OPINIÓN

¡Victoria! ¡Victoria! 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

El 9 de diciembre de 1824 se libró la batalla decisiva de la emancipación hispanoamericana que consagró a Sucre como el Gran Mariscal de Ayacucho. Evoco el momento de la reacción de Bolívar al conocer la noticia del triunfo: este se encontraba en una cena en medio de comensales siempre atentos a sus palabras, era un conversador sin par. Al leer el parte de Sucre se pone de pie, y sin poder dominar su extraordinaria emoción salta sobre la mesa y de pie, sobre ella, improvisa un brindis y se pasea de un extremo a otro gritando: ¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria! La cena terminó en un desbordamiento de júbilo.

Una alegría similar sintieron las víctimas de violación de sus derechos humanos por parte del narcorrégimen, al conocer la decisión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de prorrogar por un período de 2 años la Misión de Determinación de Hechos de la investigación en Venezuela, que adelantan unos expertos independientes, por encontrarse indicios razonables de delitos de lesa humanidad cometidos desde 2014.

Los familiares de las víctimas también se emocionaron, así como los ciudadanos que no cejan en el trabajo de construir la amenaza creíble para desalojar a los que usurparon y mantienen secuestrado el poder.

Otro triunfo significó el descubrimiento de la misión secreta auspiciada por «Borrell» en Venezuela, para acordar unas condiciones electorales mínimas. En su lugar recibió una felpa y fue rotundamente desautorizado por el Parlamento Europeo.

Hay serias dudas sobre la participación de los “incorregibles” del G4 en la tramoya; ya es hora de poner de lado a estos politicastros. Sus crematísticas acciones constituyen una afrenta contra los libertarios que vienen librando el buen combate desde hace 21 años; escamotear sus aspiraciones por unas “condiciones mínimas” es una bellaquería, cuando es sabido que la libertad y la verdad no se transan por menos de  “condiciones máximas”, para participar en unas elecciones libres y en primer lugar presidenciales. Y con Maduro fuera del poder.

El usurpador desde hace rato viene acabando con el “legado” del galáctico, quien en sus alaridos repetía sin cesar “exprópiese” y el heredero no suelta ahora la palabra “entréguese”, para ello no tiene reparo en tragarse un sapo vivo y dar un triple salto mortal; la mortadela ideológica del “mal” en contravención a la verdad es un sinsentido que se ordena alrededor del eje rector “privatización del Estado a beneficio de las mafias”.

Más allá del proceso írrito de toda nulidad, sin valor alguno, contenido ni significación jurídica al contravenir principios básicos de derecho, ese esperpento, ese parapeto llamado “ANC comunal cubana” sancionó no una ley sino una declaración de intenciones, conocida como “ley antibloqueo”. Se trata de entregar los recursos de la nación, en secreto, para tratar de atraer inversiones, y la garantía que ofrece, aunque usted no lo crea, es la lengua embustera del usurpador.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!