OPINIÓN

Virginia y los libros

por El Nacional El Nacional

Betancourt

Con toda una vida a cuestas, y “fascinante” por lo demás, una vida de lecturas y de promoción del libro, Virginia Betancourt  aún celebra la Orden Andrés Bello que le confirió la Universidad Católica Andrés Bello a finales del mes pasado, pero mira más allá para reconocer en los venezolanos la capacidad para “ilusionarse, participar y perseverar”.

La hija de Rómulo Betancourt,  el padre fundacional de la democracia surgida en 1958, en entrevista grata y estimulante con este diario, con la firma de Isaac González Mendoza, repasa su obra iniciada hace seis décadas con la fundación Banco del Libro. “Soy hija de un lector fanático», dice para explicar las pasión que la movió y la mueve y, con  prudente naturalidad, admite que  a  una persona, ella, que está al lado de un río, su padre, “no le queda más remedio que nadar”. Y eso es lo que ha hecho durante la mayor parte de sus 89 años de vida.

Virginia Betancourt Valverde, nacida en San José, Costa Rica, durante el exilio de su padre, fue directora del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y promotora de la Ley de Biblioteca Nacional, dio vida al Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, dirigió la Fundación para el Rescate del Acervo Documental Venezolano, presidió la Comisión Nacional de Lectura y la Fundación para el Fomento de la Lectura. Hubo un tiempo, por tanto, en que Venezuela se sintió orgullosa de sus bibliotecas, lo que alimentaba el sueño de que su democracia seguiría alentando la formación de sus ciudadanos como la savia de su sostén y progreso.

El sistema de bibliotecas floreció con la democracia, con un respaldo sólido en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, en la mitad de la década de los años setenta, pero ahora ya no está funcionando, indica Betancourt. No es época de luces desde los despachos oficiales; por el contrario, se exalta un comportamiento ajeno al saber y, por tanto, a la capacidad para entenderse. Una dolencia más de estos años a la deriva que se suman a otras que afectan la vida diaria de los venezolanos. 

Mujer sensible y atenta a lo que ocurre en su patria, habla con pocas y justas palabras: “Hay gente sufriendo de necesidades básicas, no solo de carencias políticas. Es difícil aislarse y no me quiero aislar”. Como tantos venezolanos de ahora, la inmensa mayoría, confía en que la democracia volverá aunque no sabe cuándo, que es la angustia también que embarga a la mayoría. “La gente de a pie es democrática”, afirma y, añade, la historia del país es la historia de grandes procesos y esas experiencias de vida por la sociedad abrirán, de alguna manera, los caminos a la vida en democracia. “Espero que esta vez la defendamos”, advierte. Una idea clave, que tiene que ser consustancial, inseparable, del rescate democrático. Para superar el desastre y las heridas acumuladas, y evitar otro retroceso histórico.