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Vitrina Venezuela: Acuerdo de Gobernabilidad

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Una vez que haya un nuevo gobierno (no antes), habrá que ponerle un freno al deterioro y para ello se necesita un Acuerdo de Gobernabilidad para recuperar la confianza desde un foco diferente, el cual debe representar el sentimiento de la mayoría del país, la cual debe respaldarlo formalmente.

Se necesita un periodo corto de blindaje, durante el cual todas las energías de la población estén alineadas, en la conciencia de que el despegue (como en el caso de los aviones), es un momento de alta vulnerabilidad, la cual necesariamente deberá ser compensada con mucho poder político.

Así como los partidos y la población acompañaron en sus primeras etapas al gobierno chavista, dándole su oportunidad de reformas, se espera reciprocidad y que éste acompañe esta nueva etapa que, de ganarse por la oposición, sería legal y legítimamente, con un respaldo muy alto tanto dentro, como fuera del país. O por lo menos eso indican las encuestas que responden a ambas caras de la moneda. Por supuesto, me refiero a encuestas serias y no a aparecidos circunstanciales que no se sabe de dónde aparecieron.

Por otra parte, no hay que olvidar que, si el chavismo perdiera, sus fuerzas internas, si esperan reconstruirse de cara al futuro, tendrán que pasarle la “factura” a quienes lo llevaron a esta situación, considerando que se necesita el contrapeso democrático de un chavismo emergente, con criterio de construcción positiva, en vez de la destrucción sistemática que representó para el país.

El chavismo tiene que llevar a cabo un necesario proceso de limpieza interna que, aunque tarde, será su única garantía de supervivencia histórica.

En esta nueva etapa habrá que redistribuir el poder para que pueda acompañar institucionalmente el pensamiento de reconstrucción. Las gobernaciones, alcaldías, concejos municipales, poder judicial, electoral y estratos medios y bajos de la administración pública, deben ser refrescados para que haya una administración con buena capacidad gerencial y tiempos de respuestas rápidos. El nuevo chavismo debe apoyar mientras lleva a cabo su proceso de limpieza interna.

El chavismo debe convertirse en una izquierda democrática que sea capaz de llegar a consensos y armonizar leyes, sin convertirse en una fuerza desestabilizadora. Porque si lo sigue haciendo desde la oposición, se van a garantizar no retornar nunca más al poder.

Hay que ponerle un freno al deterioro y para ello se necesita un Acuerdo de gobernabilidad para recuperar la confianza desde un foco diferente, el cual debe representar el sentimiento de la mayoría del país, la cual debe respaldarlo formalmente. Se necesita un periodo corto de blindaje, durante el cual todas las energías de la población estén alineadas, en la conciencia de que el despegue (como en el caso de los aviones), es un momento de alta vulnerabilidad, la cual necesariamente deberá ser compensada con mucho poder político. Así como los partidos y la población acompañaron en sus primeras etapas al Gobierno chavista, dándole su oportunidad de reformas, se espera reciprocidad y que este acompañe esta nueva etapa ganada legal y legítimamente, con un respaldo muy alto tanto dentro, como fuera del país.

Por otra parte, ante el deterioro evidente en que el chavismo ha dejado al país, sus fuerzas internas, si esperan reconstruirse de cara al futuro, tendrán que pasarle la “factura” a quienes lo llevaron a esta situación, considerando que se necesita el contrapeso democrático de un chavismo emergente, con criterio de construcción positiva, vez de la destrucción sistemática que representó para el país. El chavismo tiene que llevar a cabo un necesario proceso de limpieza interna que, aunque tarde, será su única garantía de supervivencia.

En esta nueva etapa habrá que redistribuir el poder para que pueda acompañar institucionalmente el pensamiento de reconstrucción. Las gobernaciones, alcaldías, concejos municipales, poder judicial, electoral y estratos medios y bajos de la administración pública, deben ser refrescados para que haya una administración con buena capacidad gerencial y tiempos de respuestas rápidos. La nueva minoría chavista debe apoyar mientras lleva a cabo su proceso de limpieza interna.

El chavismo debe convertirse en una izquierda democrática que sea capaz de llegar a consensos y armonizar leyes, sin convertirse en una fuerza desestabilizadora. Porque si lo sigue haciendo desde la oposición, se va a garantizar no retornar nunca más al poder. El “No volverán” no es solo un slogan de campaña, sino la esencia de una izquierda que, mientras tuvo el poder y fue mayoría, actuó y gobernó como minoría, en la conciencia de que, si perdían el poder, les iba a costar recuperarlo. En el mundo este tipo de izquierda revolucionaria se inserta en las sociedades como una minoría capaz de equilibrar los impulsos liberales, para que no pierdan su contenido social. En situaciones normales las izquierdas son minorías, porque ejecutivamente han demostrado no ser capaces de dar resultados. Se inclinan a reorganizar la riqueza y los medios de producción logrados por otros, sin tener la capacidad de reconstituirla, hasta que se acaba, pierden el poder, lo asume alguna fuerza que lo reconstituya y, posteriormente, regresan para volver a gastarlo.

Ellos no mutaron a la izquierda liberal sino se quedaron estancados en la izquierda revolucionaria. No hay una teoría que los ayude a manejar los medios de producción, sino a manejar pobres. El chavismo colapsa por no haber entendido el proceso de evolución.

La negociación no es otra cosa que el juego de poder, por lo cual los que se sienten a una mesa tienen que tener pesos equivalentes porque, si uno tiene más peso que el otro, se convierte en una imposición para uno, y una rendición para el otro. Y ese será el mecanismo con el cual se negociará el Acuerdo de gobernabilidad para recuperar la confianza.

América Latina está cambiando, y el “No volverán” no será solo un slogan de campaña, sino la esencia de una izquierda que, mientras tuvo el poder y fue mayoría, actuó y gobernó como minoría, en la conciencia de que, si perdían el poder, les iba a costar recuperarlo. En el mundo este tipo de izquierda revolucionaria se inserta en las sociedades como una minoría capaz de equilibrar los impulsos liberales, para que no pierdan su contenido social.

En situaciones normales las izquierdas como las nuestras son minorías, porque ejecutivamente han demostrado no ser capaces de dar resultados. Se inclinan a reorganizar la riqueza y los medios de producción logrados por otros, sin tener la capacidad de reconstituirla, hasta que se acaba, pierden el poder, lo asume alguna fuerza que lo reconstituya y, posteriormente, regresan para volver a gastarlo. Bueno… parece que estamos en ese momento de inflexión en el cual hay que darle paso a alguien que reconstruya.

Ellos no mutaron a la izquierda liberal sino se quedaron estancados en la izquierda revolucionaria. No hay una teoría que los ayude a manejar los medios de producción, sino a manejar pobres. El chavismo entre en problemas por no haber entendido el proceso de evolución.

La negociación no es otra cosa que el juego de poder, por lo cual los que se sienten a una mesa tienen que tener pesos equivalentes porque, si uno tiene más peso que el otro, se convierte en una imposición para uno, y una rendición para el otro. Y ese será el mecanismo con el cual se negociará el Acuerdo de gobernabilidad para recuperar la confianza.

Ojalá resulte cierto que hemos evolucionado como sociedad y que los castigos queden en manos de las instituciones nacionales e internacionales, y el resto, o sea nosotros, nos dediquemos a reconstruir una patria que nos ha dado tanto y que no hemos sabido corresponderla.

Noticias destacadas

  • El País: Petro ya tiene en su poder el borrador de “paz política” en Venezuela tras las elecciones presidenciales. El presidente de Colombia ha recibido un texto, elaborado por su embajador en Caracas junto con diplomáticos de otros países, que enviará en breve a Nicolás Maduro para que lo acepte.
  • El Tiempo. Los detalles de propuesta de «paz política» que Petro y Lula da Silva presentarían a Venezuela: ¿lo aceptará Maduro? (cuánta ilusión y fantasía. Solo se irán si el ala del chavismo que favorece la salida democrática logra imponerse; de otra manera, pues se quedarán, es así de simple).
  • El Mundo: La persecución chavista agiganta la figura de María Corina: «Derrotamos al régimen en la calle y en los corazones».
  • Efecto Cocuyo: Partidos de la oposición satisfechos con primeras auditorías al sistema del CNE. El próximo ciclo de auditorías inicia el 29 de junio. ONG cuestionan al CNE por no ampliar impugnación del Registro Electoral.
  • El Nacional: Enrique Márquez cree que Maduro perderá elecciones por el «rechazo tan grande que tiene».
  • Tal Cual. Delcy Rodríguez a empresarios: Estamos dispuestos a revisar la política tributaria (ahora sí hablamos con sentido de crecimiento, bueno, habrá que ver si va más allá de las promesas).
  • AP: Bajan solicitudes de ayuda por desempleo en Estados Unidos cuando el mercado laboral sigue prosperando.
  • Vadim Shamarin, jefe de la Oficina General de Comunicaciones de las Fuerzas Armadas rusas y «número dos» del Estado Mayor, ha sido detenido por sospechas de corrupción acusado de recibir sobornos (los gobiernos totalitarios se “comen” a sus hijos cuando les resultan incómodos. En algunos países los torturan hasta matarlos, mientras que en Rusia se envenenan o se caen de los balcones).

Lo que no fue noticia (y debería serlo)

  • Que no parece sensato el análisis dicotómico sobre perseguir o no perseguir, o vengarse o no hacerlo. Lo razonable es comenzar una gestión de gobierno permitiendo que los poderes públicos funcionen como deben con funcionarios idóneos para el cargo, y permitir que todos, absolutamente todos los organismos internacionales con los que tenemos tratados supraconstitucionales, actúen con transparencia y libertad, haciendo su trabajo aquí en Venezuela, ayudando a poner orden y límites. Y si hay que procesar, enjuiciar o hasta encarcelar gente, pues que se haga. Tenemos que acostumbrarnos a que, si la oposición gana las elecciones, eso no sea una concesión graciosa del chavismo para hacer tiempo hasta su próximo gobierno. Y si el chavismo ganara, pues nada nuevo sucedería… o por lo menos, en este inicio de campaña no lo han hecho notar. Ellos creen que lo que hicieron está bien y que deben seguir haciéndolo.
  • O que la transición será pacífica (o no) dependiendo del compromiso democrático de la sociedad y de la fortaleza de las instituciones que respalden la acción presidencial. Lo de firmar un pacto, ya lo hemos visto con otros que hemos firmado, que no sirven para nada… Hemos perdido el respeto por los pactos, son lo que se dice “un saludo a la bandera”. Hay que apelar a una nueva madurez del pueblo que fue capaz de abrir los ojos y entender que solo con trabajo y libertad se puede salir adelante, creo que la gente no busca mirar hacia atrás… y que de eso se ocupe la justicia.
  • Ni que de la situación de los seis asilados políticos en la Embajada de Argentina en Venezuela últimamente no se habla abiertamente, pese a que hay acciones diarias continuas y recurrentes en esa dirección, que es lograr un salvoconducto para que puedan abandonar el país sanos y salvos. Pero la realidad es que cayeron en la trampa de la división interna del chavismo y hay un grupo, el duro y radical, que no quiere entregar el poder “ni por las buenas ni por las malas”, que se niega a otorgárselos; y está el ala filo democrática que estaría dispuesta a entregar el poder si perdieran las elecciones, que sí estaría inclinada a dárselos, pero solo después de las elecciones… vaya uno a saber… Si al Estatuto de Roma no le dan importancia, imagínense a un pacto cualquiera que suscriban entre las partes… Por favor.
  • Tampoco que este sería el tercer intento oficial declarado de “desdolarización” que propone el gobierno desde que el dólar fue aceptado como moneda funcional, siempre en el límite de la ilegalidad… en un limbo aceptado por todos, pero que en realidad no plantea un marco referencial estable: hoy puede gustarme, pero mañana no. Solo habría que preguntarle a cualquier persona, economista, analista, persona común de la calle, si a sus pequeños excedentes los pondría en dólares o en bolívares; también habría que preguntarle si al precio de su carro (p.ej.) lo establecería en dólares o en bolívares. Y finalmente preguntarle si a las transacciones comerciales o personales las pacta y ejecuta en dólares o en bolívares… Como dicen: “I rest my case”.

Mail: [email protected]   Instagram: @benjamintripier    Twitter: @btripier

 

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