¿Cuáles son los elementos que nos caracterizan como país pobre? Uno de ellos es la capacidad para mantener en el país la renta producida por la agregación de valor. Por ejemplo, en el caso del petróleo crudo, cuanto más petróleo crudo exportas más pobre eres; mientras que cuanto más petróleo refinado y productos petroquímicos exportas, más riquezas retienes.
Los componentes de un juguete plástico importado son el petróleo crudo, la refinación y producción petroquímica, la inyección del plástico y la comercialización. Allí, Venezuela retiene solamente las ganancias del producto crudo, la cual utilizamos para importar ese juguete, transfiriendo la agregación de valor al país exportador.
Esto se extiende a la actividad industrial en su totalidad, reflejándose en la baja profundidad de la fabricación industrial, pues recibe el producto prácticamente terminado convirtiéndolo también en transmisor de riqueza hacia otras latitudes.
Apenas será un país rico al incrementar la retención de valor en sus fronteras, al descubrir un nicho específico en el cual competir favorablemente. En este recorrido se necesitará seducir al capital foráneo para aumentar el empleo y mejorar la infraestructura, y tocar la puerta al endeudamiento, provisionalmente, para eludir la reducción instantánea de la política de subsidios o pensar erróneamente en aplicar un despido masivo de trabajadores públicos para reducir el gasto. Porque podrían convertirse en factores que destapen una conflictividad social abismal.
¿Hacia dónde debemos ir entonces? Para transitar de país pobre a rico debemos tener conciencia de nuestro presente, reforzando las fortalezas y corrigiendo las debilidades. Estudiar los análisis de la matriz FODA permitirá conocer en detalle la situación actual del país y la futura, aprovechando las oportunidades y mitigando las amenazas que también configuran este tránsito.
Habrá que romper la mentalidad de las materias primas –renovables o no– y cambiarla por la del valor agregado, sin importar si los recursos son propios o no. El falso dilema de que la soberanía reside en medios de producción nacionales y no en riqueza, bienestar y valor nacionales. Así hayan sido producidos por la inversión extranjera. El verdadero rol del Estado no está en apropiarse de los medios de producción, sino en regular su utilización.
Habrá que identificar dónde está la oportunidad y saber hacia dónde habrá que apuntar: ese es el secreto de la riqueza. Continuar señalando hacia las actividades petroleras, cuando el mundo está dando por culminada esta etapa, representa un retraso en comparación al resto. La mayoría de los recursos naturales venezolanos son no renovables y el ciclo de vida indica que en algún momento se agotarán. Si se siguiera este modelo, Venezuela estaría condenada a la desaparición.
Es evidente que el modelo de supervivencia en el que no movemos, no es sostenible, y que, mas pronto que tarde, deberá cambiar. Hay que pensar en el día después que se cambia el modelo, y preguntarse: ¿Qué viene después de la transición? ¿Cómo afrontarlo?
Ese momento en que se rompen paradigmas y el país se alinea con la economía mundial, ingresando al flujo global de comercio y negocios, es la única garantía de riqueza y bienestar. No es tan importante un cambio de Gobierno como sí lo es el cambio de modelo económico de mercado, que combine capitalismo y sensibilidad social. La interrogante es si eso es posible o si, obligatoriamente, uno implica al otro.
Esa es la razón para salir del conflicto político pensando en la gerencia con un proyecto que debe dar, no solo una esperanza de salida a la actual situación de crisis, sino que, además, debe perdurar en el tiempo como todo proceso de planificación.
Hay que dar un primer paso evolutivo, que no termine en sí mismo, sino que sea un primer paso para avanzar a partir de la conformación de una fundación, mesas de trabajo y talleres. No pretender encerrarlo todo, sino ofrecer herramientas para completar los primeros pasos de una estrategia sólida, entendiendo que las situaciones, sus soluciones y sus proyecciones son complejas. Y que los nudos que impiden encarar esas soluciones son igualmente multidimensionales.
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Lo que no fue noticia (y debería serlo)
- Que las declaraciones de Juan González no significan nada novedoso, porque es el mismo argumento que maneja la administración de Biden desde que se hizo cargo. El tema es que esa “zanahoria” no es suficientemente atractiva para el gobierno de Venezuela, porque no les garantiza a sus funcionarios un abandono “suave” del poder. Será muy difícil lograr una justicia transicional que pueda comprender la cantidad de actores, causas y sujetos de sanción.
- O que el tema del aumento del financiamiento debe tomarse con cuidado, por el impacto inmediatamente inflacionario que produciría. A menos que se logre que sea dirigido solo al desarrollo de infraestructura productiva que consiga que se incremente la oferta de bienes y servicios nacionales a la economía. De otra forma, si fuera para capital de trabajo, es tan difuso y amplio el concepto, que terminará impactando sobre la demanda de dólares y de productos terminados, cuya oferta es rígida a la suba. Es lo que se llama inflación estructural… que es la que principalmente tenemos.
- Ni que en Venezuela ha surgido un nuevo sujeto electoral que no cree en las políticas intervencionistas ni en el rol que ha venido desempeñando el Estado, y que no ha dado buenos resultados. De otra manera no estaríamos viviendo esta tragedia diaria. Tanto el gobierno como una parte de la oposición siguen dirigiéndose al sujeto anterior, por eso es que no conectan… y siguen haciendo lo mismo.
- Tampoco que este segundo semestre está en manos de lo que hagan o dejen de hacer los empresarios que conocen este mercado y los cambios profundos que se han producido. Ya el gobierno hizo lo que podía hacer, y no se espera que cambie la nueva dinámica de mantener restringido al sector empresario.
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