El trabajo es un derecho humano que no se puede “inventar”; por eso, los trabajos creados artificialmente (normalmente empleo público o subsidiado) no adicionan valor, mientras que se incrementan los costos y deteriora la calidad de los productos y servicios resultantes.
Para que haya trabajo (o que haya derecho a ese trabajo), tiene que haber inversión y producción; y los niveles, cantidad y calidad de esas producciones, serán los que empiecen a generar ese “derecho al trabajo”.
La discusión marxista sobre la apropiación de la renta por parte del capital, es sustituida por los principios de sustentabilidad emanados por la ONU, mediante los cuales cada factor debe recibir una retribución armónica con la formación de riquezas.
Así como se espera que el factor ambiental y social sea compensado como parte de la asignación de ingresos, el capital y el trabajo también deberían recibir su retribución. La tradicional conflictividad planteada como lucha de clases entre el capital y el trabajo, no es más que una disputa artificial que nunca ha dado como resultado un equilibrio estable; sino que siempre está a punto de romperse produciendo paros y huelgas por una parte y, aunque menos frecuente, lockouts patronales. Lo ideal es una asignación armónica y basada en la productividad comparativa de la intensidad factorial de cada uno de ellos.
En los sistemas esclavistas el dueño se lo llevaba todo y le pagaba muy poco al trabajador. En nuestra evolución, se ha ido aprendiendo a que el empresario no puede tomar la parte que le toca a los trabajadores como si fuera rendimiento del capital. En contra partida, una retribución al trabajo superior a la productividad resultante, no solo no garantizará beneficios, sino que tenderá a tomar la parte que le toca al capital.
El punto es que todo tiene su equilibrio. Lo que se busca es entender cuáles son los beneficios que le corresponden al trabajador según las condiciones de cada país.
Por ejemplo, un país que rebaje la semana laboral a 30 horas debe habérselo ganado como sociedad, con aumentos enormes en la productividad basados en formación y tecnología. Los beneficios, entonces, no vienen dados por una ley o decreto, sino que se ganan. En un extremo está el esclavismo y en el otro las 30 horas laborales.
Sin pretender que en Venezuela estemos en condiciones, en el corto plazo, de apuntar a las 30 horas de trabajo, hay que utilizar las referencias y estándares internacionales de 8 horas diarias y 40 semanales. A partir de allí, la producción, el output que sale de un país, debe ser el equivalente a esa inversión de horas con una formación y una tecnología dadas, y en evolución.
Lo cual significaría que darles más tiempo postnatal a las madres y padres, sin haber logrado las productividades asociadas, es contraproducente, pues la sociedad como un todo no se lo ha ganado. Cuando se acostumbran a que igual tienen comida, así no trabajen, entonces la sociedad pierde como un todo.
Como una digresión, la jornada semanal debiera colocarse en 45 horas, con 5 horas de trabajo los días sábados, y desde allí comenzar a “ganarse” el derecho a las 40 horas. Entre las primeras decisiones de Gobierno debiera estar la revisión y ajuste de las leyes laborales.
Noticias destacadas
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- Jesús María Casal: La organización de la primaria avanza sin interrupción. Ahora solo interesaría:
- que el CNE complemente con nuevos centros de votación (cv).
- que brinde seguridad y salvoconductos para traslado de material.
- que facilite la promoción de la primaria por los medios de comunicación.
- que facilite la entrada a Venezuela de nuestros invitados internacionales.
- Esta oferta del CNE no altera la programación del proceso autogestionado de la Primaria, ni el voto en el exterior ni la inscripción de los 13 candidatos, incluidos los inhabilitados.
- Sobre las amenazas del TSJ, contestó: ese rumor siempre ha estado presente, pero nosotros seguimos adelante con la primaria.
- Excarcelan a siete presos políticos vinculados a la «operación Armagedón» (¿y eso?, ¿a cambio de qué?).
- Exxon Mobil se retira de zona profunda en Guyana ante poco petróleo descubierto.
- El joven empresario Daniel Noboa, de la alianza ADN, supera con 11,88 puntos en la intención de voto a Luisa González, del movimiento correísta Revolución Ciudadana, con miras al balotaje del 15 de octubre.
Lo que no fue noticia (y debería serlo)
- Que Guyana tuvo un crecimiento del PIB del 62,3% en 2022, el más alto del mundo, según el FMI. Además del aumento de la producción de petróleo, el crecimiento del sector no petrolero de Guyana también se vio impulsado por la inversión en transporte, vivienda y aumento del capital humano. Guyana se convirtió en un país productor de petróleo en 2019, y se espera que se convierta en el país con la mayor cuota de barriles de petróleo per cápita. Tiene 800.000 habitantes y podría llegar al millón de bpd en un par de años.
- O que parece claro que el liderazgo de María Corina Machado es sólido y relevante. Sería sano que el resto de los candidatos se lo reconozca y se le dé un vuelco a las primarias, que están bajo fuerte ataque y hay dudas de que pueda realizarse. Lo de la oferta del CNE es solo el principio del ataque que no terminará bien.
- Ni que el tema del Esequibo debe ser tratado con visión de muy largo plazo, y no caer en la trampa de una disputa coyuntural… con cuidado con las decisiones que se toman… o que no se toman. Ah… y también importa lo que declaran.
- Tampoco que la presión de la intervención semanal del BCV en el mercado cambiario, si bien es una de las barreras de contención, también genera distorsiones que impiden que las diferentes variables involucradas alcancen sus propios equilibrios.
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