El presente está lleno de incertidumbre, es posible que pocas personas puedan vislumbrar con certeza lo que ocurrirá en Venezuela el año próximo, ya es difícil suponer lo que ocurrirá la semana próxima. De hecho, para esta misma fecha del año pasado, no habían ocurrido las primarias de la Plataforma Unitaria, no se sabía si las mismas serían con o sin CNE, no se sabía quiénes serían los candidatos y menos se sospechaba su abrumador éxito. Todo eso ocurrió sin que apenas meses atrás se pudiera siquiera imaginar. Pues bien, así ocurren las transiciones hacia la democracia. Los actores inmersos en su cotidianidad no logran ser totalmente conscientes de los cambios que se están gestando a su alrededor y el rol que están jugando en esos cambios. Aún hoy, en España, en Uruguay, en Suráfrica o en Chile, los historiadores siguen debatiendo sobre la fecha y el punto de inflexión en los eventos que dieron pie a sus respectivos procesos de democratización.
Es importante tener en cuenta que existe ese punto ciego, esa dificultad para percibir los cambios y procesos que están efectivamente ocurriendo, y plantear ideas que sirvan de insumos oportunos para quienes toman decisiones. ¿Qué insumo es relevante tener presente hoy en caso de la ocurrencia de un cambio político que desemboque en la elección de un nuevo gobierno liderado por la Plataforma Unitaria y su candidata María Corina Machado?. Creo que lo primero a considerar es que la forma del cambio político condiciona su marco de acción, dado que el cambio político propuesto adquiere en ese escenario la forma de una victoria electoral se debe presuponer que esa sola realidad es distinta a la que, por ejemplo, ocurrió en Alemania al ser derrotado militarmente el gobierno Nazi. Quienes esperan unos juicios de Nuremberg versión caraqueña están orinando fuera del perol.
Lo prudente, lo recomendable, es proceder a negociar y constituir un esquema de Justicia Transicional que permita cerrar las heridas ocasionadas por la violencia, la represión y la sistemática violación de derechos humanos en las que ha incurrido en Estado venezolano y por la cual es objeto tanto de sanciones internacionales como de investigación por la Corte Penal Internacional. No es realista la venganza pero tampoco es realista el olvido. Existen distintas fórmulas que incluso pueden ser usadas de forma combinada: 1) las amnistías, 2) los sobreseimiento de causas, 3) los indultos y, quizá una experiencia adaptable a nuestras circunstancias, 4) una jurisdicción especial para la paz (JEP). En Colombia opera una experiencia de ese tipo y, dado el papel desempeñado por Venezuela en el proceso de paz entre Colombia y las FARC-EP, los dirigentes del madurismo están familiarizados con ese esquema.
¿Qué es la JEP? En el portal web de esa instancia judicial (https://www.jep.gov.co) se puede encontrar una definición precisa, a saber: “La Jurisdicción Especial para la Paz es el componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, creado por el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las Farc-EP. La JEP tiene la función de administrar justicia transicional y conocer de los delitos cometidos en el marco del conflicto armado que se hubieran cometido antes del 1 de diciembre de 2016. La existencia de la JEP no podrá ser superior a 20 años. La JEP fue creada para satisfacer los derechos de las víctimas a la justicia, ofrecerles verdad y contribuir a su reparación, con el propósito de construir una paz estable y duradera.”
¿Cuál es su ámbito de actuación? ¿Qué tipo de casos se ventilan en la JEP? Pues bien, en el mismo portal se puede leer que “El trabajo de la JEP se enfocará en los delitos más graves y representativos del conflicto armado, de acuerdo con los criterios de selección y priorización que sean definidos por la ley y los magistrados. En particular, podrá conocer de los delitos que hubieren cometido excombatientes de las FARC-EP, miembros de la Fuerza Pública, otros agentes del Estado y terceros civiles”.
Es importante notar que este sistema, más que castigar a los culpables, busca reparar a las víctimas y sus sobrevivientes. El criterio fundamental es rescatar la memoria histórica, restituir los derechos y garantías vulnerados e impedir la repetición de tan lamentables eventos y circunstancias. Nadie será condenado a la horca, o a beber cicuta, ni al pelotón de fusilamiento, es el momento de empezar a reparar y curar heridas, suficiente dolor, sangre y lágrimas han derramado los venezolanos en 25 años como para insistir en el ojo por ojo y diente por diente. Tal vez esta idea no es útil hoy pero puede serlo mañana, la incertidumbre es mucha así que es mejor llevar todos los insumos necesarios para emprender el largo camino hacia la democracia.
jcclozada@gmail.com / @rockypolitica