Y el régimen nos sigue derrotando. Ahora, al cocktail se le añade otra dosis de confusión. Alicia sigue cayendo en el agujero del conejo, pero esto no es Wonderland. Durante esa caída, el apartheid sigue contraatacando y esta vez con todo su arsenal. La comprensión para la situación requiere un excelentísimo IQ. La necesidad de unidad es imperante, pero la incoherencia la aplasta. La parcialidad hace de las suyas gracias al camuflaje de algunos segmentos. Agotar los medios civiles es un acto digno, pero nos enfrentamos a un adversario indigno y más allá. Las interrogantes ¿y ahora?, ¿qué hacer?, ¿ir o no ir? y muchas más, siguen siendo las protagonistas de esta novela conjuntamente con el sentimiento antipolítico y antipartidista que ha despertado de su letargo. A ponerse los patines porque en esta pista Venezuela nos necesita a todos. Hay que empezar a creer realmente en esa frase porque si no estamos aniquilados.
Primero, es de imperiosa vitalidad revisar a profundidad que hemos hecho mal. Es preocupante ver como la crítica hacía la oposición ha ido aumentando velozmente más que al mismísimo presidente. Eso tiene una lectura y un porqué. De pronto, se ha olvidado la frase “errar es de humanos pero rectificar es de sabios”, pues hay que aplicarla. La autocrítica es uno de los caminos hacía la grandeza. Corregir definitivamente las fallas y desaciertos que han ido destiñendo nuestro liderazgo opositor hasta el último recóndito rincón. Antes de atacar al compañero, debemos ver nuestros propios errores y admitirlos sin tanta cháchara ni parloteo. Hay que dejar las excusas absurdas a un lado y avanzar. Se ha de asumir la responsabilidad de las acciones ante nuestro pueblo que clama por respuestas. Hay que revisar minuciosamente las debilidades que hemos tenido hasta ahora para así nuevamente reconquistar esa credibilidad fracturada que hoy en día nos carcome. El esfuerzo debe ser el triple para recuperar la confianza y la esperanza hacia nosotros como la alternativa democrática y futuros conductores hacia una mejor Venezuela. Es hora de hacerlo porque la paciencia se agota.
La solución a esta crisis no se trata de revivir a Nostradamus y sus profecías, o buscar a un molusco cefalópodo que nos diga que hacer ni mucho menos esperar las predicciones de la versión humana del ayudante de Dende, aquí se ha de reconocer, primordialmente que la gran verdad nacional es que el chavismo sigue teniendo solidez en innumerables sectores gracias a sus mecanismos de dominación, chantaje y sometimiento que ha implementado detalladamente, pero esto es obviado por el discurso miope y repetitivo de que “somos mayoría”.
Para llegar nuevamente a eso, debemos articular nuevamente a esa mayoría que adversa al régimen desde las bases, desde la gente, desde la óptica real de la Política que es lo social. Se ha de empezar de nuevo en cada calle y en cada puerta de todo el país. Ya las “Quintas Avenidas” venezolanas y los “Beverly Hills” criollos están recontra convencidos de que hay que cambiar definitivamente a los que dirigen la nación, aquí se ha de adentrar a esos sectores populares quienes sufren segundo a segundo el inclemente látigo de la crisis y que fueron olvidados por muchos. Si eso no entra en nuestro entendimiento pues, seremos como Peter Pan que se niega a crecer.
Y por último pero no menos importante, es dejar por un instante de pensar que terceros van a resolver “el caso venezolano”. Las instituciones internacionales han cumplido su función hasta donde llega su jurisdicción pero somos nosotros mismos quiénes vamos a ponerle punto final a esta pesadilla. Pero, en vez de ser protagonistas del cambio añorado, se ataca despiadadamente a todo aquel que piense distinto. Las redes sociales, creadora de un sinfín de matrices de opinión no contienen morfina tecnológica ni Percoset digital para sobrellevar esta crisis. Los partidos políticos son necesarios para una democracia y quien no crea eso pues está rayando en la ingenuidad o en la hipocresía. El antipartidismo solo es auspiciado por los planes y laboratorios de la dictadura y existen quienes compran ese tóxico producto.
A este régimen y como a muchos en la historia se le enfrenta desde todos los sectores y con los argumentos fundamentados que la realidad nos ha brindado, no desde el teclado de una PC o un teléfono. Es un trabajo que envuelve a cualquiera que tenga sueños de libertad y democracia. En una tarea que debe hacer todo aquel que anhele un país mejor y lleno de oportunidades. Por eso, es momento de levantarse, rectificar, sacudirse el polvo, de estar a la altura de las circunstancias y ponerse las alpargatas porque lo que viene es joropo.
@JorgeFSambrano
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