OPINIÓN

Verdad siniestra y diabólica

por Rafael Augusto López Rafael Augusto López

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El diputado Fernando Soto Rojas aseveró durante su participación en el acto de instalación del Congreso Nacional del Bloque Histórico (¿copia del de Colombia?), entre otras cosas, lo siguiente: “La revolución bolivariana está destinada a la victoria y no es posible la derrota, pues cuenta con un pueblo consciente… A 32 años del 4F de 1992, a 25 años del texto constitucional y de la toma del poder por el pueblo venezolano, tenemos que tener conciencia de que tomó el poder para siempre en este territorio,  tenemos un pueblo virtuoso, pero rebelde, tenemos las guías básicas para la liberación total”. Añadió que “solo el pueblo salva al pueblo”. Subrayó que el presidente Chávez fue “muy claro” cuando les dijo “hay que acabar con los gobiernos aéreos y hay que aterrizar en las catacumbas de nuestro pueblo”.

Soto Rojas, como lo distinguen sus camaradas, es de los poquísimos dirigentes de este régimen que siempre ha mantenido su posición, su lucha y empeño  de liquidar la democracia que nosotros conocimos, en la que nos formamos y deseamos que nuestros descendientes puedan disfrutar. Fernando, a quien no conozco personalmente, desde muy joven se convirtió en guerrillero, entrenado en Cuba en todo sentido, en 1967 junto con otros guerrilleros venezolanos y cubanos, desembarcó en Machurucuto en una operación montada por Fidel Castro con el propósito de derrocar al presidente Raúl Leoni; tiene el laurel de que los que no fueron abatidos los detuvo el ejército venezolano, pero él pudo escapar y mantenerse en la lucha guerrillera, donde se le conocía como el “Comandante Ramiro”. Nunca aceptó acogerse al programa de pacificación que adelantó el  primer gobierno de Rafael Caldera. Posteriormente, se marcha del país para ir a luchar por la causa palestina. Reaparece luego de la fracasada intentona golpista de Hugo Chávez, de tal manera que no me cabe duda que es uno de los más importantes ideólogos de lo que ha ocurrido en el último cuarto de siglo en Venezuela, en otras palabras, es un protagonista de verdad, no de bla bla como lo son la mayoría.

Son varias las razones que motivan este artículo. Hoy en día no es fácil encontrar a un político de carrera que mantenga incólumes sus principios y valores, rechazar una propuesta para abandonar la lucha armada y someterse al ordenamiento jurídico vigente en el que no se cree, es un acto no sólo de valor sino de consecuencia. Tener la astucia para aprovecharse de las bondades que brindaba nuestra democracia, para a través de un político disfrazado de militar llegar al poder sin detonar ni un triqui traqui, convencido de que una vez logrado ese propósito, jamás habrá alternabilidad. Que una figura tan relevante como Soto Rojas que tuvo un hermano que también fue guerrillero de nombre Víctor Ramón, que fue capturado y entregado a  efectivos militares de un batallón de cazadores, y lanzado desde un helicóptero del ejército, y que no le hayamos escuchado decir que su lucha es para vengar el asesinato de su hermano, como sí lo han hecho otros, es una demostración evidente de su claridad con relación a los riesgos que se corren cuando nos apartamos del orden constitucional y legal. Son muy pocos los personajes que integran lo que llaman el alto mando de la “revolución” que no han sido señalados ni adentro ni afuera de aprovecharse de su posición para enriquecerse ilícitamente con los dineros del Estado, seguro estoy de que ese minúsculo grupo lo encabeza Fernando Soto Rojas, salvo prueba en contrario, lo que nos demuestra que es un político que no anda detrás de los billetes.

Su transparencia llega a tanto que ha dicho que la “revolución bolivariana no acepta la derrota”, lo que confirma que ha sido la más grande estafa política en toda nuestra historia republicana, pues el candidato Hugo Chávez en su campaña electoral de 1998 decía todo lo contrario, seguro estoy de que si lo que hoy afirma Soto Rojas lo hubiera expresado Chávez o alguno de su comando de campaña, no hubieran logrado ni 50% de los votos, porque los venezolanos teníamos el convencimiento de que si el gobierno elegido no lo había hecho bien, el día de las elecciones recogía lo que había sembrado. Ahora, la tesis es que “el pueblo tomó el poder para siempre”, que se tiene un pueblo virtuoso, pero rebelde, que como dijo Chávez “solo el pueblo salva al pueblo”. El 28 de julio pasado el pueblo desmintió la tesis de Soto Rojas, les dijo en las urnas electorales que no les había entregado el poder para siempre y dio una demostración de rebeldía ante tanta coacción, arrogancia, chantaje y corrupción y que el resultado desconocido por el CNE fue para salvar al pueblo. Así mismo, afirmó Fernando, Hugo Chávez dijo que “hay que acabar con los gobiernos aéreos y hay que aterrizar en las catacumbas de nuestro pueblo”. Una cantidad enorme de vivos con gigantescos enchufes se han acercado a ellas, solo para comprar votos, y hacer negocios, pero  luego los abandonaron y los dejaron en las cavernas de siempre víctimas de mayor miseria, y viendo con gran indignación como los que forman parte  del alto mando de la “revolución” hacen alarde y disfrutan de los bienes mal habidos. Fernando Soto Rojas, poseedor de la solvencia necesaria, debería rendirle tributo a Hugo Chávez, iniciando una cruzada para sacar a patadas como dijo Rómulo Betancourt, a tanto pillo que se ha disfrazado de político bolivariano. 

Por supuesto, Fernando Soto Rojas, tiene todo el derecho no solo de pensar de esa manera sino de luchar para hacerlas realidad, pero todos los que votamos el 28 de julio por Edmundo González Urrutia, vale decir por la democracia en la que creemos, también tenemos el derecho de pensar todo lo contrario a la vía que él ha creído  siempre como la más favorable para el país, pues nosotros debemos dirigir nuestros esfuerzos para  lograr la recuperación de nuestra democracia, y lógicamente no  siguiendo la senda errada que transitó él. No debemos olvidar que este régimen sustituyó la soberanía popular,  por la imposición de un soberano,  y quien no esté de acuerdo con él tiene dos opciones: ir a la cárcel o irse de Venezuela. Yo seguiré en mi trinchera hasta mi último aliento.

Rafael.tuto@gmail.co