OPINIÓN

Vitrina Venezuela: El Big Bang

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

La transformación del país que está en marcha es de cambios estratégicos muy rápidos, lo cual le induce grados de riesgo muy alto que solo podrá ser compensado con un fuerte liderazgo no distorsionante (que no tenemos) y con la aplicación rigurosa de técnicas de gerencia del cambio. Hay que estar claros en que estamos recorriendo un camino inexplorado y sin “red de protección”.

En Venezuela nos encontramos en un proceso de revisión de conceptos y estructuras.

En el sector privado las empresas se reajustan y redimensionan para sobrevivir y evitar desaparecer, y en el sector público, la administración está sometida a procesos de adaptación reactiva acelerada; mientras las bases políticas están enfrentando desafíos que cuestionan sus elementos esenciales.

En general, los cambios estratégicos se asocian a la gradualidad, y los cambios tácticos a la rapidez. Cuando un cambio es estratégico y rápido, se produce una mezcla peligrosa y de alta volatilidad, la cual, si bien es riesgosa, también presenta un perfil de ventajas y oportunidades.

Los procesos de cambio pueden ser graduales o explosivos, y pueden ser parciales o radicales. Cuando el cambio es explosivo y radical, estamos ante una situación de big bang, o lo que es lo mismo, se impactan profundamente las estructuras existentes para destruirlas y comenzar nuevamente, todo esto en periodos muy cortos de tiempo.

Las situaciones de big bang presentan ventajas y desventajas; entre otras, la ventaja es la de acortar los tiempos al dolor y la incertidumbre. Y la desventaja es la de quemar las naves.

Un ejemplo de big bang es el que está en marcha para transformar el país; aunque desorganizado, y tratando de ordenar los parámetros y las variables, al mismo tiempo que el descalabro se produce. Lo nuestro se parece más al intento de cambiarle el motor a un avión en pleno vuelo.

Venezuela está en un proceso de cambio, o al menos intentando lograr un cambio, el cual, para que sea exitoso y produzca la menor cantidad de daño posible, debe contar con un proyecto de país y un líder que lo impulse sin distorsionarlo, y logre encausar el conjunto de fuerzas que inevitablemente son disparadas por el proceso, para evitar que siga la anarquía y así obtener el mayor consenso posible.

Cualquier proyecto público o privado que tenga a la gente como participante, debe contar, para tener éxito, con una estrategia clara de manejo de situaciones de cambio. Y, así tengamos que llegar al lugar común de los personalismos, lo cierto es que sin liderazgo ningún cambio es posible… y eso, liderazgo, es algo que hoy no está a la vista en Venezuela.

No me cabe duda de que sí tenemos líderes; pero ninguno se ha hecho aún visible, aumentando la angustia, y lo que será la palabra y concepto clave para definir el 2023, que es “incertidumbre”.

Un primer paso es reconocer que hay una situación de cambio identificada, tomando conciencia de que los procesos de cambio no son discretos, sino que por el contrario son continuos, lo cual quiere decir que el cambio comenzó antes de la toma de conciencia, y continuará aun después de que uno pueda pensar que ha terminado.

Esto es así, pues hay infinitos procesos de cambio (simultáneos) en paralelo, unos en etapas incipientes, otros en su clímax, y otros en el tramo de decadencia, lo cual lejos de significar que el proceso va a terminar, significa que se va a transformar y comenzará nuevamente con su ciclo vital, tomando o no elementos de su ciclo anterior.

Cuando se habla de proceso de cambio, se está hablando de infinitos procesos de distinto matiz, que se están desenvolviendo simultáneamente, con diferentes jerarquías, diferentes intensidades y diferentes prioridades.

Tal vez los únicos elementos en común que tendrán todos esos procesos simultáneos que llamamos cambio, sean el miedo, la incertidumbre, la resistencia y el dolor.

Para gerenciar el componente humano impactado por el cambio en cuestión es necesario discretizar el proceso, o sea darle un principio y un fin referenciales, con tiempos y resultados esperados; y considerar desde dónde viene (inercia), y hacia dónde puede dirigirse (impulso).

Desde dónde viene el cambio es importante pues permite evaluar la calidad de los componentes técnicos, emocionales y financieros, además de las creencias y valores subyacentes.

Hacia dónde irá es importante también pues no es más que el resultado producido por las fuerzas del cambio. Contar con un claro sentido de dirección.

En el medio de los dos anteriores (desde dónde viene y para dónde va), está el proyecto del que hablamos, el que está impactando todas las estructuras, y promoviendo la transformación. Técnicamente, hay que darle un inicio y un fin, con resultados identificables, en tiempos determinados.

Y para eso, tiene que haber un proyecto político viable, con respaldo de las bases y aplicando la menor fuerza exógena posible, para evitar que se distorsiones y termine como otros intentos en el pasado que nos han traído a esta triste y lamentable realidad que vivimos los venezolanos.

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