OPINIÓN

¿Ver para creer?

por Amalia Carrillo-Batalla Mattar Amalia Carrillo-Batalla Mattar

Desde que somos niñas nos han dicho que los trabajos en las áreas de las ciencias y las matemáticas son para los hombres. El sistema educativo y la sociedad continúan creyendo y propagando la falsa idea de que a las mujeres no les gusta la ciencia ni las matemáticas y que estas áreas del conocimiento no se les dan bien.

En realidad, los individuos de ambos géneros están igualmente capacitados para destacar en estas áreas del conocimiento. En mi opinión, el verdadero problema está en que la mayoría de las mujeres no vemos estás áreas del conocimiento como posibles campos de desarrollo personal y profesional. Creo que parte de este problema se debe a que no tenemos suficiente exposición a modelos a seguir femeninos. En pocas palabras, como mujeres, no somos conscientes de los grandes logros de nuestros pares en estas áreas profesionales.

Me preocupa el siguiente escenario: en un contexto social pregunten a las mujeres presentes si saben quién es Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Cristiano Ronaldo, Amancio Ortega o Justin Trudeau. Estoy convencida de que casi todas las presentes sabrían exactamente de quién están hablando. Luego pregúntenles si saben quiénes son Mary Barra, Katie Bouman, Whitney Wolfe Herd, Courtney Dawalter o Jacinda Arden. Si les sucede lo mismo que me ha sucedido a mi en reiteradas ocasiones, pocas personas podrán responder afirmativamente a esta pregunta.

Todas estas mujeres son profesionales sumamente exitosas que han roto los esquemas en sus respectivas profesiones. Me preguntaba:¿cómo es posible que mis amigas no sepan quiénes son estas mujeres? Sin embargo, si les pregunto quién es Dua Lipa, o quién es Ariana Grande, por supuesto que son capaces de responder rápidamente.

Creo que estos prejuicios relacionados con las mujeres en las ciencias, las matemáticas, los negocios y la política tienen que ver con el hecho de que no estamos dando a conocer los “role models” correctos. Los modelos femeninos que siguen las jóvenes y que conocen en profundidad, las identifican casi siempre a través de imágenes y las redes sociales donde destacan aspectos físicos y meramente superficiales.

Quiero aprovechar esta plataforma para dar mayor exposición a mujeres verdaderamente extraordinarias.

Whitney Wolfe Herd es solo pocos años mayor que yo y, sin embargo, ya es una exitosa empresaria con una fortuna valorada en 1,5 millardos ─billones americanos─ de dólares. Comenzó trabajando en Tinder y cuando la despidieron decidió montar su propia aplicación de citas. Esa aplicación es nada más y nada menos que Bumble, una de las aplicaciones de citas más popular de Estados Unidos.

Katie Bouman es una americana que estudió ingeniería eléctrica y es científica de la computación. Fue miembro del equipo del “Event Horizon Telescope Project” que capturó la primera imagen de un agujero negro. Pero no solo fue miembro del equipo, sino que, con tan solo 29 años, dirigió el desarrollo del algoritmo responsable de las imágenes (Reconstrucción Continua de Imágenes de Alta Resolución, utilizando Prioridades de Parche ─CHIRP, por sus siglas en inglés─). Las imágenes obtenidas ahora están siendo utilizadas para conocer más sobre la teoría de la relatividad general y para entender el universo.

Siento que todavía hay demasiadas jóvenes que no se creen capaces de apasionase por las ciencias y las matemáticas, que no aspiran a ser presidentes de sus países o de sus organizaciones porque no se lo plantean como una posibilidad. Por eso es importante que conozcan las historias de estas mujeres exitosas que han roto los parámetros de género y están quebrando el techo de cristal para que entiendan que obviamente sí pueden.

Existen organizaciones, como Inspiring Girls®, que tienen una idea acertada de cómo motivar a las jóvenes para romper con los estereotipos de género. Entre otras cosas, las voluntarias de esta organización van a los colegios y les cuentan a las niñas y jóvenes sobre sus vidas y carreras profesionales. Confío plenamente en que esta iniciativa motivará a las estudiantes y aumentará la probabilidad de que se inspiren en estudiar algo relacionado con las ciencias y las matemáticas y que aspiren a ser las jefas de grandes multinacionales.

Estamos en el mejor momento histórico de nuestra civilización. Me cuesta admitir que en el siglo XXI todavía existan estas discusiones y que haya personas que realmente crean que “los hombres saben más sobre matemáticas”. Sin embargo, me propongo propagar las historias de mujeres extraordinarias. Si después de leer este artículo logro conseguir que una sola joven aprenda más sobre las mujeres que menciono y se motive a romper los estereotipos de género, para mí ya sería un éxito.