Pareciera redundante hablar, otra vez, sobre la violencia que ejercen los usurpadores. Pues luego de 23 años todos los venezolanos sabemos muy bien que los socialistas usan la intimidación como herramienta política.
Sin embargo, ante los hechos acaecidos en el Zulia, Falcón, Portuguesa y en Cojedes contra sectores de la oposición, como demócratas debemos alzar nuestra voz y recriminar esta nueva arremetida de violación de los derechos fundamentales de los venezolanos.
Nuevamente desde Miraflores organizan sus hordas de violencia, las mismas que otrora llamaban “círculos bolivarianos”, luego “colectivos” y ahora no sé qué nombre rimbombante le colocarán a estos grupos de choques del régimen.
Lo cierto es que, cual camisas pardas de la Alemania nazi, estos grupos están dispuestos a generar violencia a cada rato, están listos para aterrorizar a la ciudadanía y boicotear cualquier acto que realicen las organizaciones democráticas de la nación.
Ahora, aquí cabe la pregunta: ¿por qué regresaron? ¿Por qué ahora? ¿Por qué activaron a estos grupos de intimidación? La respuesta es fácil, el régimen busca con estas acciones los siguientes objetivos:
Objetivo 1: Crear la sensación de que los actos de violencia son de opositores contra opositores, sembrando la idea en la opinión pública de tres elementos: a) La oposición está dividida y con odios irreconciliables; b) El liderazgo opositor es incapaz e impopular; c) La oposición solo es capaz de generar anarquía contra las instituciones y contra ellos mismos.
Objetivo 2: Dejar asentado que el gobierno no está empleando las fuerzas del orden público para atacar a quienes disienten del régimen, con lo cual intentan promover el concepto falaz de que aquí hay respeto a los derechos humanos.
Objetivo 3: Generar desarticulación, desmovilización y miedo entre los seguidores de la oposición, lo cual pudiera resultar en una tendencia a la abstención con miras a la jornada presidencial pautada para 2024.
Como podemos ver, en la usurpación no dan puntadas sin dedal; cada movimiento generado desde Miraflores está milimétricamente calculado. Es por esto que debemos cesar en la idea de menospreciar a quienes usurpan el poder, pues ellos han demostrado que saben cómo jugar sucio para eternizarse en Miraflores.
Entonces, ¿qué debe hacer la oposición? Primero, tomar todas las medidas de precaución necesarias para evitar que los dirigentes y activistas sean presas fáciles de los arrebatos de ira de quienes controlan el poder; segundo, seguir construyendo una estrategia política enfocada en la selección o elección del nuevo líder opositor de Venezuela.
Así es, como lo leen, pues se debe evitar que Miraflores dicte la pauta política. Si se deja que ellos decidan cuál es la agenda política del país, entonces la oposición seguirá jugando a la defensiva, a la reacción y perderá cualquier posibilidad de articular una política coherente de acción y decisión.
Por ende, mientras ellos promueven su violencia, es vital que la real oposición se enfoque en lo que es importante para la libertad de Venezuela, como es la cohesión opositora, la escogencia de un líder nacional y la estructuración de un plan de trabajo coherente, novedoso y efectivo.
Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.
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