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Visto que Gil Otaiza lucubró sobre el otro lado de la pared

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«Comencé a dudar que soy perceptible cuando insistentemente los investigadores, profesores y alumnos de las universidades me preguntaban qué es la Literatura»

(Camilo José Cela confeso ante J. Ure en el Hotel La Pedregosa de Mérida, Venezuela, d. a. a. 90 – s. XX) 

 

De mi experiencia como lector e igual autor elaboré una definición personalísima del Cuento

-«Narración más o menos corta, inteligiblemente estructurada, de libre formulación y estilo. Tiene una trama [argumento] exponiéndose nudo y no siempre culmina con un desenlace predecible»  

Por lo expuesto pienso que los cuentos insertos en el libro El otro lado de la pared (Gil Otaiza, Ricardo: Universidad de los Andes, 1998) reúnen características fundamentales del género literario más exigente que haya personalmente constatado. Disfruté sumergiéndome en relatos como En busca del eslabón perdido, donde el hacedor mezcla: intriga, aventura y ciencia:

-«[…] Noche tras noche su voluntad se concentró en indagar más acerca de los descubrimientos arqueológicos, y de los hallazgos que llevaron a los hombres develar secretos celosamente guardados por antepasados. Su vida cambió de súbito, perdió de manera paulatina a los viejos amigos con los cuales acostumbraba celebrar después del trabajo; hasta su novia se transformó en un extraño ser al cual recurría cada vez con mayor distancia en el tiempo […]» 

(Ob. Cit. p. 15)

En El otro lado de la pared se advierten elementos ya trabajados por narradores clásicos e igual contemporáneos, y que la Historia Universal de la Literatura registra. Ello fortalece la tesis de algunos críticos según la cual, ininterrumpidamente, los autores reinventan tramas. Con precisión, al narrar Gil Otaiza utiliza tanto la leyenda como fábula:

-«[…] Alrededor del hombre se comenzó a tejer toda suerte de conjeturas e historias, las cuales eran desmentidas –con firmeza- por su novia. Los habitantes de las zonas más bajas comenzaron a divulgar que no se trataba de un hombre común, sino del abominable hombre de las nieves. Otros afirmaban haberlo visto volando entre ramajes con cuernos en la cabeza y echando fuego por la boca […]» (Ídem., p. 17)

Del libro pienso que el texto mejor logrado es El despistado, porque el escritor – académico asoma un incidente común que terminará –sin entramado complejo- en la indagación y develación de la graciosa patología del personaje. Un tipo que, por descuido, pierde a su hijo pero halla a otro que se lleva hacia su casa. Luego de  ciertas situaciones descubre, perplejo, que no se trata de su vástago:

-«[…] Cuando entró a su habitación escuchó que el niño sollozaba. Extrañado abrió la puerta al no reconocer aquél llanto, encendió la luz y al verle el rostro se dio cuenta de lo sucedido: Estanislaito lo era Estanislaito […]» 

(Ibídem., p. 92)

Para culminar diré que, con El otro lado de la pared, Ricardo Gil Otaiza asoma un talento cuentístico que –tras persistir- lo conduciría ocupar un importante lugar en el Panorama de la Literatura Hispanoamericana (finales del s. XX y curso del XXI)

POST-SCRIPTUM

Ricardo Gil Otaiza [https://www.readinglength.com/author/AAf7dz]  es uno entre los magníficos escritores venezolanos que han emigrado: https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/en-ningun-pais-la-maldad-indulta-talentos-literarios-gil-otaiza/ & Vive actualmente en https://es.wikipedia.org/wiki/Geograf%C3%ADa_de_Canarias.  Estuvo entre los jóvenes intelectuales que se acercaron al Rectorado de la Universidad de los Andes, «Oficina de Prensa», ansiosos por ser promovidos en una revista internacional de la cual fui director: Aleph universitaria. Temprano reconocí su talento y por ello le dediqué una de las ediciones, donde aparece con su libro Una línea indecisa, que también reseñé alguna vez y cuya cubierta en la ilustración del presente texto. 

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