Es altamente sintomático advertir un elemento disruptivo que se viraliza como pólvora en las redes sociales en la Venezuela de la cuarentena compulsiva a que ha sido sometida la sociedad venezolana en nombre de una doble moral proteccionista y colectivista “a juro” por parte del ogro filantrópico de abierto corte filotiránico y totalitario que barniza sus propósitos neohegemónicos del Moloch comunal, bajo el ardid semántico de la anacrónica y desteñida consigna de “comuna o nada”; que es mutatis mutandi el reverso teórico o ideologema de: “patria o muerte”.
Hasta ahora la estadística oficial revolucionaria que lleva la data gubernamental de los casos de contagios y fallecidos por covid-19 indica que en Venezuela se registran un poco más de 8.000 casos de contagiados y 8 decenas de fallecidos. Al observar el mapa de coronavirus en el país refleja varios vectores pandémicos, a saber: el foco del Mercado Las Pulgas, localizado en el municipio Maracaibo del estado Zulia y que tiene más relevancia cuantitativa, se erige como el de más alta peligrosidad por su elevado riesgo de contagio; el foco del estado Apure, que supera el millar de contagiados; el foco fronterizo del estado Táchira, que por su condición de frontera binacional es receptáculo natural de connacionales (contagiados o no), que desesperadamente buscan retornar al país por cualesquiera fueren la razones. Por el flanco de la frontera sur de Venezuela, es decir; el gran estado Bolívar, también el país luce singularmente vulnerable dado su altísimo índice de compatriotas desplazados que, desafiando todo tipo de prohibiciones y adversidades sociodemográficas, el país se muestra especialmente precarizado por su condición con la “frontera vida” que comparte con el foco binacional más grande que ostenta el continente latinoamericano como lo es nuestro gigante hermano Brasil cuyo primer mandatario Jair Bolsonaro ha dado positivo para covid-19 y actualmente enfrenta una demanda por parte de los medios de comunicación por “contagio preterintencional” o “contagio culposo”.
Dije, al comienzo de esta columna, que las redes sociales, (Twitter, Facebook, WhatsApp entre otras aplicaciones) reflejaban o se hacían eco de un enconado odio social y político que no discrimina en relación a quienes ostentan la hegemonía sociopolítica en la actual Venezuela de la pandemia china. Venezuela está literalmente espoleada por los cuatro puntos cardinales por un deleznable “odio clasista” Inficionado e inducido por la subcultura política del fundamentalismo ultraizquierdista de raigambre marxista nicochavista. Las desteñidas y anacrónicas banderas del jurásico marxismo vietnamita izado en su momento por el general Guyen Giap, cuyo eje central era la no menos errada teoría de la guerra popular prolongada del proletariado contra la burguesía capitalista es desempolvada mecánicamente con toda su carga de obsolescencia ideológica hoy en este apartado y preterido rincón del orbe terráqueo con el expreso propósito de auspiciar y fomentar un conflicto regional que propicie una neovietnamización en el subcontinente latinoamericano con el inconfesable fin metapolìtico de coadyuvar a un nuevo orden mundial febrilmente alojado en las cabezas de la partidarquìa roja. Únicamente desmantelando el ordenamiento jurídico político que consagra la CRBV es posible avanzar en la sustitución de la república liberal democrática y sobre sus escombros intentar edificar la nueva racionalidad autoritaria-totalitaria del “estado proletario” que bajo la sinonimia de “Estado comunal” infructuosamente ha arado en el mar la oligarquía roja en Venezuela.
La revoluciòn bolivariana “nicochavista” semeja a Saturno devorando a sus hijos; la por demás evidente e inocultable “opacidad informativa”, los ostensibles subregistros y la poca fiabilidad que le confiere la sociedad venezolana a los ficcionales relatos de la narrativa socialista dan la medida de una racionalidad discursiva basada en una “episteme comunicológica” fundada en fake news, medias verdades y posverdades que abona microrrelatos cotidianos en función del reforzamiento del poder estatolátrico bolivariano; no cabe la menor duda: ello revela la esencia del puro y duro fascismo de la izquierda bonapartista..