OPINIÓN

Vitrina Venezuela: El outplacement es una necesidad a corto plazo

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Ante la recesión del sector privado, que podría hacer que importantes contingentes de personal sean liberados en un mercado de trabajo que no tiene lugar para todos. Debe haber una conciencia social para suavizar el proceso de transición hacia el crecimiento –cuando este se produzca– y evitar problemas sociales que aún estamos a tiempo de anticipar y manejar.

El «outplacement» (colocar afuera, por su traducción textual), es encontrar nuevos trabajos para empleados de los cuales se va a prescindir, o para aquellos que luego de una reestructuración deciden no permanecer.

Debe estar orientado a resultados concretos, más que a simplemente lavar la conciencia de la empresa.

Es un mensaje para la gente que queda, de que no van a ser abandonados en el futuro, sino de que hay una conciencia de compromiso con el futuro de la gente; el mensaje debe ser «estamos juntos en esto». Lo cual compensará, por un lado, la disminución en la productividad que procesos como estos trae aparejada, por aquello de la inseguridad que causa la duda de «¿seré yo el próximo?», y por la otra compensará la «culpa del sobreviviente» de los compañeros que quedan a bordo.

El análisis de los procesos de negocio, tanto de una empresa privada como del gobierno, llevará necesariamente a confirmar lo que los usuarios y clientes logramos percibir cada vez que vamos a un supermercado, a una farmacia, a una tienda, o a una oficina pública: que la gente atiende mal, que da muchos pasos burocráticos, que pierde mucho tiempo, que nos hacer perder mucho tiempo, que no está motivada, y que no está muy segura de lo que está haciendo (y el consiguiente impacto sobre lo que nos hace hacer a nosotros). Esto necesariamente debe llevar a redefinir el perfil de gente, tanto en cantidad (lo más evidente), como en calidad (más delicado).

Y no es ni siquiera el resultado de una reingeniería de procesos (la cual sería más ácida y dolorosa pues parte de cero), sino que es el resultado de mejoras necesarias a los procesos, lo cual es más suave, pues, a diferencia de la reingeniería, parte de la utilización de los recursos y sistemas existentes. Debo mencionar que la reducción de personal para cortar costos no es el camino adecuado, pues no solo puede ser un error en sí misma, sino que puede significar mayores costos después.

La reducción de personal debe salir como una consecuencia de la adecuación de los procesos de negocio para lograr competitividad. Y en nuestro caso es evidente que cuando se produzca esa adecuación, va a haber gente sin empleo.

Una reflexión importante es que el precio por tener empresas súper competitivas, no puede ser la coexistencia de grandes niveles de desempleo estructural. Más que nada porque la economía persigue el bienestar del individuo, aun de aquel que no fue dotado con las posibilidades de contar con un trabajo. Y si bien la seguridad social es un tema que debe manejar el estado, la conciencia social debe arrancar de cada uno de nosotros en nuestras propias empresas.

En la mayoría de los casos los empleos desaparecerán porque eran ficticios, sin aporte de valor; dicho de otra forma, no necesariamente se está creando desempleo nuevo, sino que se está reconociendo una realidad que antes estaba disfrazada. Claro que a quien se está quedando sin empleo, estas explicaciones no le ayudan mucho; por eso es que debe trabajarse de una manera estructurada para que los casos sean atendidos y la sensación, en vez de ser de un final, sea de un nuevo principio.

La conciencia social no debe manifestarse solamente en grandes números o estadísticas, sino a través de programas concretos de «outplacement» tanto para el sector público como para el privado. En cada empresa sujeta a reducción de personal debe manifestarse en forma concreta la conciencia social, haciendo el esfuerzo de recolocar la gente, creando o incorporándose a programas de recolocación de personal.

Lo ideal sería que hubiera una política de estado orientada a dar respuestas y opciones en plazos definidos. Por ejemplo, preparar un perfil de la población que va a ser desplazada en términos de sus verdaderas posibilidades de ser reubicados; cuál es el perfil de edad, de formación, de aptitudes.

Que nadie salga al mercado sin contar con un análisis de su potencial y sus posibilidades, así como una lista de posibles oportunidades que debería considerar. Contar con asesoría de cómo manejar su liquidación para no perderla o diluirla. Ayudar con servicios de asesoría y procesamiento de palabras para preparar currículo.

El «outplacement» es, además, una oportunidad para firmas consultoras, de entrar en un nicho de mercado que está desatendido. Esto es verdadera conciencia social frente al proceso que estamos enfrentando.

Por otra parte, el contar con análisis del mercado de recursos humanos, y con bancos de datos públicos y privados, puede estimular a la nueva inversión a desplegarse más rápidamente y con mayor seguridad. Aunque debemos estar claros en que la nueva inversión no va a generar empleos a la misma velocidad en que la adecuación(reducción) va a generar desempleo. Hay una brecha que debe ser identificada y potenciada. No debemos permitir que, como está ocurriendo en otros países, el desempleo estructural, se convierta en un problema inmanejable.

Los caminos de cada empleado desplazado, estarán entre varias de las siguientes opciones:

Existe la creencia de que, con el monto de la liquidación, un empleado puede entrar en la economía informal o ser un pequeño empresario. Lo cierto es que a menos que se trate de un nicho muy específico al cual no se llega sin asesoría, ese empleado perderá su inversión, y al poco tiempo será un verdadero desempleado, pero ya sin su capital. Esto traerá aparejado traumas emocionales y problemas financieros.

El sector sindical debe comprender la nueva realidad del país y apoyar programas de recolocación de gente. Un sindicalismo positivo orientado a evitar luchas estériles, es la mejor ayuda que un trabajador puede tener cuando la realidad indica que los verdaderos empleos son los únicos que deben quedar.

Estamos asistiendo al final de una historia que comenzó con el advenimiento del chavismo, en la cual mucha gente fue contratada por el estado «para que tenga un ingreso», y por el sector privado porque «no había alternativas», aunque no tuvieran ni la formación, ni la vocación para ese trabajo.

En la medida que Venezuela se incorpore –es de esperar que más pronto que tarde– a la corriente mundial de los negocios, deberá sincerar su estructura laboral para hacerla competitiva.

Actualmente los titulares de la prensa, hoy, en otros países hablan del desempleo y del problema social que generaron tanto la pandemia, como la recesión.

Hoy en día los titulares de la prensa en Venezuela aun no hablan del proceso de reducción que vendrá. Todavía estamos a tiempo de anticipar acciones para evitar que se convierta en un problema social que, como efecto dominó, nos profundice nuestros ya profundos problemas económicos.

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