OPINIÓN

Vitrina Venezuela: La necesidad de una reforma monetaria

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Cuando una moneda se deteriora a tal punto que pierde sus atributos básicos de ser unidad de cambio, referencia de precios y reserva de valor, ha llegado el momento de revisar (dentro de una estrategia antiinflacionaria) la factibilidad de reemplazarla por otra que augure tiempos mejores.

La experiencia diaria, la personal y la de negocios, nos muestra que las denominaciones monetarias existentes no están acordes con la realidad que se vive. Es necesario desarrollar un esfuerzo y hacer la inversión correspondiente, para buscar una verdadera reforma monetaria, la cual a estas alturas ya no es voluntaria u opcional, sino que es casi una obligación impuesta por las circunstancias.

Porque el planteamiento de mover la coma varios lugares a la izquierda es de orden práctico y tiene carácter interno, también debe analizarse en el contexto de la paridad cambiaria.

Porque cuando se mueve la coma tantos lugares, y solo se ajusta el nombre complementario (fuerte, soberano, digital) solo se logra que pierda relevancia, no solo la moneda sino las posibilidades de generar esperanzas con el cambio. Se pierde credibilidad y ya nadie quiere tenerla; y si no tiene más remedio que recibirla, pues se intenta desprenderse de ella lo más rápido posible.

Solo por hablar en términos inflacionarios, nuestra moneda se depreció en 2022 a un ritmo promedio de 1% diario.

El movimiento de la coma suele ser la medida inicial de una política antiinflacionaria solo desde el lado de la demanda; la cual debe ser sucedida por otro grupo de medidas que la complementen y profundicen, no solo desde lo monetario, sino, y en especial en nuestro caso venezolano, desde el lado de la economía real, creando las condiciones para la expansión de la capacidad para ofertar bienes y servicios.

Pero si el compromiso con una política antiinflacionaria integral no se lleva a cabo hasta sus últimas consecuencias, solo se logrará una ilusión que se desvanecerá al poco tiempo. Lo cual pareciera ser el momento al cual nos estamos acercando peligrosamente; unas medidas que parecieron atinadas por haber logrado resultados positivos parciales y focalizados a corto plazo, están llegando al límite de su efectividad, ya no dan para más… hace falta un esfuerzo mayor y más comprometido con los cambios y con el sentido de dirección.

Porque en definitiva estamos hablando de una reforma monetaria que abone el camino hacia una dolarización cuando las condiciones estén dadas (porque ahora no lo están en ninguno de los ámbitos que deberían transformarse para lograrla); por ejemplo, aceptar la libre circulación del dólar como moneda legal, como para comenzar a medir nuestra economía en términos reales y sin la necesidad de estar reexpresando los EEFF, lo cual de ninguna manera sirve para gerenciar, sino solo como una herramienta casi forense, para análisis ex post… que es cuando ya nada puede hacerse, porque lo que pasó, pasó.

Este año que arranca debe ser, entre otras cosas, el año para una reforma monetaria profunda. Creo que sería la apertura de una ventana estratégica que permitiría la entrada de aire fresco en un sistema de post-crisis que necesita dejar atrás el agobio de las dificultades; tanto de las de fondo, como de aquellas de carácter práctico. Es necesario volver a acostumbrarse a vivir mejor.

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