Zelenski es un nazi comparable a Adolf Hitler que desde hace años está exterminando a la población rusa en el Donbás, o al menos así es tildado a diario por un gran número de bots en redes sociales, y también por diversos activistas políticos y personas con diferentes visiones ideológicas: desde el chavismo de extrema izquierda que considera que todavía vivimos en la era de la Unión Soviética, a un grupo minoritario pero bastante bullicioso de conservadores nacionalistas que ven en Putin el “salvador” de la civilización occidental que lucha contra el Nuevo Orden Mundial.
Hay de todo en este grupo de adoradores de Putin, personas que dicen oponerse al chavismo, pero que anhelan un régimen totalitario; y está, por supuesto, la izquierda que históricamente ha detestado el orden occidental y anhelan la destrucción de Estados Unidos.
Sputnik y RT no son hoy los únicos medios de propaganda rusa, lo secunda su ejército de bots y campañas de desinformación que además ha convencido a dos grupos ideológicos completamente distantes de que Putin es su héroe, y todo esto ha ido penetrando en una sociedad occidental cada vez más disconforme con sus instituciones.
La agenda 2030 es aborrecible, la ONU y diversos organismos internacionales acompañados por el Foro Económico Mundial se han convertido efectivamente en agentes que buscan la implementación de políticas progresistas/socialistas a escala mundial; y sí, un buen grupo de agentes políticos en nuestro hemisferio apoya todo esto, pero no por ello vamos a agitar las banderas de Rusia y China para mostrar el descontento con las Naciones Unidas.
No me interesa el pasado de Zelenski ni sus políticas locales, lo que hay en juego en esta guerra es la soberanía de un país que eligió democráticamente a sus autoridades, contra un imperio dictatorial que quiere imponer allí un títere, como ha hecho en Bielorrusia y en otras tantas naciones en el último siglo; imperio, que, dicho sea de paso, es el mismo que ha financiado al chavismo y lo ha ayudado a sostenerse en pie en los momentos más delicados durante la última década.
Para combatir el Nuevo Orden Mundial hay que echar afuera de las instituciones a los políticos que apoyan la agenda 2030 y quieren construir sociedades “igualitaristas” cada vez más arrodilladas frente al poder del Estado, no idolatrar a Rusia y China y apoyar la destrucción de Occidente para sentirnos mejor con nosotros mismos.
Ciertamente, estamos atravesando shocks colectivos que han nublado la razón de más de uno, el Occidente que los burócratas de turno quieren construir evidentemente no es el camino a seguir, pero mucho menos lo serán sociedades como la rusa o la china, donde los individuos no tienen libertad de expresión, son encarcelados y torturados por expresarse en contra de sus gobiernos, y tienen una calidad de vida inferior a la de una buena porción de las naciones occidentales; tal como nos ha sucedido a nosotros los venezolanos bajo el régimen de uno de los principales aliados de Vladimir Putin en la escena internacional: Nicolás Maduro.
Sí, queremos y debemos cambiar, pero para mejor, no para peor. Si Occidente está en decadencia, idolatrar a Putin y asfaltar el camino para la expansión de su régimen y el chino nos llevaría a un retroceso de siglos en términos de derechos humanos, libertades individuales y económicas, además de esperanza de vida; esto, sin agregar que el sostenimiento de Putin en el poder será una constante piedra en el zapato para quienes anhelamos la salida del chavismo del poder.
Lamentablemente en los últimos años hemos visto crecer el autoritarismo incluso en naciones que antes eran modelo por su sistema democrático, como puede ser el caso de Canadá o Australia; cuyos ciudadanos han sido pisoteados por sus gobiernos debido a las restricciones del covid.
Sin embargo, aun con todo ello, el nivel de libertades en las naciones occidentales y su calidad de vida continúa siendo mucho mayor al de los regímenes totalitarios que lideran Putin y Xi Jinping. Por todo ello los venezolanos, en donde quiera que estemos, debemos presionar para evitar la proliferación de totalitarismos, advertir a las personas de los países que nos han acogido para optar por modelos con mayores libertades económicas e individuales, y también ser activos en la búsqueda de sanciones al régimen de Putin, pues su triunfo, sería también una victoria para todos sus aliados, entre los que se encuentran Maduro, junto a los regímenes totalitarios de Corea del Norte, China, Irán, Nicaragua, Cuba, Siria, entre otros.
Muchos venezolanos lamentablemente han sucumbido ante la propaganda rusa y se han enaltecido de la masacre cometida por Putin en Ucrania, una que revive los horrores del holodomor en el siglo pasado, cuando los rusos asesinaron a 8 millones de ucranianos. Nosotros, que hemos sido víctimas de un régimen totalitario, debemos rechazar de forma sistemática todo intento de legitimar esta sanguinaria invasión.
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