OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Diseño militar

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

La Fuerza Armada está preparada para unas ciertas hipótesis de conflicto con posibilidad de ocurrencia alta, media y baja; pero su diseño está orientado para cubrir, también, las hipótesis de baja probabilidad. Que, para nuestro caso, se trataría de un conflicto armado entre países, de gran escala y de gran duración en el tiempo.

En algún momento, cuando se habló de esto durante el gobierno de Chávez, quedó claro que teníamos capacidad de combate en Venezuela para 48 horas, luego de eso ya podría colapsar nuestro sistema de logística, de abastecimiento, y de mantenimiento, entre otros. En contrapartida, las hipótesis de alta y media probabilidad, tales como el combate anti guerrilla, el contrabando, el terrorismo y el narcotráfico, quedan absorbidas bajo el paraguas del diseño para conflictos de gran escala. Un cañón para matar una mosca…

En todo el mundo las Fuerzas Armadas se han ido especializando, y al hacerlo, la hipótesis de trabajo ya no es un conflicto en gran escala contra un país, sino que tenemos las fuerzas de tierra, las fuerzas de aire, las fuerzas de agua y las fuerzas del espacio cibernético. Esta última es de gran importancia, ya que la guerra de cuarta generación es de un ámbito que no es ni terrestre, ni marítimo, ni aéreo, sino digital.

En el caso de Venezuela, la Guardia Nacional sería la fuerza que prevalecería, en el sentido de que es una gran fuerza de seguridad que maneja la antidroga, la investigación penal y criminalística, que maneja todo lo que es conflicto interno, es decir, es una fuerza que, más que militar, es una fuerza de seguridad muy bien equipada.

La estrategia futura de la Fuerza Armada podría estar apoyada en diseño de lo que es la Guardia Nacional, y las otras fuerzas deberían especializarse en ámbitos concretos y específicos. Por ejemplo, la lucha antidroga y contrabando, el tema de la potenciación de los radares que permitan, en una escala baja, identificar objetos en movimiento más pequeños, es decir, no el gran radar que identifica un avión grande, sino el que pueda interceptar un dron.

Tratar de especializar la tecnología de radares de tal modo que pueda identificar el punto en tierra desde donde, por ejemplo, se maneje un dron intruso. Y desde el lado de la operatividad de los drones propios, establecer las bases de operación desde donde se desplegarán.

Si tuviera que pensar en una fuerza militar, en el caso de Venezuela, las hipótesis de conflicto real serían de frontera, de fuerzas irregulares (guerrilla) propia o ajena, y el narcotráfico y contrabando. Para las hipótesis de conflicto militar país a país, movería el foco hacia las relaciones exteriores y lo colocaría en el tema de negociación crítica -que no se basa en la amenaza de la nación más poderosa, sino en los procesos de negociación y aproximación- porque en realidad, todas nuestras fuerzas de vecinos tienen un cierto potencial de equivalencia, donde la victoria potencial de uno sobre el otro estaría en lo que se llaman “elementos marginales”.

Sin embargo, cuando se habla de conflictos más grandes, como podría ser con una Fuerza Armada como la de Estados Unidos, no hay fuerza local capaz de resistir, por lo cual no hay manera de presentar combate sin recibir daños gigantes e irreversibles que, principalmente, afectan a la vida civil.

Se deberá arreglar la imagen y reputación de las Fuerzas Armadas que fue afectada por el rol negativo que tuvo (y aún tiene) al invadir ámbitos profesionales especializados, propios de lo empresario y de lo privado. Y por haberse involucrado negativamente en el manejo de la economía y de las responsabilidades prácticas que se le asignaron (sector eléctrico, sector petrolero, minería, entre otros), todos temas fuera de su ámbito de responsabilidad constitucionalmente aceptados.

En todo espacio no militar en el que se le haya asignado responsabilidad a la Fuerza Armada Nacional, lo ha hecho mal, es decir, que su reputación está muy golpeada.

Por tratarse de temas no abiertos al público, no es posible saber con claridad si en el ámbito militar han logrado el apresto logístico y operacional que se les atribuye.

En el proyecto de esta nueva Venezuela que estamos tratando de pensar, la Fuerza Armada, como la conocemos, quedará muy deteriorada, y habrá que producir cambios, los cuales no llevan a su desaparición, sino a cambiarle los objetivos operacionales, que se reflejará en la forma de organizarse para poder cumplirlos.

El diseño de una Fuerza Armada preparada para conflictos internacionales debería ser un subsistema de la estrategia diplomática manejada por la cancillería. Mientras que el diseño de cara adentro de las fronteras, como dijimos anteriormente, debe ser específico y focalizado. Por ejemplo, la defensa del mar territorial no debe basarse en fragatas misilisticas, sino en tratados internacionales y situaciones de alerta; lo cual significa que el equipamiento de mar estaría más orientado a alertar que está ocurriendo una intervención de un país en nuestra zona, y pasarlo al canal diplomático para que este último sea quien actúe.

Donde sí se supone que debería haber acción armada y de conflicto es contra la piratería y la pesca ilegal, es decir, tener la posibilidad de hundir un barco pesquero ilegal, o capturarlo y llevarlo a puerto. Una vez que se le coloca ese foco a la Fuerza Armada, automáticamente se pueden colocar en venta todos los sistemas misilisticos.

Nuestro caso en Venezuela, con mayor frecuencia de eventos de frontera, de guerrilla, terrorismo, narcotráfico y contrabando, requiere de un apresto operacional a la medida de acciones rurales, de selva, río y planicies. Los casos concretos de paramilitares, del ELN, de los carteles de la droga, de terrorismo internacional y del contrabando, deberían ser los focos de las hipótesis de conflicto para el diseño central de nuestra Fuerza Armada.

El paradigma debe ser: los conflictos mayores se atienden en lo diplomático, mientras que en lo militar nos dedicamos a grupos irregulares, protección de frontera y alerta. La idea es tener una Fuerza Armada especializada y que nos cueste menos dinero, porque a lo que nos enfrentaremos será a una etapa de presupuesto balanceado donde se tendrán que hacer las alocaciones presupuestarias en función de prioridades y necesidades, y estas últimas no serán militares, pero sí operativas.

Lo ideal sería adoptar una línea interna en la que la Guardia Nacional cumpla un rol más activo en cuanto se refiere la limpieza del crimen organizado, y dejar a las policías todo lo que tenga que ver con lo investigativo y todo lo que tenga que ver con el crimen no organizado.

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