Violation de Madeleine Sims-Fewer y Dusty Mancinelli podría parecer una premisa anclada al subgénero del rape and revenge. Pero en realidad, es un thriller violento construido para un propósito por completo distinto. Más allá de la mirada gráfica y morbosa sobre el abuso sexual, la película es un estudio sobre el miedo. Una premisa que reconstruye la percepción sobre víctima, el victimario y algo más elaborado sobre la oscuridad de la naturaleza humana.
Violation de Madeleine Sims-Fewer y Dusty Mancinelli narra un hecho de violencia. Pero no lo hace desde la perspectiva habitual ni tampoco bajo los parámetros a los que el cine suele ajustarse. De hecho, uno de los puntos esenciales de la película es su negativa a mostrar un hecho de violencia con simplicidad. El argumento de Violation deja claro que la violencia deshumaniza, corroe, corrompe, destroza. Que termina por extenderse como una oleada imparable que no solo golpea a la víctima y al victimario, sino también a todos quienes le rodean.
Pero más allá de eso, Violation pondera sobre la crueldad del abuso sexual desde un ángulo nuevo que resulta inquietante. Tanto, como para que el sentido de la película se transforme en algo por completo desconcertante y angustioso. La película del dúo de directores Madeleine Sims-Fewer y Dusty Mancinelli no quiere escandalizar o avivar la sed de venganza hacia un crimen cruel. Lo que realmente desea es recorrer la naturaleza del ser humano entre sus grietas más oscuras, peligrosas y duras.
Violation se separa casi desde las primeras escenas del subgénero rape and revenge, para crear una metódica percepción del miedo. Es una mirada sobre la crueldad, pero sin agregar el ingrediente inevitable del morbo y la observación siniestra. ¿Puede lograrse algo semejante? La película lo logra, pero incluso, da un paso en una dirección desconocida: cuestionar el origen de la crueldad. En especial, en un ámbito contemporáneo, en la que las graduaciones sobre la percepción parecen ser infinitas.
Por supuesto, también habrá venganza y la noción sobre la especulación sobre la violencia que se infringe. Pero la premisa evita lugares comunes y se concentra en una pregunta inquietante. ¿Nuestra época puede comprender el origen primitivo de la crueldad física? Violation no es un alegato, tampoco intenta mostrar a la violencia sexual como un tropo útil para remarcar el poder de un personaje.
En realidad, el argumento tiene la habilidad de extrapolar la violación hacia un baremo tan inquietante, que se convierte en horror puro. En películas como los diferentes remakes y secuelas de Escupiré sobre tu tumba, la visión del abuso es un detonante hacia el horror. En Violation es un reflejo retorcido y angustioso sobre lo que tememos y podríamos hacer en situaciones límites.
El matiz, permite a la película avanzar hacia regiones nuevas de una misma idea. Para bien o para mal, Violation apela a un realismo angustioso que le brinda una mirada descarnada hacia un viejo tópico del cine. En 2018, Revenge de Coralie Fargeat mostraba un tipo de poder brutal nacido del miedo. Una joven prometedora de Emmeral Fenet llevó la percepción a cierta sofisticación burlona. Pero Violation prescinde de todo ese bagaje sobre el abuso como núcleo para transitar algo nuevo. El terror toma un rostro desconocido y quizás, es su mejor pieza en un tétrico tablero.
Violation, el terror a puertas cerradas
La película dedica buena parte de su primer tramo a establecer la atmósfera. Hay muchísimas metáforas distintas para entablar un diálogo entre la categoría de la víctima y el victimario. Pero el guion (también firmado por el equipo de directores) es lo suficientemente audaz para evitar explicaciones sencillas. Desde el mismo momento en Miriam (Madeleine Sims-Fewer) y su esposo Caleb (Obi Abili) aparecen en pantalla, la noción sobre el horror se dibuja con cuidado. Pero no se trata solo de una mirada incómoda sobre lo que une —o separa— a la pareja.
También, hay un elocuente recorrido por la forma en que Miriam se percibe a sí misma. Si en The Nightingale (2018) de Jennifer Kent, el ojo de la cámara persigue a la víctima a todas partes, en Violation es un oscuro espía. Y esa percepción de la fractura con la realidad, el dolor de la ruptura entre el bien y el mal, lo que hace de la película algo tenebroso. Hay oscuridad en Miriam, aunque el argumento habla poco sobre ella. En realidad, el guion está completamente enfocado en realzar y reconstruir la idea de la fragilidad.
Miriam sufre por una separación de la que no sabemos mayor cosa. También, por una serie de dilemas que se esbozan poco a poco como parte del contexto del personaje. Pero ninguno tiene relación con el hecho de lo que hará —se permitirá hacer— después. Miriam es una víctima, pero también tiene una potencia cruel que sorprende por su intrincada perversión y dureza.
Al personaje (y lo que hará a continuación) la definen sus relaciones. Una vez que se encuentra con Greta (Anna Maguire) y su cuñado Dylan (Jesse LaVercombe) la película define sus intenciones. Lo hace, además, sin crear la especulación de una criatura frágil a punto de caer en manos de la violencia. Lo más asombroso —y doloroso— en Violation, es la forma en que se enfrenta a la narración de la mujer víctima en el cine. La subvierte y la reconstruye para crear un monstruo de legítimo poder por completo nuevo.
Al final de la crueldad, la oscuridad
A la estética de Violation, se le ha comparado con la crudeza de Lars Von Trier, aunque las similitudes son contadas y no todas evidentes. Madeleine Sims-Fewer y Dusty Mancinelli crean una versión sobre la crudeza de la cámara estática que tiene paralelismos con el estilo del director danés. Pero en realidad, hay mucho más en esta radiografía sobre el impulso de la violencia, el odio y la crueldad. La narración se concentra en la forma en que el odio lo es todo, puede serlo todo. Y en especial, en cómo la estética sucia, confusa y dura, puede apuntalar esa idea.
Violation no es una obra que busque crear un concepto autoral sobre las agresiones sexuales. Tampoco, es una mirada sobre el poder de las víctimas o la forma en que puede recrearse a través de vehículos poco usuales. Quizás su mayor interés sea recorrer un paso incómodo hacia algo más retorcido y perverso. Una conexión inusual hacia la forma en que imaginamos la violencia y lo que en verdad puede ser. Tal vez, su mayor valor como la extraña narración sobre el miedo y horror modernos que es.