OPINIÓN

Vitrina Venezuela: Acuerdo de Gobernabilidad

por Benjamín Tripier Benjamín Tripier

Una vez que haya un nuevo gobierno (no antes), habrá que ponerle un freno al deterioro y para ello se necesita un Acuerdo de Gobernabilidad para recuperar la confianza desde un foco diferente, el cual debe representar el sentimiento de la mayoría del país, la cual debe respaldarlo formalmente.

Se necesita un periodo corto de blindaje, durante el cual todas las energías de la población estén alineadas, en la conciencia de que el despegue (como en el caso de los aviones), es un momento de alta vulnerabilidad, la cual necesariamente deberá ser compensada con mucho poder político.

Así como los partidos y la población acompañaron en sus primeras etapas al gobierno chavista, dándole su oportunidad de reformas, se espera reciprocidad y que éste acompañe esta nueva etapa que, de ganarse por la oposición, sería legal y legítimamente, con un respaldo muy alto tanto dentro, como fuera del país. O por lo menos eso indican las encuestas que responden a ambas caras de la moneda. Por supuesto, me refiero a encuestas serias y no a aparecidos circunstanciales que no se sabe de dónde aparecieron.

Por otra parte, no hay que olvidar que, si el chavismo perdiera, sus fuerzas internas, si esperan reconstruirse de cara al futuro, tendrán que pasarle la “factura” a quienes lo llevaron a esta situación, considerando que se necesita el contrapeso democrático de un chavismo emergente, con criterio de construcción positiva, en vez de la destrucción sistemática que representó para el país.

El chavismo tiene que llevar a cabo un necesario proceso de limpieza interna que, aunque tarde, será su única garantía de supervivencia histórica.

En esta nueva etapa habrá que redistribuir el poder para que pueda acompañar institucionalmente el pensamiento de reconstrucción. Las gobernaciones, alcaldías, concejos municipales, poder judicial, electoral y estratos medios y bajos de la administración pública, deben ser refrescados para que haya una administración con buena capacidad gerencial y tiempos de respuestas rápidos. El nuevo chavismo debe apoyar mientras lleva a cabo su proceso de limpieza interna.

El chavismo debe convertirse en una izquierda democrática que sea capaz de llegar a consensos y armonizar leyes, sin convertirse en una fuerza desestabilizadora. Porque si lo sigue haciendo desde la oposición, se van a garantizar no retornar nunca más al poder.

Hay que ponerle un freno al deterioro y para ello se necesita un Acuerdo de gobernabilidad para recuperar la confianza desde un foco diferente, el cual debe representar el sentimiento de la mayoría del país, la cual debe respaldarlo formalmente. Se necesita un periodo corto de blindaje, durante el cual todas las energías de la población estén alineadas, en la conciencia de que el despegue (como en el caso de los aviones), es un momento de alta vulnerabilidad, la cual necesariamente deberá ser compensada con mucho poder político. Así como los partidos y la población acompañaron en sus primeras etapas al Gobierno chavista, dándole su oportunidad de reformas, se espera reciprocidad y que este acompañe esta nueva etapa ganada legal y legítimamente, con un respaldo muy alto tanto dentro, como fuera del país.

Por otra parte, ante el deterioro evidente en que el chavismo ha dejado al país, sus fuerzas internas, si esperan reconstruirse de cara al futuro, tendrán que pasarle la “factura” a quienes lo llevaron a esta situación, considerando que se necesita el contrapeso democrático de un chavismo emergente, con criterio de construcción positiva, vez de la destrucción sistemática que representó para el país. El chavismo tiene que llevar a cabo un necesario proceso de limpieza interna que, aunque tarde, será su única garantía de supervivencia.

En esta nueva etapa habrá que redistribuir el poder para que pueda acompañar institucionalmente el pensamiento de reconstrucción. Las gobernaciones, alcaldías, concejos municipales, poder judicial, electoral y estratos medios y bajos de la administración pública, deben ser refrescados para que haya una administración con buena capacidad gerencial y tiempos de respuestas rápidos. La nueva minoría chavista debe apoyar mientras lleva a cabo su proceso de limpieza interna.

El chavismo debe convertirse en una izquierda democrática que sea capaz de llegar a consensos y armonizar leyes, sin convertirse en una fuerza desestabilizadora. Porque si lo sigue haciendo desde la oposición, se va a garantizar no retornar nunca más al poder. El “No volverán” no es solo un slogan de campaña, sino la esencia de una izquierda que, mientras tuvo el poder y fue mayoría, actuó y gobernó como minoría, en la conciencia de que, si perdían el poder, les iba a costar recuperarlo. En el mundo este tipo de izquierda revolucionaria se inserta en las sociedades como una minoría capaz de equilibrar los impulsos liberales, para que no pierdan su contenido social. En situaciones normales las izquierdas son minorías, porque ejecutivamente han demostrado no ser capaces de dar resultados. Se inclinan a reorganizar la riqueza y los medios de producción logrados por otros, sin tener la capacidad de reconstituirla, hasta que se acaba, pierden el poder, lo asume alguna fuerza que lo reconstituya y, posteriormente, regresan para volver a gastarlo.

Ellos no mutaron a la izquierda liberal sino se quedaron estancados en la izquierda revolucionaria. No hay una teoría que los ayude a manejar los medios de producción, sino a manejar pobres. El chavismo colapsa por no haber entendido el proceso de evolución.

La negociación no es otra cosa que el juego de poder, por lo cual los que se sienten a una mesa tienen que tener pesos equivalentes porque, si uno tiene más peso que el otro, se convierte en una imposición para uno, y una rendición para el otro. Y ese será el mecanismo con el cual se negociará el Acuerdo de gobernabilidad para recuperar la confianza.

América Latina está cambiando, y el “No volverán” no será solo un slogan de campaña, sino la esencia de una izquierda que, mientras tuvo el poder y fue mayoría, actuó y gobernó como minoría, en la conciencia de que, si perdían el poder, les iba a costar recuperarlo. En el mundo este tipo de izquierda revolucionaria se inserta en las sociedades como una minoría capaz de equilibrar los impulsos liberales, para que no pierdan su contenido social.

En situaciones normales las izquierdas como las nuestras son minorías, porque ejecutivamente han demostrado no ser capaces de dar resultados. Se inclinan a reorganizar la riqueza y los medios de producción logrados por otros, sin tener la capacidad de reconstituirla, hasta que se acaba, pierden el poder, lo asume alguna fuerza que lo reconstituya y, posteriormente, regresan para volver a gastarlo. Bueno… parece que estamos en ese momento de inflexión en el cual hay que darle paso a alguien que reconstruya.

Ellos no mutaron a la izquierda liberal sino se quedaron estancados en la izquierda revolucionaria. No hay una teoría que los ayude a manejar los medios de producción, sino a manejar pobres. El chavismo entre en problemas por no haber entendido el proceso de evolución.

La negociación no es otra cosa que el juego de poder, por lo cual los que se sienten a una mesa tienen que tener pesos equivalentes porque, si uno tiene más peso que el otro, se convierte en una imposición para uno, y una rendición para el otro. Y ese será el mecanismo con el cual se negociará el Acuerdo de gobernabilidad para recuperar la confianza.

Ojalá resulte cierto que hemos evolucionado como sociedad y que los castigos queden en manos de las instituciones nacionales e internacionales, y el resto, o sea nosotros, nos dediquemos a reconstruir una patria que nos ha dado tanto y que no hemos sabido corresponderla.

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