Para que el país progrese se necesita gente sana, estudiada y bien alimentada, a través de políticas públicas que abarquen tres aspectos importantes: la salud, la educación y la disminución de pobreza. En este ámbito se usa el enfoque bottom-up (de abajo hacia arriba), donde la estrategia se construye conjuntamente con la gente.
El tema social tiene que ver con la cadena de valor integrada. El empleo genuino no viene del Gobierno sino de la agregación de valor que, en general, la ofrecen las empresas privadas. Por eso hay que desarrollar un sistema de salud sólido, cuyo objetivo sea movernos de la salud privada de calidad hacia una salud pública de calidad, generando incentivos para que un médico tenga la motivación de dejar la práctica privada y migre al sector público.
Eso no significa abandonar lo privado, sino fortalecer lo público. O sea, que la fuerza del Estado, en vez de estar concentrada en desalentar la salud privada, debería desarrollar la pública. Para eso hay que ofrecerles a los médicos montos similares a los sueldos internacionales y realizar capacitaciones también bajo estándares internacionales.
Para los profesionales de nuestra salud se requerirá de un examen de nivelación, en la primera etapa, para quienes quieran mantenerse en el sector público y como objetivo se tendrá que evaluar sus capacidades.
La idea es crear incentivos que motiven a los profesionales del área a tomar la prueba, aunque no sea obligatoria. Quienes decidan tomar esta opción, sobre todo los estudiantes, deberán presentar pruebas de ingreso para el siguiente nivel. No es un sistema punitivo sino positivo y será la base para que en 20 años el país vuelva a contar con una plataforma profesional sólida.
El punto no es quitarles las medicaturas ambulatorias a los Centros de Diagnóstico Integral, entre otras instalaciones, sino generar todo el entrenamiento necesario para fortalecerlos, especialmente a los médicos “cubanos” y a los que se graduaron en las universidades experimentales.
Asimismo, se debe buscar un ente de alta credibilidad internacional para establecer el perfil de esa nivelación e implementar un propedéutico para llevarlo a cabo. Esto no pretende excluir; al contrario, pretende incorporar a más profesionales en el sistema, ya que lo que se quiere es homologar a los especialistas del sector salud, para asegurarnos que nuestra población está en buenas manos.
Sistema de atención
La atención primaria es ambulatoria buscando un nuevo estándar. En la primera etapa, después del cambio de modelo, el país no contará con el dinero suficiente, por lo que va a necesitar un presupuesto que sea financiable.
En años anteriores a la revolución, Venezuela fue uno de los países que más aportaba en los organismos multilaterales, pero ahora ha llegado el momento de recibir ayuda de otros. Por ejemplo, en Mercosur, los países grandes financian a los pequeños que están en problemas, a través del fondo de nivelación; de esta manera, Brasil se ha vuelto la nación que más ha asignado dinero –después Argentina, Uruguay y Paraguay–. Sin embargo, los que hacen mayor uso de esos recursos son Paraguay y Uruguay.
Debe hacerse una revisión exhaustiva y un diagnóstico general de las condiciones en cada centro público de salud, desde los ambulatorios, como atención primaria, hasta los hospitales, como atención secundaria.
Además, se deberá reforzar inicialmente el equipamiento mínimo ambulatorio, donde las emergencias de gravedad irán a los hospitales, mientras que la mayoría de enfermedades terminarán siendo asistidas en el sistema de salud primario. El 90% de los casos no deberían pasar al siguiente nivel.
Es necesario un sistema de ambulancias para cuando el paciente necesite ser trasladado en caso que pase de un nivel a otro, o si no tiene los recursos de cómo trasladarse. También paramédicos motorizados que puedan atender emergencias rápidamente. Se podría tener unas pequeñas camionetas ambulatorias y médicos motorizados, que estén a cargo de estudiantes en los últimos años o recién graduados y que hayan tomado el curso de revalidación voluntaria.
En Venezuela retornaron las enfermedades que se habían extinguido, pues se volvió a las causas de muerte del pasado con la tuberculosis y malaria, entre otras. Hay que frenar en seco el problema epidémico y hacer importaciones masivas de vacunas, porque hemos generado esos anti-cuerpos. De eso se trata la atención terciaria, de las dolencias críticas y tropicales.
Todo lo que ocurra en el sistema público deberá generar información estadística para las instituciones y conocimiento del público. Cada médico contará con unas herramientas de almacenamiento de datos que se cargarán automáticamente a un banco estadístico para conocer y analizar tendencias.
Asimismo, manejarán computadoras y tarjetas con lectores ópticos para las historias de sus pacientes y las características básicas de cada emergencia, los cuales serán transmitidos a una base de datos general, que también deberá ser incorporado en los servicios de las ambulancias y motos.
De este modo, a largo plazo, todo habitante interesado en los beneficios que ofrezca el sistema público de salud deberá tener una tarjeta de salud con un chip asignado. Se trata de una tarjeta que facilitará, en el caso extremo de pérdida de conciencia, que el paciente quede plenamente identificado al tiempo en que se atiende la emergencia.
En la primera reunión del paciente -con el sistema ya aplicado- se hará un llenado completo de los datos con ciertas condiciones, como vivir en la zona donde está localizado el centro de salud. Además, este sistema llevará un conteo de los casos tratados por cada médico, conocimiento útil al momento de la cancelación de su salario, pues tendrá un sueldo base e ingresos adicionales por paciente atendido. Los médicos serán también pacientes, así que su tarjeta tendrá doble dimensión.
Salir de la crisis del país no impedirá comenzar la reconstrucción. Ese sistema futuro, completamente tecnológico y basado en web, solo es posible con la estrategia que implicaría hacer un corte y empezar a construir poco a poco para la Venezuela próspera que queremos, evitando arrastrar los problemas del pasado.
A medida que la medicina pública sea mejor, la privada se encarecerá. El problema es que el Estado no debe forzar a la clase media a abandonar la salud privada de golpe; por eso los primeros pasos en la etapa de blindaje es tomar el control y establecer prioridades, sincronizando y nivelando los sistemas.
Debe haber claridad en que el desarrollo tecnológico vía la I&D de los grandes laboratorios no es gratuito y, por el contrario, requiere de compromisos económicos y financieros muy grandes. En un extremo del ciclo vital de un medicamento están las inversiones mencionadas, mientras que en el otro extremo están los ciudadanos/pacientes que deben adquirir estas medicinas.
En ese punto de contacto es donde debe estar presente el Estado, subsidiando a aquellas poblaciones más necesitadas. Si el Estado cometiera el error de intentar cortar las inversiones aguas arriba, desalentaría la búsqueda de soluciones para las enfermedades que están presentes en una comunidad. Si bien el acceso a la salud es un derecho humano, es obligación del Estado proporcionarlo, pero hacerlo en forma sustentable.
En Latinoamérica siguen activas enfermedades que ya fueron superadas en América del Norte -Estados Unidos y parte de Canadá-, por lo que es importante mantener actualizados y en constante vigilancia los niveles epidemiológicos de cada país, sobre todo el de Venezuela; y esto se hace pagándole a las transnacionales que producen medicamentos genéricos, que son aquellos que no son vendidos bajo el nombre de la empresa, pero que tienen el mismo componente activo y que tienen un costo menor.
Para emprender la tarea de mejorar el sistema de salud, el país necesitará apoyo multilateral porque no cuenta con capital para invertir, ni credibilidad para emitir deuda pública. Los ingresos por exportaciones serán pocos y los préstamos que se obtengan serán por valores bajos, por lo que la fuente más importante vendrá de la inversión extranjera.
Seguramente, las clínicas privadas podrán importar y reequiparse completamente por sí solas, sin subsidios, aunque los precios se eleven. En esa transición, las personas deberán mantenerse bajo subsidios mientras dure la transición.
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Lo que no fue noticia (y debería serlo)
- Que será tanta la desconexión con el pueblo que no entiende que hay 21 millones de pobres, 16 millones de los cuales son indigentes? ¿Y que se irán a dormir temprano para no sentir el hambre? ¿Y que sus niños no alcanzaran ni la estatura ni la inteligencia que podrían por la falta de alimentación, o porque la que tienen unos pocos es deficiente? ¿E inaugura la Navidad hablando de rumba? ¡Por favor!!…
- O que hay que desconfiar de los que se autodenominan opositores y demócratas, pero que en todas sus declaraciones y presentaciones atacan a los verdaderos opositores y le dan oxígeno al oficialismo. Así se trate de personajes con trayectoria impecable… porque el pasado ya es lo de menos… ahora importan el presente y el futuro. Porque ser opositor se trata de eso… de oponerse y no de favorecer
- Ni que la primera gran pérdida para el chavismo al levantarle las sanciones está en no poder usar la palabra “bloqueo”, que los colocaba en el máximo del “valhalla” del comunismo. Perder eso es como bajar de los altares al que les costó muchos años de presionar a los “gringos”, hasta que se saturaron y los sancionaron… no pueden perder en un instante lo que constó tanto tiempo y esfuerzo lograr, desde el azufre contra Bush. Y el precio que ya están pagando por haberse apresurado a aceptar las primarias, es que todas estas medidas de “sobre inhabilitación” de María Corina, a ella, la fortalecen más, en, tal vez, el momento de mayor vulnerabilidad de la revolución, donde 8 de cada 10 personas, no los quiere en el poder… y de esas 8, 6 la quieren a María Corina al mando del país.
- Tampoco que tenemos que prepararnos para la posibilidad de que regresen las sanciones, sin que las cosas cambien mucho. Porque Chevron tiene su propia licencia y puede seguir, y los otros tres casos tienen casi lista su comfort letter de la OFAC. Y hasta es posible que dejen activa la del mercado secundario de los bonos, porque era muy injusta para con los propios americanos. Ya veremos si el interés primario de Estados Unidos es el petróleo, o es la democracia. Así no nos guste lo que vemos, siempre es mejor un optimismo informado, que uno fantasioso.
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