Yo chismeo.
Tú chismeas.
Él chismea.
Nosotros chismeamos.
Vosotros chismeáis.
Ellos chismean.
Suena feo, pero es verdad. Aquí chismeamos todos, y el chisme es una industria. Este verbo se conjuga desde que al tiempo lo cosían con hilo. Es decir, desde iilo tempore y se conjuga en todas las personas, singulares y plurales también, sí señor. ¡Pega ese cuerpo del taburete! Ya lo decía Guinand en voz del Doctor Nigüin ¡una de sus creaciones más excelsas! cuando hablaba de las calumnias y murmuraciones de la que están hechos muchos de sus sainetes como El Rompimiento, por ejemplo.
Que si cayó, que si no cayó, que si va a caer, que no va a caer, que si se murió o fue que lo mataron, que no se va a morir ¡Ah, no, ni que fuera inmortal! Sí, le dieron un chinazo y el pájaro cayó desde la rama aquella. ¡Y se va haciendo esa bola como si fuera de nieve y va creciendo y creciendo y creciendo y cuando acuerdas tiene el tamaño de las de King Kong!
El chisme es tan viejo como la Cucarachita Martínez y su Ratón Pérez ¡ah, cuento pa’ trae chisme, caraj! Lo que se encontró la Cucarachita Martínez o Martina, como también la quieran llamar, fue apenas un centavo y en ese pueblo lo que corrió como bola es que se había ganado una fortuna y por eso estaba llamando a tantos pretendientes. Este es apenas un ejemplo de cómo el chisme nos acompaña desde pequeños, desde que somos niños. Lo mismo pasa con Tío Tigre y Tío Conejo. La mayoría de las veces que Tío Tigre cae es porque le dieron mal el chisme. ¡Y cuando el candidato que sale es Ratón Pérez! ¡nunca falta un Ratón! gran fiesta y olla que dejan batiendo al Ratón hasta que ¡plaf! se cae y cuando ya está por ahogarse, los chismenes de su ahogamiento son los que traen a sus salvadores a sacarlo del chocolate caliente ¡Se salvó de chiripa! ¡O más bien, de cucaracha!
El chisme recorre la geografía nacional e interplanetaria. De otra manera no tendrían tanto triunfo los programas de estrellas de cine que, en lugar de hablar del arte de tal actriz o tal actor, de los hallazgos de tal director, no ¡qué vaca gorda!: Que si Sandra Bullock se clavó una lata en pleno escenario con una tipa ahí. Que si Bruce Willis va por la quinta elementa. Que si Shakira tiene ahora un novio futbolista y que parece estar preñada, pero un poquito nada más. Y la cosa del chisme se ha industrializado al punto de convertirse en un gran negocio para editores y paparazzis que encuentran un mercado magnífico para sus publicaciones en papel y/o/u en digital en lo que llaman muy ridícula y pomposamente: la Prensa Rosa.
Rosa estaba, por cierto, allá en Tucupido cuando ve así a un burro cargado, y se le queda mirando un rato… ¿Y qué llevará ese animal? ¡Ya ella sabía porque se lo habían chismeado, pero ella fue a lo que llaman la comprobación del chisme! ¡Así hay mucha gente que ven al burro cargado de arvejas y preguntan qué lleva! No más que pa’ chismear. El chisme va siendo parte del patrimonio intangible nacional y regional, inseparable a nosotros. Es como una curiosidad científica porque hasta que no le llegamos al tuétano al chisme no nos quedamos tranquilos. ¡Hasta hay quien sufre de insomnio por un chisme! No es que ahorita no puedo hablarte porque estoy manejando y allá veo a un fiscal. Y queda ese hombre angustiado y sin dormir ¡Pero duérmete tranquilo, Carlos angustia!
Y hasta una canción venezolana echa un chisme completico:
No saben lo que pasó,
casa de Natividad
que le robaron el pavo
que tenía pa’ Navidad.
Y dicen que fue Miguel
una vecina lo vio
cuando se robaba
el pavo que tenía
pa’ Navidad.
La pobre Natividad
anda buscando a Miguel
pa’ ve si comparte el pavo
o que se quede con él
Claro, llegados a este punto: que se quede con él, uno no sabe si es que se quede con el pavo o si es que Natividad se quede con él, es decir con Miguel que está empatado con la vecina que compuso la canción.
En fin, el chisme se acabará cuando le saquen la muela al gallo.
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