requiera de apoyos internacionales, porque tiene impacto más allá de nuestras fronteras.

Una medida prioritaria debería ser sacar Fuerte Tiuna de la ciudad capital, y reubicarlo en el interior, distribuyendo sus comandos y regimientos en las zonas geográficas que los nuevos objetivos operacionales indiquen como necesarios.

Harán falta no menos de 25 años de democracia para re-transformarla. Es posible que el desgaste producido por el co-gobierno que tuvo con la revolución la debilite de tal forma que minimice su poder golpista, y permita que las autoridades civiles se impongan en todos sus niveles. Porque la opción de la rebeldía militar que pudiera tratar de reinstalar a un chavismo derrotado, podría llevar a la decisión extrema de su disolución aún frente al riesgo de una hipotética migración masiva hacia la nueva guerrilla venezolana.

Las oportunidades de golpe militar en Latinoamérica han casi desaparecido, siendo la de Venezuela la única Fuerza Armada deliberante en lo político, tema este último que está mal visto por las sociedades modernas y, especialmente, las latinoamericanas.

Ya el concepto de “bolivariano” no se relaciona con Bolívar sino con el chavismo. Este es uno de los países en los cuales el abuso a la figura de los próceres ha terminado devaluándolos, pues usan al prócer como excusa para causas innobles, básicamente el saqueo.

El realineamiento geopolítico que mencionábamos en las relaciones internacionales conllevan, necesariamente, a las alianzas y pactos militares que se deriven de ellas, no cabe duda que se retornará a los conceptos de ejército moderno, cónsonos con nuestro estilo de vida y con las aspiraciones del pueblo venezolano. Alinearnos con los ejércitos sudamericanos y con los Estados Unidos, y hasta con la OTAN.

Una parte del pacto de gobernabilidad va a incluir la negociación con aquellos oficiales de probada honestidad y, desde allí, se llegará a determinar las responsabilidades personales de quienes no se comportaron éticamente en lo profesional, en los derechos humanos y en lo económico.

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