En el tránsito de la Venezuela pobre hacia una productiva hay que considerar que el objetivo es transformar una sociedad insatisfecha en una satisfecha, pasar de tener empresarios con restricciones a empresarios competitivos, una política interna confrontada a una fortalecida y un Gobierno desgastado –que se queda demasiado tiempo en el poder– a uno capaz de renovarse a sí mismo, con periodos más largos e irrepetibles.
Habrá que desarrollar mecanismos que permitan capitalizar la experiencia de estos años negros que aún estamos viviendo, generando rechazo hacia gobiernos militares, el bipartidismo negociado, y a dinastías como la desarrollada por el chavismo. Esta nueva etapa deberá contar con la habilidad de modificar estos factores. Posiblemente, haciendo mención a los marcos referenciales, será necesaria la creación de una constituyente que termine de capitalizar el ciclo de reposicionamiento y rescate el aprendizaje de estos últimos años.
La transformación no ocurrirá de un momento para otro, sino que será por etapas. La primera, que llamamos de “control de daños”, buscará evitar o administrar el colapso. Es una etapa de turbulencia, rápida, que podría durar hasta tres años y en la que se deberán desatar nudos iniciando urgentemente una toma de decisiones correctivas. Se trata de la fase más difícil pues es fundamental que en este periodo los bloques políticos firmen una especie de contrato social o compromiso de gobernabilidad. Esta primera etapa está, a su vez, dividida en tres momentos: blindaje, focalización y oportunidades.
Superada la turbulencia y la incertidumbre, vendrá a continuación una fase de reinvención para reposicionar al país asertivamente en el mundo en un periodo aproximado de dos años, reconociéndonos como una sociedad post-petrolera, imposibilitada a seguir dividida en dos mitades y con completa capacidad de encarar proyectos conjuntos. Posteriormente, la estabilización, el ciclo para evolucionar que podría extenderse de 20 a 30 años, dejándonos en un camino hacia un crecimiento sostenido y un sentido de dirección compartido por todos los venezolanos.
Cada etapa se dará por terminada cuando se cumplan todos los objetivos planteados en ese marco de tiempo, lo que significa que no será posible avanzar a la siguiente fase de un ámbito hasta tanto se haya finalizado la anterior.
En los primeros años puede tratarse de un periodo de Gobierno o más, y al frente puede encontrarse una organización política o la rotación consensuada hacia otra. Las dos primeras etapas deben servir para armar las bases de las políticas de Estado. No se tratará de que un Gobierno llegue para hacer borrón y cuenta nueva, sino que mantenga aquellas políticas de asistencia que son estructurales para la supervivencia de la nación.
Otro elemento a considerar en el transitar del segundo al tercer año en esta estrategia es convertirse en una economía pospetrolera. Sin bien el petróleo seguirá siendo una fuente importante de ingreso, no debe olvidarse que, pese a darle trabajo a no más de 100.000 personas en el país, alimenta (no muy bien) a 95% de la población, produciendo un desbalance.
Resultará extremadamente complicado que los petroleros empleen mucha más gente, a menos que se integre la explotación aguas abajo permitiendo que los privados puedan manejar el petróleo con pozos privados. Si se mantiene la política de empresa petrolera estatal, una etapa en vías de superación en el negocio petrolero mundial (ver referencia a Statoil, Aramco y Pemex), la única manera de alimentar a los otros 25,9 millones deberá ser a través de ingresos no-petroleros.
A menos que les permitan a operadores privados hacerse cargo de los pozos, sería muy difícil que Petróleos de Venezuela (Pdvsa) pueda generar más de 100.000 empleos; de hecho, este era el cálculo cuando la estatal producía 3 millones de barriles. En la actualidad, la cifra de empleados se ha incrementado exponencialmente en competencias no petroleras.
¿Cuáles son los elementos que deben acompañar esa estrategia de transformación? ¿En qué consiste esa Venezuela productiva? En definitiva, se deberá permitir vivir bien en una sociedad solidaria e internalizar un régimen de propiedad privada en el que el sistema económico apoyado en empresas, produzca la distribución de la riqueza productiva. Y para aquellos que en la transición hagan esfuerzos por salir de la pobreza, el estado, a través de los ingresos resultantes de los impuestos los acompañará hasta que se estabilicen.
Para balancear los tres elementos de la sustentabilidad y darle su justo equilibrio no se deberían construir estrategias estructurales que administren la pobreza porque la experiencia de estos años nos ha demostrado que no resulta efectivo.
Así, habrá que ingeniar estrategias para sacarlos de la pobreza e ir incorporándolos cada vez más al sistema productivo. La estrategia de “pobreza cero” significa que el pobre rápidamente tendrá que incorporarse a la producción, mediante estrategias muy rápidas de generación de posibilidades, disminuyendo las carencias de entorno y hogar. Lo del “cero” es más un sentido de dirección que un número objetivo, porque sabemos que en Latinoamérica en general, y en Venezuela en particular, es algo imposible de lograr.
Vivir bien en una sociedad solidaria significaría que todos los estratos sociales se sientan parte de un mismo sistema, donde el Estado, con una presencia importante en la transición, pero menos protagónica, permitirá que esto ocurra. El mejor ejemplo es cuando en un partido de fútbol el árbitro se convierte en la estrella. Ese es el Estado. El árbitro debe ocuparse de que todo funcione bien, que los jugadores jueguen bajo las reglas y no cometan faltas, pero no se hace notar. El Estado que se hace notar demasiado intenta justificar, con su aparición y la propaganda, la ineficacia de fondo.
Venezuela no ha sido exitosa en la distribución social de su riqueza productiva, posiblemente eso se deba a que los mecanismos de importación no son distribuidos por la sociedad. Cada vez que entra un dólar se sabe que va parar a un sector específico. En el país todo sigue entrando por un solo lugar, bajo la mirada de un solo árbitro que ha mostrado tener un poder absoluto para manejar esa riqueza que terminó corrompiéndolo. Esa es la mayor complicación a superar.
Noticias destacadas
- El Cooperante. Nicolás Maduro: «Cuando me toque entregar el mando, lo entregaré a un presidente o presidenta chavista, bolivariana y revolucionaria» (abriendo el paraguas para un desplazamiento formal, en la consciencia de que ya ha sido desplazado de hecho).
- Monitoreamos: Tribunal aprobó la orden de captura contra Edmundo González solicitada por la Fiscalía. Tan solo minutos después de darse a conocer el pedido del fiscal auxiliar 36 Nacional, Luis Ernesto Dueñez Reyes, el Ministerio Público informó en sus redes sociales que el Tribunal acordó la orden de aprehensión. La medida se debe a «la presunta comisión de los delitos de usurpación de funciones, forjamiento de documento público, instigación a la desobediencia de leyes, conspiración, sabotaje a daños de sistemas y asociación».
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- Europa Press. «Lo van a matar o lo van a detener»: Díaz Ayuso pide a España proteger a González Urrutia.
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- Cementerio de Arlington del candidato presidencial republicano e insistían en que la vicepresidenta Kamala Harris es la candidata que está politizando a los familiares de los militares caídos.
Lo que no fue noticia (y debería serlo)
- Que en realidad la brutal ofensiva represiva del chavismo sobre el pueblo venezolano no está teniendo costos importantes para ellos, debido a lo cual podrán profundizar la estrategia del “baño de sangre”, porque el terror que causa es solo ganancia… sin costos. Porque a las sanciones ya están acostumbrados, y un avión perdido es de costo despreciable frente a lo que podría esperarles si entregan el poder.
- O que el marco político de aislamiento y la condena diplomática mundial sobre el chavismo no significa nada para ellos… La experiencia les dice que son solo palabras que se las lleva el viento, pierden peso, y se olvidan… y que ellos se mantienen en el poder. La sola posibilidad de la detención y tortura de Edmundo, causa terror y espanto; y, a menos que se produzca una ruptura interna en el chavismo, ese evento quedaría como el triste ejemplo de Navalny en Rusia, donde todos miraban, protestaban y amenazaban desde afuera, pero ningún gobierno hizo nada. O los venezolanos que masivamente se oponen se hacen sentir, o, uno a uno, irán acabando con la estructura dirigencial de la oposición.
- Ni que lo anterior, de acabar físicamente con los dirigentes opositores, no hará desaparecer el repudio masivo que el pueblo venezolano siente por el gobierno. Y como en los sistemas hidráulicos, siempre encontrará la manera de que su voluntad se cumpla… Pero hasta que el mismo pueblo no tome conciencia de que conseguir la libertad tiene un precio alto, quedaremos estancados en el mismo punto donde se estancó Leopoldo López, Juan Guaidó, y ahora María Corina/ Edmundo; si no hacen algo diferente, el resultado será el mismo que en el pasado: Maduro se quedará en el poder.
- Tampoco que para que haya una negociación que tenga sentido, el chavismo debe sentir que para ellos es una necesidad vital; y aun no pareciera que ese sea el caso. Están arrinconados, pero tienen capacidad para resistir. Y eso es así porque aún hay sectores importantes, como el empresariado o la Iglesia, que sigue dándoles espacios de poder y se mueven en una “Narnia” de pseudo normalidad que linda con una convivencia cómplice. Cuando comiencen a recibir ataques directos como los que Ortega despliega en Nicaragua, ya será tarde, porque ”también irán por ellos, y ya no habrá quién los defienda”… porque cuando pudieron hacerlo, desde sus espacios, miraron para otro lado y no defendieron a los demás.
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