OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Corrupción y control interno

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

El problema con la corrupción está en el futuro, no en el pasado. El funcionario público no puede ocuparse de eso, tiene que pasárselo a la justicia. Es mirar hacia adelante. En el fondo, será muy complicado recuperar el patrimonio perdido, entonces habrá que concentrarse en un objetivo: evitar que vuelva a ocurrir.

Uno de los componentes más importantes de la gerencia pública es el control. Es difícil administrar un país sin control.

En el caso de la Administración Pública, el concepto de control está en un proceso de evolución permanente, y los roles tradicionales están sufriendo grandes transformaciones, tanto en su calidad, como en su profundidad. Es natural que en una transición como la que vivimos en Venezuela, se presenten redundancias y superposiciones; se puede vivir con ellas.

Lo que resulta realmente inaceptable es que haya lagunas estructurales; esto es espacios no cubiertos por el ámbito de control.

Y el dilema que se presenta es el de controles versus libertad; el control es percibido como falta de confianza, por parte del Gobierno en la gente, en sus diferentes roles, de consumidor, comerciante, productor o industrial, y banquero. Claro que esa desconfianza es recíproca y de ella nace una trama burocrática que induce al sistema, externalidades negativas.

Cuando se trata de orientar el control hacia aspectos tan específicos como la prevención de la corrupción, no se puede esperar a que el sistema de control (organización, normas y procedimientos, tecnología, administradores, auditoría interna y externa) opere automáticamente por sí solo.

Debe contar con parámetros especializados que implican actividades muy específicas por parte de los administradores, así como programas de auditoría (interna y externa) que faciliten la lucha contra la corrupción; esto es tener claros los objetivos de control (qué se va a controlar y para qué se va a controlar) y minimizar su costo.

Si bien siempre es importante que los funcionarios públicos sean honestos, el control no debe descansar solo en eso, pues se pone en riesgo aun al funcionario honesto, el cual puede cometer equivocaciones o caer en faltas involuntarias.

La corrupción es como la profecía que se cumple sola: si hay un ambiente propicio para la corrupción, entonces, con seguridad, habrá corrupción.

Hay indicios de corrupción cuando:

En todos los casos anteriores (más una gran cantidad que podrían mencionarse), si bien no hay violaciones flagrantes, sí hay un ambiente propicio para la corrupción. Deben crearse programas de Alerta de Corrupción que adviertan al responsable de la administración activa y a sus auditores/contralores (internos y externos), que hay en su ambiente de control algunas particularidades que deben ser consideradas a la hora de evaluar los riesgos, especialmente los que se refieren a las posibilidades de corrupción.

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