OPINIÓN

Vitrina Venezuela: ¡Apoteosis de libertad, o el coro de luciérnagas!

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

El 17 de agosto del 2024 es un día que no vamos a olvidar, cuando en 350 ciudades del mundo, desde la Argentina, hasta Tanzania, pasando por Australia, Corea del Sur, Croacia, Chipre, Egipto, Japón, India, Letonia, Líbano, Malasia, Nueva Zelanda, Omán, República Checa, y Taiwán, entre muchos otros países y sus ciudades, una parte importante de los 8 millones de venezolanos emigrados en forma casi forzosa, se expresaron en reuniones multitudinarias, y con muy alta carga de emotividad.

Mientras en Caracas y otras ciudades del país se daban marchas también multitudinarias; pero especialmente en Caracas, donde se esperaba la posible presencia de María Corina Machado; y esta se apareció, como parrillera de una moto, con una capucha que le daba el incógnito, se subió al camión/ palco, se sacó la chaqueta y ahí estaba: María Corina Machado, una vez más había logrado desafiar al régimen que la persigue y trata de encarcelarla… sin orden formal como en casi todos los casos, pero con lo que pasa siempre, con una “orden” de hecho…

El mensaje está claro: “No tenemos miedo”; dispuestos a desafiar el salvajismo de las detenciones, y lo peor, las caras de disfrute de los esbirros que se prestan a eso. Y lo más triste, es que las familias de esos tipos, la directa y la ampliada, casi seguro que la está pasando mal, o porque no comen, no les alcanza la plata, o porque tienen parientes y amigos que forman parte de la diáspora.

En fin, nuestra Venezuela da para todo y gracias a Dios esos son los menos; son parte de los 3,3 millones de votos que obtuvo Maduro, y que tienen no sé qué visión de país en sus cabezas, porque continuar con el rumbo que ahora tenemos, nos lleva al barranco de profundizar la destrucción que vienen impulsando durante más de 25 años… y eso es mucho tiempo.

Parte del título de esta nota salió de un comentario de una reconocida periodista venezolana, cuando le pedí que me definiera con una frase la sensación que tenía mientras se llevaba a cabo la convocatoria de María Corina, en Venezuela y otras partes del mundo. «Apoteosis de libertad» se siente más profundo y directo estando en Venezuela, porque ahí es donde se siente la presión del autoritarismo que hace que nadie esté tranquilo, y todos miren sobre sus hombros.

Aunque estando fuera, en los países de destino de nuestra diáspora, donde de alguna manera la libertad está garantizada, vemos con horror lo que ocurre en Venezuela. Y lo sentimos como propio… como si estuviéramos en casa; porque cada uno de los miles de venezolanos que asistieron a la convocatoria, por ejemplo, en Buenos Aires, tiene a su gente, la que se quedó, sufriendo la falta de libertad, el riesgo y el peligro… y desde afuera se siente la impotencia de no poder estar allá.

En Buenos Aires, no solo había autoridades formales del gobierno nacional y de la CABA, del Congreso de la República, y gente de prestigio, de aquí y de allá, sino que llegaban contingentes de venezolanos en cantidades impresionantes, sabiendo que cada uno de esos miles, tenía una historia personal y familiar que llevaba consigo y que se sentía, íntimamente, un lazo que los unía como si fueran una sola entidad.

No solo los himnos nacionales de Venezuela y Argentina, que pareciera que ambos fueron escritos a la medida de nuestra situación actual, sino también la carga emotiva de la fuerza con la que los cantaban; hasta con las lágrimas que complementan y terminan armando la masa energética que surge de esas  reuniones y que se enlazan, a través del universo, con las otras 349 ciudades del mundo, y con nuestra Caracas; haciendo énfasis en Maracay que es donde la fuerza bruta y el salvajismo de la GNB atacó a un señor mayor, arrastrándolo por el suelo y, cobardemente, sometiéndolo entre varios -todos con cascos, palos y caras abominables- metiéndolo en una camioneta y llevándolo a, vaya uno a saber dónde, y qué le hicieron después.

Los otros himnos venezolanos como «Mis ilusiones» de San Luis/Vos Veis, o «Color esperanza» de Diego Torres, coreadas con una carga muy fuerte por miles de personas que, cuando comenzó a oscurecer, prendieron las linternas de sus teléfonos convirtiendo el evento en un coro de luciérnagas.

Bueno… lo del 17 de agosto fue solo el principio de tantas marchas mas que serán necesarias para mantener al mundo atento a que en Venezuela, las cosas han cambiado y que esta vez, más pronto que tarde veremos el renacer de nuestra nación, para llevarla, con el trabajo de todos a los sitios de donde nunca debió haber salido.

No hay que desfallecer, y hay que mantenerse firmes en que Edmundo ganó las elecciones, y eso no puede ser cambiado… No solo por la cantidad de votos, sino principalmente porque fueron 7.303.480 de personas que lo votaron, y habría que sumar un mínimo de 3 millones más -de los 4.5 millones de empadronados que estaban en el exterior y no los dejaron participar siguiendo con la trampa que comenzó con la inhabilitación de María Corina- y toda esa gente no está dispuesta a resignar la oportunidad de un cambio que sirva para rescatar a Venezuela.

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